Las ocho paradas imprescindibles por Marruecos: de las grandes ciudades al desierto
Hay muchas formas de conocer Marruecos. La que te proponemos está cuidada al detalle para iniciarse en el país
Tanto para los viajeros que se inician en Marruecos, como para aquellos que ya han visitado el país de forma recurrente, hemos diseñado un itinerario único que repasa algunos de sus principales destinos, aquellos a los que se han rendido artistas, diseñadores y directores de cine. De la mano de una periodista enamorada de sus gentes, conocerás medinas de aspecto bíblico y paisajes que hechizan: desde Tánger —donde debería haberse rodado Casablanca de no haberse optado por los estudios de Hollywood— hasta las dunas del Sáhara. Pero también ahondarás en una sociedad de una amabilidad demoledora sobre la que circulan muchos tópicos, a menudo infundados, mientras vives experiencias que rara vez incluyen los viajes al uso.
Te alojarás en preciosos riads —los alojamientos típicos marroquíes— dentro de caserones transformados en hoteles con encanto y cada restaurante deparará un auténtico festín, porque Marruecos es una fiesta de sabores y colores con esa gastronomía rica en especias. Tras caminar por el laberinto medieval de Fez te relajarás entre los vahos de un hammam, mientras que en el desierto vivirás una noche beduina en un lujoso campamento. Aprenderás a preparar un tajine y cómo las campesinas elaboran el preciado aceite de argán. Apenas 14 kilómetros nos separan por el Estrecho de Gibraltar, pero Marruecos es un mundo aparte.
¿Quieres saber dónde empieza este viaje a Marruecos? Desde España, con EL PAÍS Viajes y con la periodista Elena del Amo, la anfitriona perfecta (y experta), se realizará esta ruta que durará 11 días y que dará comienzo el día 30 de abril de 2026. Si quieres apuntarte, aún quedan plazas. Mientras vas preparando las maletas, sigue leyendo todo lo que te espera.
Tánger y su bulliciosa medina
La ciudad de Tánger es una parada icónica para aquellos que quieren conocer Marruecos. Su bulliciosa medina exhala una identidad propia: desde los callejones de su Gran Zoco, pasando por las altas murallas de la kasbah—que requiere ser vista al atardecer mientras tomas un té a la menta en una de sus terrazas— y la fortaleza que domina la medina. Tánger hay que recorrerla en sus calles, admirar sus floridos jardines, llegar hasta la costa, hasta la playa de cabo Spartel y hasta las Cuevas de Hércules, unas grutas naturales que están situadas a unos cinco kilómetros del cabo Espartel y a 14 kilómetros al oeste de la ciudad.
En la antigua ciudad con sus cafés de estilo colonial, también hay espacio para la cultura con interesantes museos como el Palacio del Sultán (Dar el Makhzen), actual sede del Museo de las Artes Marroquíes o el Museo del Legado Americano de Tánger, situado en la medina. Sin mencionar el teatro Cervantes construido en 1913, que se encuentra en un periodo de restauración desde 2024.
Tetuán, Patrimonio de la Humanidad
Si leíste El tiempo entre costuras (editorial Planeta, 2009), de María Dueñas, seguramente te encantará visitar la ciudad en la que se inspiró para su exitosa novela y en la que vivió su protagonista, Sira Quiroga. Su medina, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es uno de los lugares más fascinantes de Marruecos. Fue declarada como tal, porque a pesar de ser una de las más pequeñas de Marruecos, es indudablemente la más completa y la que ha quedado más a salvo de influencias externas. En Tetuán, reina una atmósfera similar a la de Tánger, pero, sin duda, es una de las ciudades de Marruecos donde mejor se ve la influencia arquitectónica hispano-morisca.
