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Paisajes que inspiran a viajar en la era post-coronavirus

El mayor campo de dunas de yeso del mundo, en Nuevo México, auroras boreales en Lofoten (Noruega) o una inmensa cascada en los Alpes brasileños. Destinos para soñar con nuestro próximo gran viaje

Mediante sus rutas ecuestres, el 'lodge' Blue Duck Station trata de sensibilizar a sus huéspedes en la preservación del parque nacional de Whanganui (en la foto), donde se ubica, en la Isla Norte de Nueva Zelanda. Especialmente en la protección del pato azul al que debe su nombre, una especie en grave peligro de extinción.Matthew Micah Wright (getty Images)
El lago Baikal, el más profundo del mundo (con más de 1.600 metros de fondo) aún se congela en invierno. Ubicado al sur de Siberia y cerca de la frontera con Mongolia, en la remota Rusia oriental, una de las excursiones más habituales en el lago (desde Irkutsk) conduce hasta la isla Oljón (la más grande del Baikal) y a la Roca de Chamán (Shamanka). Y también permite deslizarse por su helada superficie hasta el cercano islote Ostrov Ol’trek (en la foto).Chalermkiat Seedokmai (getty Images)
La isla de Oljón esconde fotogénicos rincones como esta fabulosa gruta de hielo azul. Es una de las 27 islas que hay en el lago Baikal, y también un importante centro espiritual de los chamanes buriatos, pueblo siberiano de etnia mongola que practica el budismo tibetano. El Baikal, con más de 600 kilómetros de largo y 79 de ancho, constituye además una de las mayores reservas de agua dulce del planeta. Y más de la mitad de las 2.400 especies de plantas y animales que viven en sus aguas y sus orillas son endémicas.Pakorn Chunhaswasdikul (Alamy)
A los pies de las montañas de San Andrés, en Nuevo México, se extiende el desierto de White Sands, el mayor campo de dunas de yeso del mundo. Con una superficie de más de 700 kilómetros cuadrados, recientemente ha sido declarado nuevo parque nacional de Estados Unidos (el número 62). Recibe su nombre de su característica arena, que se llega a confundir con la nieve debido a su extrema blancura. Un lugar protegido desde 1993 en el que los visitantes (unos 500.000 al año) pueden practicar senderismo, conducir entre dunas o surfear en la arena. Ocasionalmente, la carretera de acceso al parque, Dunes Drive, se cierra por las maniobras de lanzamiento de cohetes en el vecino campo de misiles de Arenas Blancas (White Sands Missile Range), la instalación militar más grande del país, donde el 16 de julio de 1945 se realizó la primera prueba nuclear, la de la bomba Trinity, solo un mes antes de las explosiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Entrar en el parque White Sands (nps.gov/whsa), cuesta 25 dólares (unos 22 euros) por vehículo.GETTY IMAGES
Más allá de Baía do Sancho, la playa más votada en el Traveller's Choice 2020 de Trip­Advisor, el archipiélago Fernando de Noronha, ubicado en la costa del Estado brasileño de Pernambuco, esconde enclaves escarpados y salvajes enclaves, como el morro Dois Irmãos (en la imagen).Ulrich Hollmann (getty Images)
Hamnøy es un pueblecito de pescadores que da nombre a una de las ocho islas que forman el archipiélago noruego de Lofoten, al norte del Círculo Polar Ártico. Con apenas cinco horas de luz al día en invierno, aunque con temperaturas sorprendentemente suaves para esas latitudes gracias a la cálida corriente del Golfo, esta remota localidad con casas de vivos colores es un mirador excepcional para contemplar el espectáculo visual de las auroras boreales. Hamnøy, como otros diminutos enclaves de las Lofoten, huele a bacalao, que se cuelga en bastidores de madera por todo el pueblo para ser secado. Estas islas nórdicas, conectadas entre sí por una única carretera, ofrecen escenarios de naturaleza salvaje entre profundos fiordos y montañas picudas que emergen de las turbulentas aguas del mar de Noruega, en los que practicar esquí, submarinismo, rafting e incluso surf.Samuel Sánchez
