Bélgica extraditará a la etarra Natividad Jáuregui, perseguida por un asesinato cometido en 1981

La fugitiva, que comparte defensa con Puigdemont, llevaba cerca de cuatro décadas huida

Las hijas de Ramón Romeo, presuntamente asesinado por la etarra Natividad Jáuregui Espina, en la Fundación Víctimas del Terrorismo en 2017.A. B.

La etarra Natividad Jáuregui, residente en la ciudad belga de Gante, será entregada a España después de que el Tribunal de Casación de Bélgica rechazara este martes un recurso de sus abogados. Jáuregui, alias Pepona, llevaba casi cuatro décadas fugada de España y la Audiencia Nacional la reclama para juzgarla por el ...

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La etarra Natividad Jáuregui, residente en la ciudad belga de Gante, será entregada a España después de que el Tribunal de Casación de Bélgica rechazara este martes un recurso de sus abogados. Jáuregui, alias Pepona, llevaba casi cuatro décadas fugada de España y la Audiencia Nacional la reclama para juzgarla por el asesinato del teniente coronel Ramón Romeo Rotaeche en 1981. La decisión resulta una novedad en la tradicional postura de los tribunales belgas, por lo general poco amigos de las extradiciones, los cuales habían rechazado hasta en tres ocasiones las euroórdenes cursadas por el tribunal español.

“Solo puedo confirmar que la Corte ha rechazado la apelación”, han asegurado desde la oficina de Paul Bekaert, el abogado que ha llevado la causa de Jáuregui, en la que han asegurado que “podría” suceder de hecho la extradición. Los plazos legales para llevarla a cabo y entregarla a las autoridades españolas varían entre 10 y 60 días en función de si la acusada da o no su consentimiento, según ha recogido EFE al adelantar la noticia.

Coincidencia

Con el caso cerrado, Jáuregui ya no podría interponer nuevos recursos ante la justicia del país, por lo que en teoría queda la vía abierta a la extradición. Se da la circunstancia de que Bekaert ejerce también como abogado del expresident de la Generalitat Carles Puigdemont y sus exconsejeros huidos en Bélgica y también reclamados por la justicia española.

Jáuregui, que ronda hoy los 62 años, estuvo más de 30 años en las sombras de la clandestinidad hasta que fue detenida en Bélgica en 2013, donde se había instalado tras vivir en México y Francia. Entonces pesaban dos Órdenes Europeas de Detención y Entrega por su supuesta implicación como miembro del comando Vizcaya en la muerte de seis agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en 1981, entre ellas la del citado teniente coronel Romeo, que murió de un tiro en la nuca al salir de una misa en Bilbao. El proceso de extradición se saldó entonces con la victoria de Jáuregui: los tribunales belgas consideraron que se podrían vulnerar los derechos fundamentales de la reclamada si era enviada a España.

El año pasado el caso dio un vuelco, cuando el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, dictaminó en una sentencia que Bélgica no había cumplido “con la obligación de cooperar con España” para esclarecer el asesinato, y condenó a Bruselas a indemnizar a la familia del coronel Romeo, los cuales habían interpuesto una demanda en 2017, ante lo que que consideraban una “provocación”: que Jauregui estuviera en libertad en Bélgica y viviendo “como una reina” cuando era “una asesina con todas las letras”, según aseguró la familia de la víctima entonces. Tras esta decisión de Estrasburgo, España cursó una nueva euroorden, la actual, ante la que la presunta etarra se ha quedado ya sin recursos.

Jáuregui vivía desde hace años bajo una identidad falsa en la ciudad de Gante, una urbe comercial próxima al mar en la rica región flamenca del país de los belgas. Habría pasado ya por esta localidad en los ochenta, antes incluso de viajar a México y Francia, pero se instaló finalmente en 2003. Allí trabajó en diferentes cafeterías y restaurantes, incluso colaboró en la elaboración de un libro de cocina, y, cuando fue detenida en 2013, tenía repleto su perfil en redes sociales con decenas de platos y recetas de alta gastronomía. Abrió incluso un local propio y vivía “sin esconderse”, aseguraba hace unos días la radio y televisión pública belga RTBF.

Cuando fue detenida, sus vecinos no daban crédito, según recogió la Vanguardia en crónicas de entonces: “Pero si es una mujer de lo más amable...”, decía sorprendida una octogenaria que residía al lado.


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