Yosemite: un ‘road trip’ por la maravilla natural de California
Majestuosos acantilados de granito, secuoyas milenarias, senderos rodeados de exuberante vegetación e imponentes cascadas forman uno de los santuarios de la naturaleza más visitados del mundo. Accesos, alojamientos y otras pistas para no perderse nada
Una de mis motivaciones para viajar a Yosemite nació frente al televisor mientras veía el documental Free Solo. Esta película retrata la hazaña del temerario deportista Alex Honnold, un hombre que escala en solitario libre...
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Una de mis motivaciones para viajar a Yosemite nació frente al televisor mientras veía el documental Free Solo. Esta película retrata la hazaña del temerario deportista Alex Honnold, un hombre que escala en solitario libre (sin cuerdas ni equipo de seguridad) el monolito de granito expuesto más grande del planeta: El Capitán. Este guardián colosal de 975 metros de altura es una de las tantas bellezas geológicas que alberga el parque nacional de California, declarado patrimonio mundial por la Unesco desde 1984.
Este territorio se distribuye en las accidentadas montañas de Sierra Nevada en California y su reconocimiento se debe a que es uno de los hábitats con mayor biodiversidad de Estados Unidos. Cubre un área de unos 3.100 kilómetros cuadrados que se extiende en cinco zonas: Yosemite Valley, Wawona (con Mariposa Grove) Glacier Point, Tioga Road y Hetch Hetchy.
Por los caminos de Tuolumne
Mi aventura para descubrir este parque nacional se inició en San Francisco. Alquilé una camioneta por cinco días para recorrer los 300 kilómetros que separan a esta ciudad de Yosemite. Como es de esperar, en el aeropuerto hay más de una empresa de alquiler de vehículos como Avis, en la que alquilé una 4x4 por 327 dólares (unos 305 euros). Manejé por la ruta que me condujo hasta Tuolumne, uno de los 58 condados de California que comprende tres regiones: Gold Country, High Sierra y Yosemite. Después de cruzar paisajes urbanos, un camino boscoso me condujo hasta la primera parada: McCaffrey House Bed and Breakfast. Esta posada, custodiada por las montañas de Twain Harte, transmite una vibra acogedora y hospitalaria. Un buen sitio para pasar la noche y recargar energía antes de continuar el viaje. El alojamiento ofrece habitaciones elegantemente decoradas con vista a su bosque de pinos. La noche tiene un coste aproximado de 235 dólares (unos 220 euros).
A la mañana siguiente, la familia anfitriona de la casa me esperaban en el comedor con un desayuno casero preparado con ingredientes locales. Continué mi ruta para acercarme a Yosemite, pero antes hice una parada en Pinecrest Lake, un pintoresco lago ubicado a solo 30 minutos de distancia. Este oasis, poco concurrido en las primeras horas del día, es ideal para hacer actividades al aire libre como senderismo, pesca y navegación.
Hetch Hetchy: un tesoro escondido
Para entrar en el parque nacional de Yosemite hay cuatro accesos principales: Tioga Pass, Big Oak o Arch Rock, South Entrance y Hetch Hetchy. Este último es el trayecto menos transitado y el que elegí debido a mis inmensas ganas de explorar este valle. Después de dos horas de trayecto y de cruzar caminos sinuosos, llegué a un pequeño aparcamiento ubicado a un lado de la presa O’Shaughnessy, la que suministra de agua potable a San Francisco con sus más de 442.000 litros. Con mochila al hombro, suficiente agua y víveres, comencé mi primera caminata.
Hetch Hetchy es un valle y embalse con un enorme valor natural. Es drenado por el río Tuolumne y está rodeado de acantilados de granito que conforman un paisaje de ensueño. Inicié un recorrido de ocho kilómetros por los senderos que bordean la presa y que deleitan con un espectáculo visual despejado. El objetivo final de la excursión es Wapama Falls, una cascada de agua cristalina en la que uno puede refrescarse y beber agua pura. Si algo destaca en este enclave es su ambiente silencioso y sereno, perfecto para contemplar y reconectar con el presente. Por cierto, el acceso es gratuito.
