Crónica

¿Y si la coalición es lo más estable?

Un Gobierno al que se daba poca vida apunta ahora a agotar la legislatura y romper un ciclo de inestabilidad en España desde 2015

Sánchez, Calvo, Iglesias y Calviño aplauden a María Jesús Montero este jueves en el Congreso.Efe

Todo empezó el 20 de diciembre de 2015. España, uno de los países políticamente más estables de Europa —todos los presidentes duraban 8 años, 14 en el caso de Felipe González— entró en una fase de inestabilidad desconocida. Mariano Rajoy perdió 63 escaños esa noche y se quedó en 123, sin margen para formar mayorías. “Vamos hacia un Parlamento italiano, pero sin italianos que lo gestionen” ironizó González. Y acertó. Cuatro elecciones en cuatro años, una moción de censura, unos Presupuestos en cinco añ...

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Todo empezó el 20 de diciembre de 2015. España, uno de los países políticamente más estables de Europa —todos los presidentes duraban 8 años, 14 en el caso de Felipe González— entró en una fase de inestabilidad desconocida. Mariano Rajoy perdió 63 escaños esa noche y se quedó en 123, sin margen para formar mayorías. “Vamos hacia un Parlamento italiano, pero sin italianos que lo gestionen” ironizó González. Y acertó. Cuatro elecciones en cuatro años, una moción de censura, unos Presupuestos en cinco años...

Cuando Pedro Sánchez fue elegido presidente en enero de este año con una inédita coalición y con solo dos escaños de margen —167 síes, 165 noes— todos los análisis coincidían en que el ciclo de inestabilidad había venido para quedarse. Y sin embargo, la votación de este jueves, con 198 “noes” a las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos de un total de 350 escaños, ha supuesto un giro radical que ya venía fraguándose desde antes del verano. Y una pregunta recorre ahora los comentarios de pasillo en el Congreso: ¿Y si el Gobierno de coalición, supuestamente el más endeble desde la recuperación de la democracia, es el que acaba con el periodo de inestabilidad?

Partidarios y detractores del Ejecutivo de Sánchez discuten sobre la gestión del Gobierno, pero de un lado y otro empiezan a coincidir en que, salvo sorpresas derivadas de una grave crisis económica cuyas consecuencias nadie puede predecir, se están creando las condiciones políticas necesarias para agotar la legislatura con holgura.

Las próximas tres semanas son las más importantes para lograrlo. Todo el Gobierno está ya en marcha para una compleja negociación a 12 bandas —tantas como posibles apoyos a estos Presupuestos de grupos tan dispares como PNV, ERC, Ciudadanos, Bildu, PdeCAT, Compromís, BNG, Más País, Nueva Canaria, Coalición Canaria, PRC, Teruel Existe— en la que la clave estará como siempre en cuestiones de infraestructuras locales, asuntos sociales y fiscales relevantes —el PNV y Ciudadanos presionan mucho para acabar con el impuesto al diésel, por ejemplo— y temas de fondo ajenos a las Cuentas donde es muy difícil poner de acuerdo a todos esos grupos —Bildu insiste mucho en la reforma laboral—.

Nada está hecho en política hasta que se vota. María Jesús Montero, la ministra de Hacienda, y Nacho Álvarez, el hombre fuerte de Unidas Podemos en cuestiones económicas, tienen encima de la mesa decenas de peticiones de grupos que se convertirán en enmiendas. Habrá cesiones por todas partes y será muy complicado mantener esos 198 votos o incluso ampliarlos —hay grupos que presentan enmienda a la totalidad, como el BNG o CC, pero están dispuestos a negociar— pero nadie duda de que habrá Presupuestos. Y con ellos se consolidará un bloque de Gobierno que, según analizan varios miembros del Ejecutivo del máximo nivel, puede durar incluso más de una legislatura.

Este bloque, además de la coalición y sus 155 escaños, tiene otros dos ejes. Uno está en el País Vasco, donde el PNV siempre está listo para negociar y ahora se suma Bildu, que compite con los nacionalistas en influencia en Madrid.

El otro gran eje está en Cataluña. La decisión de Carles Puigdemont de no presentarse como cabeza de lista en las elecciones catalanas refuerza las opciones de ERC de consolidarse como primer partido y facilitar un acuerdo entre La Moncloa, Vitoria y Barcelona que puede consolidarse para los próximos años. El PNV se mueve mucho más cómodo ahora con ERC que con Puigdemont, aunque su verdadero aliado es el PDeCAT, con quien mantiene el lazo histórico. El PDeCAT también quiere negociar y formar parte de ese nuevo bloque de poder que se está fraguando, con Más País y Compromís como aliados clave.

La gran duda es si Ciudadanos aguantará la presión. Pero lo haga o no, si se refuerza este eje que implica un pacto tácito entre el Gobierno central, el vasco y el catalán, con otros apoyos nacionalistas o regionalistas, el Ejecutivo podrá agotar sin muchos problemas la legislatura. El Gobierno presume de que en todos estos meses durísimos solo ha perdido una votación, la del acceso a los remanentes de los Ayuntamientos. Esta semana se pone a prueba de nuevo ese bloque con la ley de educación, que saldrá con el bloque de la investidura y sin Ciudadanos.

Además de estos ejes políticos, hay otro clave para garantizar la estabilidad: el económico. El Gobierno ha superado todos estos meses difíciles con un inédito nivel de acuerdo con la patronal. El Ejecutivo ha firmado seis pactos con ellos y los sindicatos. Hoy estarán todos, Gobierno, patronal y sindicatos, en La Moncloa en un acto de presentación del plan de recuperación con una nueva foto de unidad que contrastará con el choque con el PP, el partido en teoría más cercano al empresariado.

Las batallas de fondo siguen ahí, y tanto la patronal como los sindicatos y los dos sectores del Gobierno velan armas para afrontar la negociación de la reforma laboral, que ya está provocando tensiones internas, pero todos los implicados parten de la misma base: el Gobierno va a durar, y hay que fijar posiciones partiendo de esa base. Contra todo pronóstico, la inédita coalición minoritaria puede ser una fórmula bastante más estable de lo previsto.

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