Sumnia se queda sin abrazar a su padre en Casablanca
La cancelación de la Operación Paso del Estrecho afectará a más de 3,3 millones de viajeros a Marruecos y deja a las familias más humildes sin viaje
Sumnia Medouen se convertía en una hormiguita unas semanas antes de cruzar el estrecho de Gibraltar cada verano. “Llevaba ropa para mis hermanos, vestidos para mis hermanas… El último año hasta compré una alfombra en rebajas”, detalla con nostalgia la trabajadora del hogar, de 52 años. Todo encajaba como piezas de Tetris en el monovolumen gris en el que ella, su marido Said y su hija Mariam cruzaban los 1.079 kilómetros que separan Madrid, la capital en la que el matrimonio reside, de Casabla...
Sumnia Medouen se convertía en una hormiguita unas semanas antes de cruzar el estrecho de Gibraltar cada verano. “Llevaba ropa para mis hermanos, vestidos para mis hermanas… El último año hasta compré una alfombra en rebajas”, detalla con nostalgia la trabajadora del hogar, de 52 años. Todo encajaba como piezas de Tetris en el monovolumen gris en el que ella, su marido Said y su hija Mariam cruzaban los 1.079 kilómetros que separan Madrid, la capital en la que el matrimonio reside, de Casablanca, la ciudad marroquí en la que ambos nacieron. Pero, este año, Medouen no tiene ningún regalo guardado porque ya se veía venir que este agosto, y ya van dos, tampoco habrá Operación Paso del Estrecho (OPE) para ellos.
El anuncio de Marruecos de cancelar el mayor operativo de viajeros de Europa deja a más de 3,3 millones de personas de origen o con ascendencia marroquí en una difícil encrucijada. Tendrán que hacer como Medouen y anular su visita, hacer el traslado en avión a partir del próximo 15 de junio o recurrir a los puertos de Sète (Francia) y de Génova (Italia) para salvar los kilómetros que les separan de su familia. Para los más de un millón de ciudadanos originarios del país norteafricano que viven en España, la elección queda restringida a la primera o la segunda vía, una vez que el país vecino haya confirmado que en sus planes no entra incluir a las infraestructuras portuarias españolas. “En España no hay posibilidad de viaje en barco. Los precios de los aviones hoy son más o menos manejables, pero dependen de empresas privadas que pueden poner los precios que quieren y los más perjudicados son las familias humildes que suelen ir en coche”, reflexiona Ahmeh Khalifa, un tetuaní de 42 años residente en Málaga y presidente de la Asociación Marroquí para la Integración de los Inmigrantes.
Hace ya 23 años que Medouen llegó al puerto de Algeciras sola, con lo puesto y como “ilegal”, tal y como ella rememora. Con los años, dejó de asociar a esa enorme nave nodriza de grúas y megacontenedores con ese primer recuerdo amargo, para unirlo a vivencias alegres de viajes al reencuentro con su padre, viudo desde hace unos años. “Pero este año tampoco puede ser y ya son dos años sin verle. Estamos aburridos, pero, gracias a Dios, estamos bien”, explica resignada la mujer al otro lado del teléfono. Khalifa también era usuario habitual de la infraestructura algecireña, lleva el mismo tiempo sin ver a su gente y ahora no sabe qué hacer: “Tenía ganas de ir. La opción para mí es ir con avión desde Málaga, he estado viendo los precios y varían de los 29 a los 150 euros”.
A diferencia del pasado verano, este año Marruecos sí permitirá a los suyos coger vuelos desde España hasta su territorio, siempre que vayan con una PCR negativa o con certificado de vacunación. Por eso, Anas El Hadri, un tetuaní de 43 años y mediador intercultural en Sevilla, tiene claro que no va a desaprovechar la ocasión para poder abrazar a los suyos, acompañado de su pareja y de su hijo. “Desde 2004 hemos ido todos los años en coche desde Algeciras a Ceuta [para salir por la frontera terrestre, ahora también cerrada]. Calculamos que el vuelo nos costará 280 euros con las maletas. Desde Sevilla hasta Tetuán me gastaba lo mismo o más con el coche, entre ida y vuelta”, reflexiona El Hadri.
El último año en el que El Hadri, Khalifa y Medouen cruzaron con sus coches en ferris destino a África, en 2019, hasta 3.340.045 pasajeros y 760.215 vehículos —entre las entradas y salidas— optaron por viajar bajo el paraguas de la OPE, activa durante los meses de verano desde el año 1986. De los siete puertos peninsulares españoles en los que se activaba, el 70% de los desplazamientos se producía a través de los puertos de Algeciras y Tarifa, dependientes de la misma autoridad portuaria. Este lunes, su presidente, Gerardo Landaluce, mostró su “preocupación” por como la cancelación afectará a las navieras, agencias de viajes y a las contrataciones temporales de los más de 21.000 profesionales que hacían falta cada verano. “Estaremos muy pendientes por si más adelante se abren las conectividades de frontera marítima”, ha apuntillado el presidente del puerto algecireño.
Aunque las medidas adoptadas por Marruecos se parecen a las que tomó el verano pasado, este año se han producido con mejores datos epidemiológicos y en medio de una tensa crisis diplomática con España que tuvo su punto álgido a mediados de mayo con la llegada masiva de migrantes a Ceuta, ante la permisividad marroquí. El Ministerio de Exteriores ha intentado restar hierro a la suspensión y la ha desvinculado del actual conflicto entre los dos países, informa Miguel González. “Es una decisión que respetamos y que se produce en un contexto de pandemia en la que hay que extremar la máxima seguridad”, señalan. La OPE se ha hecho “durante años con mucho éxito gracias a la estrecha colaboración de Marruecos y España y esperamos repetirlo en próximas ocasiones”, concluyen las mismas fuentes.
Ajena a si se queda en Madrid “por el lío o por la covid”, Medouen solo sabe que este año difícilmente podrá abrazar a su padre. “Lo intentaré en Navidad o en Semana Santa, a ver si entonces puede ser. Pero tiene que estar claro, si cierra la frontera y me pilla allí… Yo tengo un trabajo aquí”, avanza la empleada del hogar. A centenares de kilómetros, El Hadri ya busca vuelos para el verano de reencuentros que, en su caso, sí podrá ser: “Estoy deseando. Mi contrato termina el 30 de junio y quiero ir a ver a mis padres a mediados de julio, para la Fiesta del Cordero”. Una y otro, dos caras de un agridulce paso del Estrecho.