Los dos cargos más relevantes del PP disputan su influencia sobre Casado
Los dos bandos discuten los estatutos que se esgrimen para relevar a Gabriel Elorriaga
“No es una disputa ideológica, entre moderados y el sector duro, es una pelea por el poder”. Esta es la conclusión de un destacado dirigente del PP, de esta época y anteriores, sobre la pugna cada vez más evidente entre los dos cargos más importantes del partido después del líder. En los entornos del secretario general de los populares, ...
“No es una disputa ideológica, entre moderados y el sector duro, es una pelea por el poder”. Esta es la conclusión de un destacado dirigente del PP, de esta época y anteriores, sobre la pugna cada vez más evidente entre los dos cargos más importantes del partido después del líder. En los entornos del secretario general de los populares, Teodoro García Egea, y de la portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, aceptan que sus diferencias no son programáticas y que tienen que ver con su grado de influencia sobre Pablo Casado.
En una comida tras las elecciones locales del año pasado, en la que Pablo Casado convocó a los barones autonómicos en Madrid, a finales de mayo tras una ejecutiva, el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, le soltó a la cara: “Los nombramientos no son neutrales”. Y constató que los nombres y las caras de los principales puestos de un partido tienen carga política. Casado ya tenía planeado entonces designar a Cayetana Álvarez de Toledo como su portavoz en el Congreso, el tercer nombramiento en importancia en el PP, pero el de mayor proyección al estar ahora en la oposición y acaparar mucha atención mediática.
Los principales barones territoriales, que acababan de cosechar un buen resultado que luego se plasmó en poder gobernar en cinco autonomías y muchas capitales gracias a Ciudadanos y Vox, esgrimieron contra la opción de Álvarez de Toledo que el tono adecuado para hacer la oposición al Gobierno central debía ser más suave, centrado, pactista, moderado. Casado no les hizo caso y se atribuyó incluso parte del mérito de aquellos votos en las autonómicas y locales. A finales de julio de 2019, nombró a Álvarez de Toledo, frente a los que propugnaban el estilo más conciliador de la expresidenta del Congreso Ana Pastor o la exalcaldesa de Logroño Cuca Gamarra. Son los mismos nombres y perfiles que los mismos barones así como dirigentes del entorno del secretario general, Teodoro García Egea, han distribuido en estos meses en los que no se ha parado de cuestionar la labor parlamentaria, siempre algo por libre, de Álvarez de Toledo.
La actitud y el talante mostrado en este tiempo por la portavoz, con un discurso propio y en ocasiones ajeno al de la dirección nacional y al de presidentes tan influyentes como el propio Feijóo, tampoco ha ayudado nada a pacificar los ánimos. Álvarez de Toledo acude todas las semanas a las citas que fija Casado con su restringido comité ejecutivo, suele intervenir cuando considera que procede y no siempre para suscribir la línea oficial. Tampoco ha tenido reparos en reconocer sus diferencias públicas con Feijóo y otros dirigentes, como el exlíder vasco Alfonso Alonso, a los que se tiene en el PP como símbolos de la etapa de Mariano Rajoy y de las políticas de no confrontación. Esas discrepancias de estrategias, y sus adhesiones no disimuladas a todo lo que tenga que ver con José María Aznar, sus Gobiernos, las tesis neoconservadoras de la FAES y su apuesta por gobernantes “sin complejos” como Isabel Díaz Ayuso, han situado a Álvarez de Toledo como la adalid del llamado sector duro del PP.
La portavoz popular en el Congreso no discute esa etiqueta hacia fuera del partido, porque además hace gala de enfrentamientos a cara de perro en las sesiones de control con la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, y especialmente con el vicepresidente segundo y líder de Podemos, Pablo Iglesias. Pero en su equipo sí cuestionan que el duelo interno en el PP sea ideológico. Y constatan, además, que Casado no solo nunca la ha desautorizado sino que ha mantenido con ella una interlocución directa, privilegiada, que sienta también muy mal en las proximidades de García Egea, al que tampoco catalogan como un moderado.
“Aquí hay una cuestión obvia de lucha de poder duro y puro, no hay ningún gran problema ideológico de fondo, no ha habido ningún hecho o debate o problema concreto que haya provocado la mala relación entre Egea y Álvarez de Toledo, es solo saber quién manda más, quién tiene más poder”, corrobora un veterano dirigente popular acostumbrado a estas hostilidades clásicas de los partidos. Álvarez de Toledo, que fue un fichaje exprés de Casado, ya provocó este recelo y malestar por su autonomía y carácter en el equipo de Rajoy cuando salió diputada y acabó abandonando el Congreso, con un portazo público a modo de artículo periodístico. Algo muy similar a lo que sucedió con Gabriel Elorriaga, el cargo afín a Álvarez de Toledo, ahora relevado del puesto de jefe de la asesoría parlamentaria, cuando se desmarcó de Rajoy en el momento en que era su portavoz.
En la dirección nacional del PP y en el equipo de Casado quieren restar relevancia a esta polémica porque les distrae de su objetivo de atacar al Gobierno de Pedro Sánchez por su gestión de la pandemia y en particular, ahora, a su vicepresidente Iglesias, por los problemas judiciales de Podemos. Presentan la sustitución de Elorriaga, sin negociar con Álvarez de Toledo, como algo obligado por la literalidad del artículo 8 de los estatutos del Grupo Popular en el Congreso.
Polémica con los estatutos
Ese artículo precisa que tanto el coordinador de la asesoría parlamentaria, como otros puestos jurídicos y administrativos, “serán designados por el Consejo de Dirección, a propuesta del portavoz”, señala que deben comunicarse al pleno del grupo e indica que “serán incompatibles con el ejercicio de la actividad de diputado”. Elorriaga tomó posesión de su escaño el 21 de julio para sustituir a la exministra Isabel García Tejerina y, por tanto, la dirección del PP le comunicó más tarde que debía dejar el mando del área jurídica.
En el equipo de Álvarez de Toledo no asumen ese artículo. Dicen que no existe ya, porque fue reformado. Apuntan incluso que en su redacción se precisa que los nombramientos los debe hacer la portavoz, algo que en este caso no ha sucedido. Otras fuentes de la dirección del Grupo Popular aseguran que el artículo citado por la dirección fue reformado en una reunión plenaria de esta formación el pasado 6 de febrero, con asistencia de Casado, precisamente para eliminar esas incompatibilidades, y se sorprenden de que la cúpula popular lo desconozca. Fuentes oficiales del equipo de Casado insisten, sin embargo, en que los estatutos no se cambiaron ni ese día ni nunca y siguen vigentes como estaban.
El nombramiento del jefe del equipo jurídico de un grupo parlamentario no suele trascender mediáticamente. No suele tener proyección política, pero es de la máxima relevancia. “Es el que controla las iniciativas y el que hace la vida más tranquila al portavoz, por eso debe ser de su confianza”, señalan fuentes de la dirección del Grupo Popular. En este caso ejerce como responsable del área en el Congreso, el Senado y el Europarlamento.