Al atardecer, manejé 20 minutos partiendo desde Hetch Hetchy hasta Evergreen Lodge, un alojamiento situado en medio de un bosque de pinos y una excelente opción para desplazarse estratégicamente por las entrañas del parque. Sus cabañas rústicas son amplias y cómodas, ideales para familias o grupos de amigos. Cuenta con un restaurante-taberna, una piscina climatizada y salones de juegos. Si uno no se siente listo para explorar la inmensidad del parque por su cuenta, en el complejo promueven excursiones muy completas con transporte incluido y guías certificados. Ofrecen desde experiencias al amanecer, paseos en jeeps y caminatas por el valle de Yosemite hasta vuelos en helicóptero por las montañas de Sierra Nevada.
Los gigantes del bosque
Seguimo este road trip con rumbo a la carretera Tioga Road (autopista 120) para entrar de nuevo en el parque (en las casetas de acceso pagas una cuota de 35 dólares por vehículo y el boleto es válido durante siete días; en temporada alta, de abril a octubre, se necesita contar con una reserva previa).
Desde que planeé esta aventura tenía un deseo: ser testigo de la inmensidad de las secuoyas, conocidas por ser de los árboles más longevos del planeta. Estos gigantes de la naturaleza están distribuidos en la cordillera de Sierra Nevada, miden hasta 100 metros de altura y, según los expertos, existen ejemplares que tienen más de 2.000 años. Mi encuentro con estos imponentes seres vivos fue en Tuolumne Grove of Giant Sequoias, una de las tres arboledas de la zona. Caminé por un sendero de dos kilómetros y medio hasta tener de frente a la primera secuoya. Su diámetro y altura dejan perplejo a cualquiera y, debido a sus dimensiones, es difícil ver con detalle las copas que parecen tocar el cielo. En esta reserva se encuentra Dead Giant Tunnel Tree, una impresionante secuoya afectada por el fuego. La parte superior del árbol se desplomó y solo quedó la base de su tronco en la que se formó un túnel. Su aspecto es digno de una película de fantasía.
El valle de Yosemite
Este viaje no podía estar completo sin visitar Yosemite Valley, la zona más famosa y concurrida. En sus alrededores hay mucho por ver: cascadas, enormes formaciones rocosas, lagos, miradores y sitios naturales donde practicar múltiples actividades.
Mientras manejaba, me emocioné y grité maravillada al ver El Capitán, el mismo monolito que meses antes vi a través de la pantalla. Esta apabullante formación de granito tiene más de 100 millones de años de historia y verla en vivo es alucinante. El rey de los monolitos es una meca para los escaladores. La buena noticia es que quienes tengan el deseo de subir un tramo pueden tomar una clase en Yosemite Mountaineering School and Guide Service, la única escuela certificada para dirigir y enseñar escalada en el parque nacional. La clase para principiantes, llamada Welcome to the Rock, es una lección para escalar y practicar rápel a 18 metros de altura, y tiene un precio de 205 dólares (unos 190 euros). A unos kilómetros se encuentra Half Dome, el otro domo granítico más importante de la zona, aclamado por escaladores y uno de los iconos del valle de Yosemite.
Para cerrar el recorrido visité Yosemite Falls Trail. Esta cascada es la más alta de Norteamérica y mide 739 metros de altura. Una caminata de 15 minutos es suficiente para llegar al pie de su última caída: Lower Yosemite. Merece la pena detenerse unos minutos en esta zona rodeada de árboles para escuchar el relajante sonido de la naturaleza. Su caudal se forma por tres caídas: la catarata Upper, cascadas intermedias y Lower Yosemite; llegan a su máximo de agua de mayo a julio. Hay senderos para subir a la cima de las cataratas haciendo una caminata que dura todo un día.
Explorar Yosemite me regaló una de las experiencias de conexión más grandes que he tenido con la naturaleza. Una en la que sus ancestrales árboles me recordaron que solo somos una existencia efímera que camina bajo sus sombras. No tan diferentes a la ardilla que descansa una tarde de otoño entre sus ramas.
Tres consejos prácticos para planear tu visita
- Aunque conocer Yosemite en una sola visita es imposible, con cinco o siete días de viaje es viable explorar lo esencial. Haz una ruta concreta y considera contratar alguna excursión de aventura.
- La época más concurrida del parque es entre finales de mayo y finales de octubre. En esta temporada es mejor hacer reservas anticipadas de alojamiento, actividades y acceso al parque nacional.
- Los caminos para llegar a Yosemite no están abiertos todos los meses de año. Tioga, Glaciar Point y Mariposa Grove están cerrados de noviembre a mayo por la nieve. Sin embargo, en esta época es posible llegar a Yosemite Valley, Wawona y Hecht Hetchy.
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