El consumidor atormentado
La práctica totalidad de los ciudadanos cree que la guerra entre Rusia y Ucrania afecta negativamente a la economía española
El barómetro de abril de 40dB. para EL PAÍS y la Cadena Ser pone el foco en las consecuencias emocionales y materiales de la guerra de Ucrania. La mirada no es geopolítica, sino interna: hemos querido averiguar el impacto de esta tragedia entre los ciudadanos de nuestro país, desde la perspectiva no sólo de cómo encaja la sociedad un acontecimiento tan traumático, sino también de cómo afecta al ánimo de unos consumidores que han vivido en demasiado poco tiempo una r...
El barómetro de abril de 40dB. para EL PAÍS y la Cadena Ser pone el foco en las consecuencias emocionales y materiales de la guerra de Ucrania. La mirada no es geopolítica, sino interna: hemos querido averiguar el impacto de esta tragedia entre los ciudadanos de nuestro país, desde la perspectiva no sólo de cómo encaja la sociedad un acontecimiento tan traumático, sino también de cómo afecta al ánimo de unos consumidores que han vivido en demasiado poco tiempo una recesión, una pandemia y una guerra. Tres tormentas en menos de década y media.
Según muestra el estudio, la práctica totalidad de los ciudadanos cree que la guerra entre Rusia y Ucrania afecta negativamente a la economía española: sólo un 3% niega que sea así. Es pertinente echar la vista atrás a marzo de 2020, cuando apenas llevábamos unos días confinados: entonces, otro estudio de 40dB. para este diario mostraba un efecto muy parecido de la covid. La inmensa mayoría anticipaba un impacto negativo.
Con todo, se observan dos diferencias fundamentales en las repercusiones económicas de la pandemia y de la guerra y ninguna de ellas invita al optimismo. Por un lado, mientras que hace dos años la mayoría de los ciudadanos señalaba que el impacto negativo del coronavirus sería pasajero, ahora los porcentajes se han dado la vuelta: un 66% cree que durará. Por otro lado, preguntados por las consecuencias sobre la economía del hogar, la mayoría de los entrevistados afirmaba entonces que la covid no tendría ninguna. Ahora se observa justamente lo contrario: la inmensa mayoría piensa que afectará negativamente a su economía. Por tanto, el pesimismo económico está mucho más extendido ahora de lo que lo estuvo con la pandemia.
Además, precisamente porque los que auguran un mal futuro son muchos, se observa una gran transversalidad en las respuestas: que la guerra tendrá efectos negativos en la economía del país y de los hogares lo piensan casi todas las personas, independientemente de la edad, el género, la clase social, la ocupación, la educación o el tamaño del municipio en el que se habite. El impacto tampoco entiende de ideologías: el pesimismo es mayoritario independientemente del partido al que se vote.
Pese a la transversalidad, son las clases medias bajas y bajas las que han tenido que ajustar de forma más apresurada la cesta de la compra: una de dos declara haberla reducido o modificado a raíz de la guerra. Son también estas personas las que menos acopio de alimentos y productos han hecho desde que estalló el conflicto. El pesimismo, además, no tiene la misma naturaleza para todos: son las clases medias, que tiran mucho del consumo, las que más resaltan el impacto duradero (no pasajero) de la guerra (así lo piensa una de cada dos). El pesimismo, por tanto, puede ser de corto o de largo plazo. Y aquí, la posición social sí importa.