En Teruel sí hay otorrinos, pero cuesta mucho retenerlos
Pacientes y políticos reaccionan ante las inesperadas declaraciones del presidente de la banca española sobre la falta de médicos de la población aragonesa a diferencia de entidades financieras
Conchita aguarda su turno en la sala de Otorrinolaringología del hospital público Obispo Polanco de Teruel. Lleva varias visitas y asegura que no ha tenido ningún problema de atención. Ella solo puede hablar de su caso, insiste, pero es conocedora de las numerosas quejas en la población aragonesa de 35.000 habitantes por la falta de médicos de esta especialidad, una de las más demandadas por los pacientes. Desconocía, sin embargo, las ...
Conchita aguarda su turno en la sala de Otorrinolaringología del hospital público Obispo Polanco de Teruel. Lleva varias visitas y asegura que no ha tenido ningún problema de atención. Ella solo puede hablar de su caso, insiste, pero es conocedora de las numerosas quejas en la población aragonesa de 35.000 habitantes por la falta de médicos de esta especialidad, una de las más demandadas por los pacientes. Desconocía, sin embargo, las inopinadas declaraciones sobre el asunto vertidas el pasado miércoles por el presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José María Roldán. Han sido sido objeto de críticas por mezclar la banca y la sanidad, pero también han vuelto a poner el foco en unos problemas compartidos con otras pequeñas ciudades de la llamada España vacía.
El representante de la patronal bancaria estaba presentando un plan de choque para mejorar la atención a las personas mayores, después de la campaña que reclama una atención más humana de las entidades financieras. Entonces, visiblemente contrariado, puso de ejemplo su ciudad natal: “En Teruel sigue habiendo bancos, lo que no hay son otorrinos en el hospital público. Los jubilados pueden ir a las sucursales bancarias, pero no tengas un problema con un otorrino en Teruel, porque ahí te has metido en un lío”.
Este jueves por la mañana sí había otorrinos en la consulta del hospital público y también pacientes como Conchita o como el maestro que prefería no opinar porque era la primera vez que acudía. También había oído las declaraciones, al igual que los dos amigos jubilados que pasaban por la puerta principal del hospital. “Pues el señor de la banca tiene toda la razón, porque hay muchos problemas en el servicio de otorrino. Yo los he sufrido. No había personal y la jefa que ya se fue a su plaza de Zaragoza no podía con todo ella sola. Pero igual que digo eso, también tengo que decir que en dermatología no he tenido ningún problema”, comenta Rafael.
A su lado, Mariano asiente con matices: “A mí lo no me ha gustado es cómo ha mezclado la sanidad en la conversación cuando se estaba hablando de otro problema que también padecemos nosotros. Les hemos hecho ricos y les dejamos hacer lo que quieren”. Ambos coinciden en que sin la lucha de la gente no se consigue nada, como demuestra que los bancos “han empezado a mover ficha” tras la campaña popular.
Desplazados de Zaragoza
Los otorrinos que pasan ahora consulta son médicos desplazados de Zaragoza, contratados para cubrir las plazas que han dejado los facultativos al optar por otros destinos, normalmente una ciudad más grande. Precisamente, el miércoles se asignaron dos plazas de otorrino para el hospital público de Teruel y la tercera quedó vacante. Ahora deberán confirmar la plaza y ocupar sus puestos de trabajo
“Hay mucha más demanda que oferta y un déficit estructural de especialistas”, comenta Félix Pradas, director de coordinación asistencial del salud del Servicio Aragonés de Salud. “Intentamos estabilizar las plantillas para hospitales periféricos con plazas en propiedad como incentivo. Pero no es fácil. Los profesionales que se forman en una especialidad prefieren no perder el contacto con el hospital de referencia en el que se han formado, en este caso, el Miguel Servet, de Zaragoza. Por eso estamos pensando en contratos mixtos”.
Pradas sostiene que son conscientes del problema de los otorrinos en el hospital de Teruel, al decidir dos profesionales cambiar de trabajo en menos de un año y quedarse una tercera con una evidente sobrecarga de trabajo. Ahora bien, quiere dejar bien claro una cuestión: “Teruel nunca ha estado sin otorrino; esa afirmación no se ajusta a la realidad. De una manera u otra hemos dado servicio. No me parece un argumento para tapar otro problema. Un cajero en la España vaciada se soluciona con dinero; encontrar un otorrino no es tan fácil y se necesita tiempo”.
La plaza del Torico es la más popular de Teruel. La mañana es fría pero el solo calienta y bajo sus rayos se sientan la gran mayoría de vecinos que están tomando café sobre el mediodía. Como tres trabajadores jubilados del hospital Obispo Polanco que coinciden con la opinión del representante de la patronal bancaria en el sentido de que “no hay suficiente personal”. “Esto pasa ya desde hace unos ocho años: vienen algunos médicos, hacen guardias y se van. Cada vez quieren venir menos médicos a las pequeñas ciudades”, apuntan. A diferencia de otros vecinos, las dos mujeres y el hombre consultados, que prefieren no dar sus nombre, aseguran no tener ningún problema en el trato con los bancos. “Aquí nos conocemos casi todo, y siempre tienes a algún familiar en un banco que te puede facilitar las cosas”, comenta una antigua enfermera.
Manuel Gimeno es médico jubilado y trabajó en la UCI del Obispo Polanco, además de fundador y portavoz de Teruel Existe. Lleva años denunciando la falta de recursos y los problemas de traslados a Zaragoza, a 170 kilómetros de Teruel, para intervenciones que no se pueden realizar en el único hospital público de Teruel (la actividad del Hospital San José es sociosanitaria). Relata una operación en la que hubo que trasladar a un paciente solo porque no había un otorrino de guardia esa noche para resolver un problema leve en el Obispo Polanco, cuyas instalaciones, además, son de las más antiguas de España. Recuerda que los primeros planes de construcción de un nuevo hospital se remontan a los años ochenta. Ahora, por fin, se está erigiendo el edificio cuya conclusión se prevé para 2023, al igual que el nuevo hospital de Alcañiz, la otra ciudad de la provincia turolense con hospital público.