Cuatro días en coche hasta la frontera de Ucrania: la odisea de un matrimonio de Ciudad Real para recoger a sus hijas de acogida

“Teníamos que sacar a las niñas de ese drama”, asegura la pareja, que ha viajado 3.500 kilómetros hasta Eslovaquia

Juan Escobar y María Jesús Márquez, junto a las tres niñas ucranias que han ido a recoger a la frontera con Eslovaquia.

Liubava, Yesenia y Varya, tres hermanas de 14, 12 y 10 años, respectivamente, llegaron en la madrugada de este martes desde Kiev hasta Ubla, la frontera de Ucrania con Eslovaquia, acompañadas por su madre. Al otro lado de la frontera les esperaban María Jesús Márquez y Juan Escobar, un matrimonio de Ciudad Real que ha ido en su coche al rescate de las tres menores en plena invasión militar de Rusia a Ucrania....

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Liubava, Yesenia y Varya, tres hermanas de 14, 12 y 10 años, respectivamente, llegaron en la madrugada de este martes desde Kiev hasta Ubla, la frontera de Ucrania con Eslovaquia, acompañadas por su madre. Al otro lado de la frontera les esperaban María Jesús Márquez y Juan Escobar, un matrimonio de Ciudad Real que ha ido en su coche al rescate de las tres menores en plena invasión militar de Rusia a Ucrania. Tras cuatro días y más de 3.500 kilómetros, la pareja ha podido abrazar por fin a su hija de acogida, Yesenia, y a sus dos hermanas. “Ha costado llegar pero lo hemos logrado. Ha sido muy emotivo, una mezcla de sentimientos por la ilusión de poder sacarlas de allí y la tristeza de tener que separarse de su familia”, explicaba este martes Escobar a EL PAÍS, todavía emocionado.

Las tres niñas recorrieron unos 800 kilómetros en autobús, aunque los últimos cinco fueron andando, en la oscuridad de la noche, a siete grados bajo cero y cada una arrastrando sus maletas en las que guardan “algo de ropa muy básica”, detalla Escobar. Nada más verse entre ellos, las pequeñas se han lanzado a sus brazos entre lágrimas. “Nos hemos emocionado mucho. Todos. Sobre todo la madre, que ha sido más consciente de que tenía que separarse de sus hijas”. Junto a las tres pequeñas también está su hermana mayor, Yuliana, de 18 años, que viaja con ellos hasta Polonia mientras sus hermanas siguen hacia España. La madre prefiere continuar en Ucrania, debido a que su marido y su único hijo varón, mayor de edad, no tienen permitido salir del país después de que el Gobierno ucranio hiciera un llamamiento para que los hombres se queden a luchar ante la invasión rusa.

Juan Escobar y María Jesús Márquez, junto a las tres niñas ucranias que han ido a recoger a la frontera con Eslovaquia. Foto: la familia | Vídeo: epv

María Jesús Márquez ha conducido ella sola (su marido no tiene carné) hasta Polonia casi 3.000 kilómetros, haciendo paradas para repostar y descansar en Llansá (Girona), Mont Roland (Francia), Fráncfort (Alemania) y Rogovo (Polonia). Y hasta la frontera de Eslovaquia han llegado acompañados de una familia polaca amiga. Fue el pasado viernes cuando estos dos trabajadores del Ayuntamiento de Ciudad Real decidieron lanzarse a la carretera con dos mudas y un único destino: “Sacar a nuestra hija del drama que están viviendo en el país”. Yuliana, la mayor de las hermanas, le pidió a través de un mensaje a Márquez que se desplazaran hasta allí para llevarse a las niñas del país.

María Jesús Márquez, en una parada en el camino hacia Eslovaquia.
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Hace casi cinco años que este matrimonio español decidió acoger a Yesenia, ahora de 12, a través del programa Crean, una asociación de Ciudad Real que desde hace 30 años trabaja en ayuda a los niños de Ucrania. Con el parón de dos años por la pandemia, desde 2017 Yesenia ha pasado los veranos con esta pareja manchega, que tiene otra hija biológica. Después de este largo viaje, han pasado a ser familia numerosa debido a que fue Yesenia quien pidió a sus padres de acogida no separarse de su hermana pequeña Varya. La tercera niña, Liubava, se quedará en casa de otra mujer de Miguelturra, cerca de Ciudad Real. “Varias familias nos han pedido ayuda con sus niños, pero no cabemos más en el coche. Me habría gustado llenar un autobús”, lamenta Escobar.

