España: de plató a destino, un reto compartido que exige planificación y profesionalización
Cuando una película o serie se convierte en deseo de viaje es el núcleo del turismo de pantalla, una tendencia global que encaja con los objetivos del sector turístico de diversificar y desestacionalizar. Más allá del indudable potencial nacional, la cuestión es cómo gestionarlo
Seamos sinceros ¿Quién no ha terminado de ver una serie que le ha atrapado y ha pensado: ¡Ahí quiero ir! Ese instante en el que una localización reconocible se convierte en deseo de viaje es el núcleo del turismo de pantalla, una tendencia global que ha pasado de ser anecdótica a ocupar un lugar central en la conversación turística internacional. Y, en ese terreno, España juega con ventaja.
Contamos con escenarios únicos, un patrimonio audiovisual extenso y creciente y una industria turística de primer nivel. Pero la cuestión que de verdad nos interpela ya no es si tenemos potencial —eso está fuera de toda duda—, sino cómo lo gestionamos. Porque no basta con ser un plató recurrente para grandes producciones: necesitamos dar el salto a convertirnos en un destino turístico de referencia que articule ese valor en beneficio de las comunidades locales y del conjunto del país y, además, lo haga de una forma sostenible y no estacional.
El impacto de un rodaje es inmediato: empleo, actividad económica, proyección exterior. Pero su valor más profundo para el territorio aparece cuando esas imágenes viajan por el mundo y despiertan el deseo de conocer in situ lo que se vio en pantalla. Ese es el momento en que se abre una oportunidad extraordinaria para lugares que, en muchos casos, estaban fuera de los grandes circuitos turísticos. La pregunta es: ¿Sabemos organizar esa demanda, canalizarla y transformarla en un turismo sostenible y duradero?
En el sector turístico se repite una idea con fuerza: Diversificar y desestacionalizar. El turismo de pantalla encaja a la perfección con ese objetivo, porque atrae visitantes durante todo el año y hacia lugares no siempre asociados al turismo masivo. Además, suele ser un turismo de calidad, motivado por la curiosidad cultural y el respeto hacia el destino. Sin embargo, este potencial no se despliega de forma automática: exige planificación, profesionalización y gobernanza.
Esto implica diseñar productos turísticos específicos —rutas, experiencias, visitas guiadas—, dotar de formación a los profesionales que los gestionan y asegurar que el relato audiovisual se conecte con la identidad real del territorio. El sector audiovisual, por su parte, reclama también que estas estrategias no se limiten a la explotación puntual, sino que se integren en un marco estable que refuerce la relación entre rodajes y desarrollo local. La digitalización y las nuevas plataformas de promoción pueden ser, además, grandes aliadas para llegar a públicos globales.
Otro aspecto fundamental es la sostenibilidad. El riesgo de una sobreexposición no es menor; algunos destinos internacionales han experimentado problemas de masificación tras el éxito de una película o serie. España tiene la oportunidad de aprender de esas experiencias y apostar desde el inicio por un modelo equilibrado, que proteja el entorno, respete a las comunidades y convierta el turismo de pantalla en un aliado de largo plazo.
Hoy ya se están dando pasos en esa dirección. Proyectos como el que impulsa Spain Film Commission en el marco del Programa Experiencias del Ministerio de Industria y Turismo, son una muestra de cómo articular esta ambición: transformar un inmenso patrimonio audiovisual en experiencias memorables, sostenibles e innovadoras. Es un camino que exige la cooperación entre Administraciones, empresas del sector turístico, productoras y, muy especialmente, las comunidades locales, que son las que viven a diario ese potencial y las que deben ser las primeras beneficiarias.
España está en un momento decisivo. Tenemos escenarios que cautivan, talento creativo de primer nivel y una industria turística consolidada. Ahora debemos dar el siguiente paso: pasar de ser un plató admirado a un destino deseado, de la pantalla al viaje, del instante televisivo a la experiencia vivida. Ese es el reto y también la oportunidad. La pantalla ya nos ha puesto en el mapa; nos toca ahora escribir, juntos, el guion de lo que viene.