El cisma del PP llega a la calle y 3.000 personas se manifiestan contra Casado en la sede del partido

Partidarios de Ayuso, convocados por redes sociales, rodean el edificio de la calle Génova y aclaman a la presidenta madrileña como aspirante a La Moncloa

Manifestantes, este domingo, frente a la sede del PP en la calle Génova de Madrid para mostrar su apoyo a Isabel Díaz Ayuso.Foto: Andrea Comas | Vídeo: EPV
Madrid -

No eran airados izquierdistas, sino parte del pueblo de la derecha, pertrechado con sus banderas de España y en rebelión abierta contra el partido que los ha representado durante décadas. Hubo pocos calificativos que se ahorrasen para vilipendiar a Pablo Casado: cobarde, traidor, bandido, pelele, fracasado, mafioso, niñato, cómplice de Sánchez… Todo eso se ha escuchado en los cánticos y leído en las pancartas de las 3.000 personas que, según la Delegación del Gobierno, han llevado a la calle, a las puertas mismas de la sede nacional del PP, el ...

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No eran airados izquierdistas, sino parte del pueblo de la derecha, pertrechado con sus banderas de España y en rebelión abierta contra el partido que los ha representado durante décadas. Hubo pocos calificativos que se ahorrasen para vilipendiar a Pablo Casado: cobarde, traidor, bandido, pelele, fracasado, mafioso, niñato, cómplice de Sánchez… Todo eso se ha escuchado en los cánticos y leído en las pancartas de las 3.000 personas que, según la Delegación del Gobierno, han llevado a la calle, a las puertas mismas de la sede nacional del PP, el cisma en el gran partido de la derecha española. Una multitud enfurecida con Casado y entregada con entusiasmo a Isabel Díaz Ayuso. “¡Oa, oa, oa, Ayuso a La Moncloa!”, gritaban en honor de la presidenta madrileña, ausente y en silencio mientras sus seguidores cubrían de improperios al líder del partido.

El ya envejecido edificio del número 13 de la calle Génova ha sido testigo de noches triunfales y de protestas de sus adversarios políticos. De las segundas, ninguna como la de aquella muchedumbre que la cercó un 13 de marzo de 2004 espoleada por las fake news -entonces aún no se les llamaba así- del Gobierno de Aznar sobre la autoría de la matanza de Atocha. Lo que nunca había visto ese edificio en venta, símbolo de lo mejor y de lo peor de la historia del PP, era a otra multitud indignada y esta vez surgida de sus propias filas, un gentío que cortó el tráfico y rodeó también la sede del partido, cerrada a cal y canto y protegida por un nutrido contingente policial.

Allí no había dirigentes políticos conocidos, solo militantes y simpatizantes de a pie y de todas las edades. La manifestación había sido convocada a través de las redes sociales por los partidarios de Ayuso, que no hizo ningún pronunciamiento público, ni para alentarla expresamente ni para disuadir a su hinchada. Los llamamientos para concentrarse ante las sedes del PP en otras ciudades españolas apenas han tenido repercusión, al contrario que en Madrid, donde los gritos y las pancartas caseras, con retales de fotos y escritas a rotulador, ofrecían la estampa de una protesta espontánea. Otros grupos parecían más organizados, como los que enarbolaban carteles de imprenta con una imagen de Ayuso y el lema “Moncloa 2023″.

La presidenta madrileña lo copaba casi todo en los gritos, los lemas escritos y las conversaciones, con algún hueco para otros dirigentes enfrentados a la dirección como Cayetana Álvarez de Toledo. En una de las pancartas más próximas a la sede figuraba también la foto del gallego Alberto Núñez Feijóo, el barón territorial más activo en la crisis, que no suscitaba tanta unanimidad. “¡Pero si es ese es nacionalista!”, protestaba uno. “¡Que se vaya con los narcos!”, gritaba otro. Muy cerca, un grupo portaba una bandera gallega mientras coreaba “¡Galicia con Ayuso!”. Entre los gallegos se encontraron por casualidad dos de Vigo, una señora que se identificó como de una conocida familia de conserveros de la ciudad y un señor que también dijo ser empresario. El hombre le reveló:

-Yo vivo aquí, pero estoy esperando que pongan a Ayuso para que obligue a Feijóo a bajar el impuesto de patrimonio y volver allá.

Manifestantes frente a la sede del PP, este domingo. Victor Sainz

Aparte de Casado, la otra gran diana fue su secretario general, Teodoro García Egea, fustigado incluso en peores términos que su jefe. “¡Egea a prisión!”, gritaba una señora en la primera fila junto al edificio, antes de dirigirse a los que la rodeaban: “¡Y lo que han dicho de Vox! ¡Si esa es nuestra derecha, la que defiende España!”. Unos metros más adentro, en el corazón de la multitud, un hombre en la sesentena, tocado con una visera rojigualda, explicaba a sus interlocutores: “Yo he militado 30 años en el PP, ahora ya no, ahora soy de Santiago Abascal Conde. Pero he venido aquí porque no hay derecho a esto”.

Una tesis corría de boca en boca y de cartel en cartel: que detrás de las acusaciones contra Ayuso se esconde una maniobra de La Moncloa. “Yo creo que esto ha sido cosa de Bolaños [Félix, ministro de la Presidencia]”, comentaba una mujer en la treintena que solo se identificó como Paloma y que, al igual que todos, restaba hierro al caso del hermano de Ayuso que se benefició de la venta de mascarillas a su Gobierno en lo peor de la pandemia: “Era un momento de urgencia, se necesitaban mascarillas, todo el mundo hizo lo mismo. También Bolaños y Ábalos. ¿Y el millón que se ha llevado el hermano de Ximo Puig? ¿Y Ada Colau? ¿Y Óscar López [jefe de gabinete de Sánchez] cuando estaba en Paradores?”.

Solo otra pancarta exhibida en las primeras filas ante la puerta de la sede contenía un mensaje conciliador: “PPaz”. En un momento dado, la multitud se acordó de la gran proclama de Ayuso y empezó a corear “¡libertad!¡libertad!”. El ayusismo ya puede acuñar un nuevo dilema: Casado o libertad.

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