El narco artesano que construía fuentes y hornos para enviar droga a Suecia
Los miembros de la organización, que residían en viviendas de lujo en diferentes puntos de la Costa del Sol, intentaban así camuflar cientos de kilos de hachís y marihuana
Herramientas en la pared, materiales de construcción por el suelo y mucha creatividad. Son los ingredientes con los que una organización de narcotraficantes trabajaba para esconder marihuana y hachís que enviaba desde la Costa del Sol hasta los países nórdicos. Para que la droga pasara desapercibida en esos trayectos de 3.000 kilómetros, un artesano de la banda fabricó fuentes ornamentales de jardín, hornos de cerámica, bloques de hormigón, palés especiales, dobles fondos en camiones y otras diversas estructuras a base de metal, c...
Herramientas en la pared, materiales de construcción por el suelo y mucha creatividad. Son los ingredientes con los que una organización de narcotraficantes trabajaba para esconder marihuana y hachís que enviaba desde la Costa del Sol hasta los países nórdicos. Para que la droga pasara desapercibida en esos trayectos de 3.000 kilómetros, un artesano de la banda fabricó fuentes ornamentales de jardín, hornos de cerámica, bloques de hormigón, palés especiales, dobles fondos en camiones y otras diversas estructuras a base de metal, cemento, madera o plástico. Su taller estaba en una nave industrial de San Pedro Alcántara (Marbella), desde donde partían la mayor parte de envíos. De nacionalidad estonia, el artesano ha sido una de las diez personas detenidas en una operación conjunta de Policía Nacional y Guardia Civil en Málaga. Se han incautado 714 kilos de hachís, 226 de marihuana y medio kilo de anfetaminas en polvo.
En otro de los registros los agentes encontraron cajas de galletas con “envases idénticos” a los utilizados por la marca original, según han explicado las fuerzas de seguridad en un comunicado. En cada paquete, en vez de dulces, había 12 gramos de marihuana picada y lista para su consumo. Igualmente, había 80 porros envasados al vacío, que eran enviados a Noruega. Y enseres para continuar con la labor: miles de viales de cristal, plástico y caucho donde guardar los cigarros. En otra vivienda se encontraron máquinas de envasado al vacío, de sellado y elaboración de pastillas, así como etiquetas y otros materiales.
La operación arrancó en marzo cuando la Guardia Civil interceptó en Mijas un paquete con cinco kilos de marihuana y 300 gramos de hachís que tenía como destino Suecia. Dos meses después, la Policía Nacional atajó otro envío, también con cinco kilos de la planta estupefaciente y con rumbo al mismo país. Además del destino y la droga, los paquetes tenían algo en común: eran enviados por la misma persona. Una mujer holandesa residente en Marbella. La investigación posterior permitió averiguar que no era la primera vez que lo hacía. Y que detrás de sus paquetes existía una organización de narcotraficantes asentada en la Costa del Sol, con miembros de diferentes nacionalidades -principalmente suecos- que residían junto a sus familias en viviendas de lujo.
También formaban parte del grupo un individuo de Noruega con domicilio en Benalmádena y varios más de nacionalidad de Letonia. Todos han sido arrestados por pertenencia a organización criminal y tráfico de estupefacientes. A uno de ellos, además, se le intervinieron 135.000 euros en efectivo, supuestamente el pago de uno de los envíos. Fuentes policiales explican que el valor de la marihuana se multiplica con la distancia: si un kilo producido en Andalucía ronda los 1.500 euros, su valor al llegar a Suecia se acerca a los 9.000 euros, seis veces más.
Sin trabajo, pero con vivienda de lujo
El líder de la banda era un ciudadano sueco con numerosos antecedentes en su país. No tenía trabajo, pero vivía en una villa de lujo en Benahavís, al norte de Marbella. Es uno de los aspectos que hace sospechar a los agentes, que comprobaron que solía acudir a varios gimnasios de San Pedro Alcántara para reunirse con otros miembros de su equipo. En ellas, informaba a sus compañeros, cobraba en efectivo los servicios prestados, pagaba a sus subordinados y repartía funciones, ya que él era el encargado de planificar, organizar y supervisar toda la actividad delictiva. Desde el contacto con los proveedores en Marruecos para comprar el hachís a la adquisición en suelo español de grandes cantidades de marihuana. También controlaba las finanzas y blanqueaba las ganancias. Todo ello mediante comunicación encriptada, que también utilizaba para contactar con sus clientes a través de internet.
Entre sus más directos colaboradores se encontraba el dueño de una empresa de transporte. En sus camiones -tipo góndola, es decir, que portan sobre ellos vehículos y maquinaria- se escondía droga. De hecho, en uno de ellos la policía aduanera de Alemania se incautó en mayo de 2019 92 kilos de hachís en el puerto de Lübeck, justo antes de embarcar en un ferry con destino a Suecia. Otro camión fue interceptado en Guadix (Granada) con 342 kilos de hachís ocultos en estructuras que simulaban ser hornos industriales para cerámica. Después de que los perros confirmaran que había droga en su interior, los agentes tuvieron que romper el cemento del que estaban hechos a martillazos.
La organización tenía, además, planes de futuro. Había mantenido ya contactos con “clanes de la cocaína en la selva de Perú”, según han informado los cuerpos policiales, que planeaban enviar hasta España cocaína para su posterior distribución. La crisis sanitaria y su posterior cierre de fronteras, truncó este negocio. La operación ha sido desarrollada por Guardia Civil y Policía Nacional, quienes han contado con la colaboración de cuerpos de seguridad de Suecia, Noruega, Bélgica, Holanda, Alemania, Reino Unido, Polonia, Francia y Portugal bajo la coordinación de Europol.