2020, el año más letal de la ruta canaria

De enero a diciembre perecieron en el Atlántico un cuarto de todos los muertos registrados en esta ruta en los dos últimos decenios

Un grupo de personas rinde homenaje el martes en la orilla de la playa de Las Canteras a la niña que falleció el domingo pasado, tras haber sido rescatada en estado crítico de una patera.Ángel Medina G. (EFE)

El viaje en patera o cayuco hacia las islas Canarias es la forma más peligrosa de llegar a Europa. Por cada 26 personas que consiguieron desembarcar en el archipiélago en 2020, una murió o desapareció en el intento. Los datos, calculados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), muestran que hay más posibilidades de morir en esta travesía que en la mediterránea que conecta Libia e Italia, tradicionalmente ...

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El viaje en patera o cayuco hacia las islas Canarias es la forma más peligrosa de llegar a Europa. Por cada 26 personas que consiguieron desembarcar en el archipiélago en 2020, una murió o desapareció en el intento. Los datos, calculados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), muestran que hay más posibilidades de morir en esta travesía que en la mediterránea que conecta Libia e Italia, tradicionalmente la más mortífera. El informe de la organización, que se ha publicado este viernes, también revela que solo el año pasado perecieron en el Atlántico un cuarto de todos los muertos registrados en esta ruta desde que se tuvo constancia del primer naufragio, en 1999.

En aquella patera, la del primer naufragio, viajaban más de 12 personas. Antes de hundirse, navegaba a solo 300 metros de tocar la costa de Fuerteventura. El patrón de la embarcación quiso evitar un tramo concurrido y se desvió. Fue cuando la barca chocó contra una roca y un hombre cayó al agua. El resto de ocupantes, todos marroquíes, se asomaron por la borda para intentar salvarlo y la frágil embarcación volcó. Nueve personas murieron. Aquella tragedia marcaba apenas el inicio de dos decenios de muertes, según el informe de la OIM Migración Marítima, hacia Europa. Esta tragedia recuerda la que sucedió en noviembre de 2020, cuando una patera en la que viajaban 36 personas chocó contra las rocas de la escollera del puerto de Órzola, en el norte de Lanzarote. La embarcación volcó a escasos metros del muelle y ocho migrantes murieron. 2021 también ha empezado de forma trágica. Solo la semana pasada perdieron la vida tres personas de tres pateras que llegaron a Canarias. Entre ellos, la pequeña Nabody, de 24 meses, que llegó al muelle de Arguineguín con hipotermia grave y en parada cardiorrespiratoria; un varón que viajaba en otra embarcación junto a su mujer embarazada; y un hombre cuyo cadáver había sido tirado al mar mientras la patera seguía navegando. El registro de datos de migrantes desaparecidos de la OIM reporta hasta marzo de este año 30 muertes en la zona oeste de África.

El aumento de las llegadas el año pasado ha traído consigo un incremento de muertes de migrantes en su intento de llegada a Canarias: han sido 849 solo en 2020, según la OIM. Entre la mitad de septiembre y noviembre se registraron al menos 472 decesos, de acuerdo al informe, que señala lo difícil que es la recuperación de los cuerpos de las personas que pierden la vida en el océano: solo 185 pudieron ser rescatados, entre ellos 69 mujeres y seis niños. Unos 660 se han perdido en el mar. Un año antes se registraron 210 fallecidos y entre 2014 y 2018 menos de 50 cada año.

El año 2020 quedará marcado para la historia como el más mortal para los migrantes que intentan esta ruta migratoria, y el segundo con más llegadas al archipiélago tras la llamada crisis de los cayucos en 2006. Desde 2009, las cifras de entradas habían permanecido relativamente bajas, en parte gracias a los acuerdos de España con los países de origen de los migrantes. Sin embargo, el estallido de la pandemia, el endurecimiento de los controles y el cierre en el paso fronterizo entre Marruecos y España en Ceuta y Melilla han aumentado los intentos de cruce, según el análisis de la organización. La costa oeste africana se ha convertido en una válvula de escape que en el mes de septiembre registró más de 2.000 llegadas al archipiélago, hasta superar las 8.000 en noviembre.

La ruta hacia las islas Canarias es una travesía larga y peligrosa en mar abierto. La mayoría de las pateras salen de Dajla (Sahara Occidental), a aproximadamente 450 kilómetros; de Nuadibú (Mauritania), a 775 kilómetros; o más de 1.000, desde Saint Louis y Mbour (Senegal). El informe de la OIM detalla que las personas que se embarcan en esta odisea de varios días e incluso semanas en las pateras, con pocos alimentos y agua, son en buena parte pescadores y agricultores que huyen de la pobreza causada por las afectaciones de la pandemia en sus países de origen.

La OIM denuncia que las muertes en esta ruta del Atlántico son muchas más que las 3.163 que se tienen documentadas desde aquel primer naufragio en 1999. El informe pone de ejemplo la estimación que hizo la ONG Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, que refleja que una de cada tres pateras desapareció en el trayecto en 2006, cuando llegaron a Canarias más de 30.000 migrantes. Ese año fallecieron unas 206 personas según recogió la SER en 2014. En 2020, al menos cinco naufragios quedaron fuera de los datos oficiales. Dado que difícilmente se llevan a cabo operaciones de rescate en la zona, queda fuera del registro una gran parte de los hundimientos de pateras. Muchos solo se conocen tiempo después gracias al contacto que tienen las ONG con las personas que siguen a la búsqueda de un familiar que intentó cruzar por la mortal puerta atlántica de Europa.

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