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La Antártida en primavera: qué ver en el despertar del continente helado

En el continente más frío del mundo, la primavera es todo un acontecimiento: las temperaturas empiezan a templarse y muchas especies buscan en sus aguas alimento. Es el mejor momento para planear un viaje

Un espectacular iceberg en la Antártida.Stephen Lew / Alamy Stock Photo (Alamy Stock Photo)

La Antártida posee una belleza infinita, es el continente de lo desconocido, el más austral de la Tierra. Rodeado del océano Antártico, al sur del círculo polar antártico, donde la vida se hace prácticamente imposible la mayoría del tiempo. Unas pocas bases científicas sobreviven en el continente y en las islas, porque las temperaturas son extremas, llegando a superarse los 93º. En este extremo de la Tierra, la urbanización se resiste y el hombre está de prestado.

Aun así, muchos han sido los exploradores que se han atrevido a adentrarse en este universo, gracias a ellos hoy en día se conoce un poco más acerca de la Antártida.

La primera base científica se estableció en 1954 y fue Australia quien la desarrolló, entre 1957-1958, en el Año Geofísico, llegaron a establecerse hasta 46 bases. A partir de 1959 y gracias al Tratado Antártico, el continente se reservó para la ciencia y la investigación. Sin embargo, un siglo antes, el hombre ya había pisado la Tierra del hielo. Su primer descubrimiento es todavía un secreto a resolver, es probable que un barco español fuera el primero en desembarcar en una isla subantártica, pero murieron todos sus tripulantes.

Lo que dice la historia es que su descubrimiento pertenece a una expedición rusa, en 1820, y a una británica tres días después. La carrera por descubrir “la tierra desconocida del sur” estaba ya en marcha, y los exploradores de entonces pusieron su vida en riesgo para desvelar todos sus secretos. Uno de los primeros en intentarlo fue James Cook, que permaneció en el mar tres años hasta desistir. Años más tarde se descubrió que no estaba muy lejos de “tierra firme”, le quedaban poco más de 120 kilómetros para llegar.

Las expediciones extremas de Robert Falcon Scott en el siglo XIX.Lakeview Images / Alamy Stock Photo (Alamy Stock Photo)

Más tarde llegaron las expediciones belgas, de Adrien de Gerlache, la primera en invernar en los mares antárticos, las británicas, francesas y rusas. La conquista del Polo Sur se desarrolló en la temporada de 1910-1911 y fue librada por el británico Robert Falcon Scott con su embarcación Terra Nova y el noruego Roald Amundsen. Sería el noruego el primero en llegar a los 90º Sur, mientras que los británicos, que fueron los segundos, morirían en el viaje de regreso a su base.

Estos exploradores, que se jugaron la vida y llegaron al fin del mundo, plantaron la semilla de lo que vendría después. Siglos más tarde, la Antártida sigue siendo “misteriosa e impredecible”, tal y como la describe Sebastián Álvaro, periodista que durante más de 30 años ha sido el mayor jefe de expediciones de aventuras de España, capaz de acometer y filmar las aventuras más arriesgadas, desde la ascensión de las catorce cumbres hasta las travesías al Polo Norte y al Polo Sur. Junto a él, un grupo de viajeros se adentrarán en la Antártida en una de las aventuras que organiza cada año EL PAÍS VIAJES.

“La Antártida se presenta de mil formas diferentes. Mientras que en el interior del continente las temperaturas son infernales, las aguas que rodean la península antártica son las más fértiles y forman un ecosistema único que juega un papel fundamental en el equilibrio del planeta. Además, proporcionan la alimentación a millones de pingüinos, focas, lobos y elefantes marinos, ballenas, orcas y aves marinas, a través de una cadena alimenticia en la que el krill es el primer eslabón y un componente clave. La vida allí es un espectáculo único. Es uno de los símbolos de la desmesura y los contrastes que definen el gran continente helado. Allí comienza nuestro viaje, una gran aventura”, explica Sebastián Álvaro a EL PAÍS VIAJES.

