La vieja nueva normalidad del Congreso
Cacatúas, dóberman y cuñados epidemiológicos: los diputados intercambian insultos en otra bronca sesión parlamentaria
El pleno para aprobar la cuarta prórroga del estado de alarma por el coronavirus mostró la nueva normalidad del Congreso, que alterna los hábitos recién adquiridos con las viejas costumbres. Entre los primeros, el voto telemático, que este miércoles ejercieron 304 parlamentarios, y la desinfección del micrófono de la tribuna tras la intervención de cada diputado, tarea desempeñada en esta ocasión por Rocío Rincón y Conchi G...
El pleno para aprobar la cuarta prórroga del estado de alarma por el coronavirus mostró la nueva normalidad del Congreso, que alterna los hábitos recién adquiridos con las viejas costumbres. Entre los primeros, el voto telemático, que este miércoles ejercieron 304 parlamentarios, y la desinfección del micrófono de la tribuna tras la intervención de cada diputado, tarea desempeñada en esta ocasión por Rocío Rincón y Conchi García. Entre las segundas, la habilidad de sus señorías para colar otros asuntos en el orden del día – desde la Monarquía a la Guerra Civil o el procés- y para recriminar con vehemencia los insultos recibidos después de haber insultado. La portavoz del PSOE, Adriana Lastra, aseguró que el líder del PP, Pablo Casado, les había dedicado 37 en 15 minutos. Previamente, ella había llamado “cacatúa” al secretario general de los populares y Casado replicó con otro clásico: el “dóberman” socialista.
El debate sobre la prórroga del estado de alarma incluyó menciones al Che Guevara y a Gila; a las checas y a Paracuellos; a Orwell y a Jorge Javier Vázquez. Pero sus señorías también se citaron en varias ocasiones a sí mismos. Así, Casado y Santiago Abascal reprodujeron parte de sus consignas -coincidentes- del debate de investidura del pasado enero a propósito de la política de alianzas de Pedro Sánchez, pese a que justo este miércoles se rompieron, al unirse ERC en su oposición a la prórroga después de que el presidente negara a los independentistas y a la derecha un “oscuro placer descentralizador” en su gestión de la epidemia. El presidente y Lastra también hicieron lo propio al recuperar estribillos de aquel concierto de principios de año acusando al líder del PP de dejar “sin campo” al de Vox: “¿De verdad quiere parecerse a él?”, le preguntó Sánchez, una vez más, desde la tribuna. El déjà vu era tan evidente que la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, que acudía al Congreso por primera vez desde que estalló la crisis del coronavirus, tuvo que recordar que no estaban ya en aquel debate de investidura y lo que se votaba era si el sábado los ciudadanos podrían salir “sin control a la calle” o no. La vicepresidenta Carmen Calvo, que volvía al hemiciclo tras superar la enfermedad, escuchaba envuelta en una manta que alimentó a los creadores de memes.
No hubo suspense, pero sí novedades. El líder del principal partido de la oposición subió a la tribuna con la amarga certeza de que el voto de sus 89 diputados era irrelevante. Preguntó a Sánchez si se creía “Napoleón” y le animó a “hacer amigos”. “Cada vez está más solo”, dijo Casado, aunque este miércoles solo ocho diputados más decidieran marcar su misma casilla en la votación y 178 votaran a favor de lo que pedía el hombre al que había llamado “curandero” al inicio de su discurso. “Todos somos muy importantes”, declaró el único diputado del PRC, José María Mazón, al comunicar su apoyo a la prórroga. La amenaza de Abascal de plantear una moción de censura subrayó la soledad de Casado, distanciado ahora de su “socio preferente”, Ciudadanos. En todo caso, el líder del PP, que acusó al Gobierno de tratar a los españoles “como los perros de Pavlov” [el científico que se supone que acostumbró a los animales a salivar por la comida al oír una campana], de convertirles en “rehenes”, imponerles una “libertad vigilada” y provocarles “síndrome de Estocolmo” no votó en contra de la prórroga. Se abstuvo.
Íñigo Errejón, de Más País, acuñó un nuevo término, “el ifemazo”, en alusión al multitudinario acto organizado por el PP en el hospital de campaña y criticó que sus dirigentes se hicieran “fotos repartiendo bocatas de calamares o acariciando ovejas” mientras exigían “corbata negra y luto nacional” -Sánchez anunció ayer que lo decretará en la fase 1-.
El portavoz de Podemos, Jaume Asens, alertó de una nueva especie invasora, “los cuñados epidemiológicos” y el del PNV, Aitor Esteban, defendió que en la desescalada no todo eran txoriburus (en euskera, cabeza de chorlito) y las medidas debían ser pactadas. Gabriel Rufián, de ERC, pidió al Gobierno que se quemara “las cejas” negociando y aseguró que votaba en contra de la prórroga por una cuestión “de piel”. Toda la oposición avisó, en cualquier caso, de que votaran lo que votaran este miércoles, nada está asegurado dentro de 15 días porque el único minuto de consenso en más de seis horas de pleno fue el de silencio por las víctimas del coronavirus.
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