Chauen, el pueblo azul
También conocido como Chefchaouen, el pueblo azul de Marruecos es uno de los lugares más turísticos del país. ¿Por qué? Además de estar construida en la ladera de una montaña, lo que más llama la atención del viajero son las fachadas de sus casas teñidas de azul y blanco. Un azul que hace que caminar por sus calles sea como hacerlo en un sueño. Como dicen, desde la Oficina de Turismo de Chefchaouen, no es un simple decorado sino que cuenta con un patrimonio muy rico, que se puede apreciar en su vivísima medina y en su gastronomía, donde destacan los panes y guisos tradicionales. También está la kasbah, que se encuentra en el centro del casco antiguo: sus exuberantes jardines en el corazón de la ciudad te encantarán. Además, cuenta con un museo donde podrás ver una colección de armas antiguas, algunas fotos de la ciudad y textiles antiguos.
Aprovechando su ubicación, Chefchaouen es también un paraíso para senderistas que quieren conocer la histórica cordillera del Rif.
Fez, la capital espiritual de Marruecos
Fez, fundada en el siglo VIII y conocida como la capital espiritual de Marruecos, sorprende en su descomunal laberinto medieval encerrado entre murallas. Tras admirar las puertas labradas del Palacio Real, muy próximo a la judería, hay que perderse en el interior de una madrasa o antigua escuela coránica decorada con estucos y mocárabes que te recordarán a la Alhambra, y por sus barrios de aspecto bíblico con fuentes monumentales, mezquitas, mausoleos o gremios tan célebres como el de los curtidores de pieles.
Las dunas de Merzouga
Al suroeste de Marruecos, en la frontera con Argelia, se encuentra el pueblo de Merzouga. A las puertas del desierto del Sáhara, se agolpan camellos, pueblos bereberes, palmerales y arena. Las dunas de Merzouga en el Erg Chebbi son una de las atracciones turísticas más conocidas; aquí muchos aprovechan para recorrerlas en 4x4, dormir en jaimas para ver el anochecer y el amanecer en el desierto, que es, sin duda, una experiencia que jamás se olvida. Las dunas de Erg Chebbi, unas de las más altas del planeta, cuentan con unos 160 metros de altura. Junto con las de Erg Chegaga, en Zagora, son las más visitadas del país.
La ruta de las 'kasbahs’
Las kasbahs son las clásicas construcciones de adobe de Marruecos. En estas auténticas aldeas fortificadas, a menudo con torres almenadas, sigue muy viva la cultura bereber. En esta ruta, propuesta por EL PAÍS Viajes, se atraviesa Kelaa M’Gouna, un pueblecito famoso por el cultivo de la rosa damascena, y Ouarzazate, una ciudad a las puertas del desierto que se ha convertido en el Hollywood marroquí. Allí se puede visitar la monumental kasbah de Taourirt, construida en el siglo XVIII por la poderosa tribu del Glaoui, así como el ksar o pueblo fortificado de Ait Ben Haddou, donde se rodaron escenas de Gladiator, Lawrence de Arabia e incluso Juego de Tronos. En este místico entramado de adobe, protegido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es único en el mundo.
Essaouira y la costa de Marruecos
Desde el corazón de Marruecos, nos dirigimos a su bella costa: a Essaouira—la antigua Mogador portuguesa—. Durante siglos fue el puerto desde el que se embarcaban hacia Europa muchas de las mercaderías que cargaban las caravanas a través del Sáhara. Bañada por el Atlántico y dueña de una monumental medina amurallada, también está catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. ¿Qué no te puedes perder en Essaouira? La fortaleza de Castelo Real de Mogador, la kasbah Boulaouane, el espléndido puerto y la música de Gnawa, el festival de ritmos afromagrebíes que se celebra cada verano.
Marrakech, la capital roja
Marrakech se debate entre la tradición y la modernidad. La capital roja es ya la ciudad más visitada de Marruecos y eso se nota en su oferta turística, cada vez más abierta al mundo. Aun así pasearse por su medina siempre es un viaje en el tiempo, alojarse en un bello riad, o descubrir los encantos de su plaza más ilustre, Jamâa El-Fna. Entendemos perfectamente por qué Saint Laurent se enamoró de esta ciudad e imaginó para ella uno de los jardines más bonitos del mundo, hoy convertidos en un museo. El Jardín Majorelle, el Palacio de El Badîi, la Mezquita de la Koutoubia y la cuenca del Menara son solo algunos de los lugares que te esperan en esta ciudad tan magnética.
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