La vida de la Antártida se abre paso en primavera.paolo gislimberti / Alamy Stock Photo (Alamy Stock Photo)

¿Por qué en primavera? La primavera antártica no coincide con la nuestra. De marzo a abril tiene lugar el invierno, donde prácticamente la vida se reduce a la nada, todo está helado y ni siquiera las expediciones se atreven a salir. Durante la primavera todo cambia, aunque por muy poco tiempo. Es el momento de la reproducción de las especies más emblemáticas del continente: focas, ballenas y pingüinos... Todos ellos se despiertan del letargo para alimentarse de septiembre a diciembre. En esta temporada, y debido al cambio climático, es cuando más cruceros turísticos se adentran en la Antártida. También en verano, que suele durar unos dos meses, de diciembre a marzo. En sus 14 millones de kilómetros cuadrados de extensión (28 veces España) hay mucho por conocer, tras el temido estrecho de Drake se encuentra la península antártica y el canal Lemaire, además de otros puntos que descubriremos a continuación. El grosor medio del hielo que recubre la superficie antártica es de unos 2.500 metros, pero en algunas zonas llega hasta los 4.800 metros. Más del 80% del hielo del planeta se encuentra aquí, y también las mayores reservas de agua.

Foca leopardo en la Antártida.Paul Glendell / Alamy Stock Photo (Alamy Stock Photo)

Ushuaia: de las montañas de fuego al canal Beagle

Ushuaia, Argentina, es conocida como la ciudad más austral del mundo. Desde aquí parten la mayoría de las aventuras a la Tierra de Fuego, también la que llevará a cabo Sebastián Álvaro junto a EL PAÍS VIAJES. Por el canal de Beagle es posible avistar el monte Olivia y la cordillera Darwin con sus montañas más espectaculares: el Italia, el Bove y el Francés. Este canal, que conecta el océano Atlántico con el Pacífico, se extiende aproximadamente 240 kilómetros a lo largo de la costa sur de la isla Grande de Tierra del Fuego. Su nombre le fue dado en honor al buque británico HMS Beagle, que realizó un estudio hidrográfico en las costas entre 1826 y 1830. El canal baña numerosas islas, como O’Brien, la isla Grande de Fuego, la más grande del archipiélago de Tierra de Fuego, la London, Navarino o la isla Stewart.

El pasaje de Drake es el punto intermedio entre América del Sur y la Antártida, entre el cabo de Hornos (Chile) y las islas Shetland del Sur (Antártida). Se trata de un lugar temido por los exploradores por su inestabilidad climática y recibe su nombre por un corsario inglés, Francis Drake, que 60 años después de los navieros españoles cruzó el estrecho de Magallanes, en 1578, pero se vio arrastrado por el temporal hacia el sur. Esa travesía accidentada sirvió para demostrar que Tierra de Fuego no era un continente sino una isla.

Frescas brisas saladas, mares agitados, quizás incluso una ballena de aleta resoplando spray marino serán algunos de los paisajes y especies que se encuentre el viajero en este paso hacia la Antártida.

El canal Errera, en la Antártida.robertharding / Alamy Stock Photo (Alamy Stock Photo)

En el continente helado

Una vez en el continente, es posible realizar diferentes travesías y actividades, ya sea en tierra como sobre el agua, con zódiac o kayak (aunque siempre dependiendo de la climatología). El canal Neumayer es uno de los principales puntos de turismo en la Antártida, nadie queda indiferente ante sus majestuosos y laberínticos acantilados de hielo. También la antigua base británica, el Puerto Lockroy, que ahora es un museo y oficina postal, y se encuentra en la isla Goudier. Desde aquí y hasta punta Jougla, se desplazan muchos viajeros para poder ver a los pingüinos papúa y cormoranes de ojos azules.

El canal Lemaire también permite en primavera avistar a pingüinos Adelia, cormoranes, ballenas jorobadas, Minke y focas leopardo.

La Antártida de los glaciares gigantescos y la nieve tallada por el viento se encuentra en Puerto Neko, mientras que la noche antártica es posible en la Bahía Paraíso, un puerto natural de la Costa Danco en la península Antártica. Se trata de uno de los dos puertos naturales que utilizan muchos barcos para llegar al continente, y en primavera está lleno de vida. De hecho, en el canal Errera, que incluye las islas Danco, Cuverville, isla Orne y punta Georges en la isla Rongé, es donde la mayoría de los cruceros suelen detenerse. La dificultad a partir de este punto para la navegación se hace evidente con las grandes masas de hielo flotantes.

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