No es fácil dejar ir a cuatro hijas a la vez y volver donde está el conflicto, sin saber si las vas a volver a ver

Desde que el 24 de febrero Rusia invadió Ucrania, diferentes asociaciones se han movilizado para intentar rescatar a los menores de la guerra. Desde Crean, que trabaja con medio centenar de niños ucranios para unas 40 familias ciudadrealeñas, aseguran que la respuesta individual y colectiva es masiva. Unas 15 organizaciones de Andalucía, País Vasco, Cataluña y Asturias, entre otras comunidades autónomas, se han puesto en contacto con ellos para trabajar de manera conjunta. “Estamos al habla con una asociación de Gijón para intentar mandar un autobús, pero no es fácil”, aseguran Ignacio Cabrerizo y Ramón Serrano, secretario y presidente, respectivamente, de la asociación. Se han reunido con la subdelegada del Gobierno, a quien le han trasladado la necesidad de abrir un corredor humanitario que permita la llegada de los niños ucranios y sus familiares.

María Jesús, Juan, Liubava, Yesenia y Varya continúan el viaje de vuelta y, tras una parada en Polonia para descansar, prosiguen su camino hasta Ciudad Real. “El bajón les llegará después, pero están felices de haber salido de ese drama”, dice el matrimonio. “Nuestra vida juntos empieza ahora”.

De turista a refugiado político

Rubén Estúñiga se adelantó a los acontecimientos y antes de que estallara la guerra en Ucrania fue a buscar a Ania, que desde hace ocho años pasa todos los veranos junto a él, su mujer Lorena Escobio y su otro hijo. Sin pensarlo dos veces, compró un billete de avión y se fue hasta Kiev para traer a la niña de 14 años a España, concretamente a la localidad asturiana de Pola de Siero. Al llegar a Kiev los padres de Ania firmaron ante notario la autorización para que pudiese viajar con él. Le hizo un seguro médico. La pertinente PCR. Y viajaron ambos como turistas. Este martes, en la oficina de extranjería de Oviedo gestionaba su petición de asilo. “Tenemos previsto que pase una larga temporada en España y ya hemos iniciado los trámites para su escolarización”, explica Estúñiga.

En una situación normal, para que una familia participe en uno de los programas de acogida de niños ucranios es necesario ser socio de la ONG, pasar una entrevista de selección, recibir formación con un psicólogo, pagar una cuota mensual y cubrir los gastos del viaje del menor. En una crisis humanitaria como la que vive Ucrania la prioridad es salvar sus vidas. Maite Gartzia, de la ONG Chernobilen Lagunak, asegura que no han recibido un protocolo de actuación por parte del Gobierno o las comunidades, pero sí que se están aligerando los procedimientos para traer a España al mayor número de niños. Si ocurriese la desgracia de que los progenitores de estos niños muriesen en Ucrania, desde la ONG entienden que los pasos que seguirían serían los mismos que en España. Intentar contactar con los familiares vivos y, si estos no pueden hacerse cargo, la familia de acogida sería la responsable. Los últimos veranos esta ONG asignaba unos 25 o 30 menores a diferentes familias vascas. El mismo número que han evacuado hasta Rumania para ser recogidos en una semana. “La mayoría de los que conocemos ya están sitiados y se encuentran sótanos de los que no pueden salir”, asegura. Ella misma intenta acoger a cinco hermanos y su madre.

Ante la excepcionalidad del momento debido a la guerra, la situación se encuentra ahora mismo en un limbo y las autoridades están intentando entender qué mecanismos usar para que todos, tanto los padres de acogida como los menores, estén en una situación legal, para poder especificar en un futuro próximo a quién corresponderá la guarda y tutela. La directiva propuesta por la Unión Europea para la acogida ilimitada de refugiados, que se aprobará previsiblemente el jueves, en cualquier caso tiene como principio facilitar la reagrupación familiar.

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