Una Fiesta Nacional confinada en Palacio bajo el eco de las protestas contra el Gobierno

Sánchez y Díaz Ayuso se ven por primera vez tras el estado de alarma y los ministros de Podemos acuden a su primer 12 de octubre con los Reyes

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (a la izquierda), conversa con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. En vídeo, resumen de los actos por el día de la Fiesta Nacional. Vídeo: EFE | EPV

En la Plaza de la Armería el ambiente era gélido a mediodía de este 12 de octubre. El termómetro marcaba unos 15 grados, aunque en la zona de umbría el efecto térmico era bastante más bajo. Pero donde más se notaba la frialdad era en la tribuna de autoridades. El jefe del Gobierno, Pedro Sánchez, saludó con un gesto, llevándose la mano derecha al corazón, a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso; y el vicepresidente Pablo Iglesias ni siquiera parpadeó cuando el Rey, con uniforme de capitán general del Ejército del Aire, le saludó militarmente como a las restantes autoridades. Era la primer...

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En la Plaza de la Armería el ambiente era gélido a mediodía de este 12 de octubre. El termómetro marcaba unos 15 grados, aunque en la zona de umbría el efecto térmico era bastante más bajo. Pero donde más se notaba la frialdad era en la tribuna de autoridades. El jefe del Gobierno, Pedro Sánchez, saludó con un gesto, llevándose la mano derecha al corazón, a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso; y el vicepresidente Pablo Iglesias ni siquiera parpadeó cuando el Rey, con uniforme de capitán general del Ejército del Aire, le saludó militarmente como a las restantes autoridades. Era la primera vez que Sánchez y Ayuso se encontraban después de que, el pasado viernes, el Consejo de Ministros impusiera el estado de alarma en la Comunidad de Madrid. Y también era el estreno del líder de Podemos en el acto del 12 de octubre, pocos días después de que pusiese en duda la neutralidad política del jefe del Estado.

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La pandemia obligó a suspender el tradicional desfile por el Paseo de la Castellana y a confinar la celebración de la Fiesta Nacional en el mismo lugar donde, el 16 de julio, se celebró el homenaje a las víctimas de la covid-19. También en esta ocasión hubo representantes de los colectivos que luchan en Madrid contra el coronavirus (SAMUR, SUMMA, Bomberos, Protección Civil) y los seis militares condecorados lo fueron por su participación en la Operación Balmis para frenar la pandemia.

El de 2020 ha sido el desfile con menos militares, 527 en total, y con más políticos. Todos los miembros del Gobierno (excepto la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, de viaje en Luxemburgo), los líderes de las principales fuerzas políticas (PSOE, PP, Vox, Podemos y Ciudadanos) y la mayoría de presidentes autonómicos (salvo los de Cataluña y Euskadi, ausentes habituales, Baleares, Aragón y Murcia, este último en cuarentena). El lema de la jornada era “El esfuerzo que nos une”, pero hacía falta mucho esfuerzo para imaginar un verdadero espíritu de unión entre ellos. Nada más concluir el acto, el presidente del PP, Pablo Casado, ha anunciado que su partido pedirá a partir del martes el levantamiento del “injusto y discriminatorio” estado de alarma en Madrid sin esperar a que Sánchez acuda al Congreso a “explicar por qué lo ha puesto en marcha”.

Los reyes Felipe y Letizia, junto a la princesa Leonor y la infanta Sofía, en el Palacio Real.KIKO HUESCA (EFE)

Las medidas de prevención obligaron a los invitados a llevar mascarilla (los Reyes, unas quirúrgicas ordinarias; e Iglesias, una reivindicativa de la sanidad pública) y a evitar el apretón de manos (que en algún caso hubiera resultado incómodo). Para romper hielo mientras esperaban a la familia real, se vio departir a Sánchez, Ayuso, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, la ministra de Defensa, Margarita Robles, y el jefe de la cúpula militar, Miguel Ángel Villarroya. Como vecinos malavenidos en un ascensor, el alcalde se puso a elogiar el cielo de Madrid, que momentos después surcarían los reactores de la Patrulla Águila pintando con humo la bandera de España, aunque un fallo en el sistema de colorantes hizo que uno de los chorros saliera blanco en vez de rojo, desluciendo la imagen más espectacular del acto.

Por su parte, Iglesias, el único desencorbatado, charló animadamente con la presidenta del Senado, Pilar Llop, el presidente del Tribunal Constitucional, Juan José González Rivas, y el del Supremo, Carlos Lesmes, en cuyas manos está el suplicatorio elevado por el juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón para imputarle por el ‘caso Dina’.

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Si el ambiente dentro de los muros del palacio era frío, en la Plaza de Oriente estaba recalentado: cientos de personas se desgañitaban con gritos de “¡Viva el Rey!” y “¡Gobierno dimisión!”. Equipados con banderas de España, se fueron congregando desde primera hora de la mañana al otro lado de la valla que rodeaba el Palacio Real, sin mucho respeto por las normas de distanciamiento interpersonal.

Cuando el desarrollo del acto castrense imponía una pausa de silencio, el murmullo de la multitud se colaba desde el exterior, con algún insulto aislado. Los manifestantes solo se callaron por completo cuando el paso ligero de la Legión, protagonista del acto castrense en el año de su centenario, resonó sobre las losas del patio.

Sin posibilidad de ver la ceremonia que se desarrollaba a pocos metros, los manifestantes esperaron pacientes a que salieran los invitados. Al Rolls Royce que trasladaba a los Reyes lo ovacionaron y vitorearon mientras cruzaba ante la fachada del Palacio Real en dirección a La Zarzuela; a los demás vehículos los despidieron con toda clase de improperios, sin comprobar si en su interior viajaba Pedro Sánchez, Pablo Casado, Pablo Iglesias o Santiago Abascal.

El líder de Vox optó por ponerse el traje institucional y acudir al acto castrense presidido por los Reyes, en vez de sumarse a la caravana motorizada que su partido convocó a la misma hora por el centro de todas las ciudades.

Más de dos horas después del mediodía, cientos de turismos y motos seguían dando vueltas de un extremo a otro del madrileño Paseo de la Castellana haciendo sonar el claxon, enarbolando banderas de España y poniendo el himno nacional a todo volumen. Según fuentes de la Policía Nacional, que montó un dispositivo preventivo, se movilizaron unos 3.000 vehículos (la mitad que en la marcha motorizada de Vox del 23 de mayo), sin que se produjera ningún incidente. La ruidosa caravana del partido ultra ocupó el hueco dejado por la suspensión del desfile de las Fuerzas Armadas en una de las principales avenidas de la capital.

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