Audio | El topo de Kitchen: “Las vigilancias en el domicilio de Bárcenas eran continuas”
El juez preguntó al exchófer del extesorero si la trama de espionaje la había gestado el propio PP
A principios de julio de 2013, cuando Luis Bárcenas amenazaba con tirar de la manta por primera vez, el Ministerio del Interior puso en marcha la Operación Kitchen, una trama policial financiada con fondos públicos de espionaje al extesorero popular sin ningún tipo de control judicial y que tenía por presunto objetivo arrebatarle documentos comprometedores para altos cargos del partido conservador. Ese despliegue incluyó la captación como confidente de su chófer, Sergio Ríos, quien detalló...
A principios de julio de 2013, cuando Luis Bárcenas amenazaba con tirar de la manta por primera vez, el Ministerio del Interior puso en marcha la Operación Kitchen, una trama policial financiada con fondos públicos de espionaje al extesorero popular sin ningún tipo de control judicial y que tenía por presunto objetivo arrebatarle documentos comprometedores para altos cargos del partido conservador. Ese despliegue incluyó la captación como confidente de su chófer, Sergio Ríos, quien detalló el pasado 25 de noviembre los permanentes seguimientos que se hicieron al también exsenador y su entorno. “Las vigilancias en el domicilio de Bárcenas eran continuas”, detalló a Manuel García-Castellón, instructor de la Audiencia Nacional, según el audio de su declaración, al que tuvo acceso EL PAÍS.
A lo largo de cerca de dos horas y durante dos días seguidos, Ríos relató al juez que los agentes bajo las órdenes de dos de los comisarios imputados —José Manuel Villarejo y Enrique García Castaño— le solían dar el alto para registrar el vehículo del extesorero. “En una semana me podían parar tres, cuatro o cinco veces”, aseguró: “Normalmente era cuando iba a hacer un recado o me llamaban o algo. Me paraban y yo ya sabía quiénes eran. Unas veces estaba García Castaño y otras Villarejo. Y mientras yo despachaba con ellos, me revisaban el coche: maleteros, los asientos... Nunca vi que se llevaran ninguna documentación”, contó al magistrado del caso Kitchen.
En su declaración, donde el juez le llega a preguntar si cree que la operación parapolicial se pudo gestar en el propio PP y no en Interior —“Señoría, no creo en las casualidades”, respondió el antiguo chófer—, Ríos comenta que Villarejo siempre aseguraba que recibía órdenes de Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior del Gobierno de Mariano Rajoy, y que solía despachar con él. Además, tras admitir que cobró cerca de 50.000 euros de los fondos reservados, el conductor especificó que sus controladores le preguntaban mucho si Bárcenas guardaba información de cargos populares como Rajoy; María Dolores de Cospedal, ex secretaria general del PP; o José María Aznar, expresidente del Ejecutivo.
¿Qué personalidades le dijeron que sabían que cobraba de los fondos reservados? “Villarejo me explicó, y esto era una garantía, que [el uso de este dinero público] demostraba lo importante de este operativo y lo alto que estaba autorizado desde el Ministerio del Interior. Y que la partida estaba firmada por la Secretaría de Estado”, responde el chófer a su abogado en un momento del interrogatorio. ¿Le dijo que el ministro y el secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, tenían conocimiento? “Sí. Y que si no, no podían efectuarse”, remachó Ríos, que narró cómo le enseñaron también fotografías de vigilancias prácticas en la puerta del despacho del abogado de Bárcenas para que intentara “reconocer quien salía”.
La investigación de la trama Kitchen se ha convertido en un terremoto. El inspector jefe Manuel Morocho, principal investigador de la trama Gürtel, ha relatado también esta semana todas las “presiones” y trabas que recibió para intentar frenar la investigación que cerca al PP desde 2009. El agente ha contado al juez cómo le instaban a modificar sus informes; cómo le conminaban a eliminar los nombres de los dirigentes populares; cómo trataron de comprarlo; cómo quisieron colocarle un topo en su grupo; y cómo lo sobrecargaban de trabajo para frenar los avances de las pesquisas. A tal dimensión llegó el boicot, que Morocho ha desvelado este viernes que el juez instructor de Gürtel, Pablo Ruz, temía que le estuviesen espiando y le pidió buscar micrófonos en su despacho. Fuentes del entorno de Ruz lo confirman.