La ola de fuego (en la imagen), una fotogénica formación de arenisca azteca que se recorre a través de una excursión de 2,5 kilómetros, es uno de los escenarios más llamativos del Valley of Fire State Park, reserva natural ubicada en Overton (Nevada, Estados Unidos) que acoge abrigos rocosos con petroglifos de hace unos 2.000 años.Peter Unger (getty Images)
El desierto saudí Al-Ula es una encrucijada de civilizaciones en la Antigüedad y un área rica en vestigios arqueológicos de la era preislámica. Un inmenso valle de 22.000 kilómetros cuadrados, habitado hace más de 2.000 años por los nabateos y lugar de tránsito en la Ruta del Incienso y de la Seda. La exposición 'Desert X', que celebró en 2017 su primera edición en Coachella (California), eligió este enclave para su segunda cita. Frente a sus montañas de piedra arenisca se desplegaron obras de 14 artistas internacionales como el saudí Rashed AlShashai y su 'Pasaje conciso' (en la imagen). Una exhibición que buscaba alertar con su nueva edición sobre la fragilidad de la naturaleza y la necesidad de unir esfuerzos para preservarla, con instalaciones en las que el visitante podía columpiarse o saltar en camas elásticas, en una alegoría de lo efímero.LANCE GERBER
Bañada por las aguas del canal de Mozambique, la ciudad de Morondava, en la costa oeste de Madagascar, despliega un litoral de paradisiacos islotes de arena, como el de la imagen. Y a solo 17 kilómetros de Morondava tierra adentro aguarda la fotogénica avenida de los Baobabs.Nicolas Daumas (getty Images)
La ciudad de Page, al norte del Estado de Arizona, casi en la frontera con Utah, se encuentra en el corazón del llamado Gran Círculo, que concentra extraordinarios tesoros naturales del oeste de Estados Unidos, como el Gran Cañón del Colorado, Glen Canyon, Bryce Canyon, Monument Valley, Antelope Canyon o los parques nacionales de Arches, Capitol Reef y el de Zion. En este último, la piedra arenisca adopta caprichosas formaciones esculpidas por el agua como el Templo de Sinawava, un anfiteatro natural de paredes verticales; el Gran Trono Blanco o los Tres ­Patriarcas. El cañón de Zion que da nombre a este último parque nacional ofrece rutas a pie como la que lleva, tras cinco horas subiendo y bajando por senderos de roca, hasta Angels Landing, un promontorio con grandes vistas del paisaje, o la que recorre el Echo Canyon (en la foto) por una angosta cornisa que serpentea por las paredes del desfiladero, que en este tramo se estrecha formando un corredor abovedado.James O’Neil (GETTY IMAGES)
La sierra Gaucha se encuentra en el Estado brasileño de Río Grande del Sur, a unas dos horas en coche de la ciudad de Porto Alegre. La carretera serpentea en continuo ascenso por la llamada Ruta Romántica, trasunto brasileño de la Romantische Strasse alemana, enhebrando bosques de araucaria y pueblos de aires centroeuropeos como Nova Petrópolis, Gramado o Canela, fundados en el siglo XIX por emigrantes alemanes que reprodujeron sus casas de tejados puntiagudos y vigas vistas, contraventanas con forma de corazones y macetas de hortensias. Entre Gramado y Canela está el Parque Estadual do Caracol, con una red de senderos señalizados, una cascada de 131 metros de altura (en la foto), un mirador al que se puede acceder en teleférico o a pie y una torre panorámica de 30 metros de altura para observar la fauna y la flora del parque. El clima de la comarca es casi alpino, y durante el invierno austral, de finales de junio a septiembre, puede incluso nevar. Por lo que ahora es un buen momento para descubrirla.D. Grandi (alamy)
La turbulenta historia de la república exsoviética de Georgia se ve reflejada en la arquitectura de su capital, Tiflis (Tbilisi). A los pies de Kartlis Deda, la gigantesca escultura metálica de la “madre Georgia” que domina la ciudad desde la colina Solokai, se mezclan monasterios medievales, edificios art nouveau y delirantes construcciones brutalistas de la era soviética, como el Palacio de Ceremonias, construido en 1984 por Victor Djorbenadze y Vazha Orbeladze, donde se celebraban bodas civiles. A orillas del río Kurá, nacen nuevas obras concebidas para renovar la imagen de Georgia, como el puente de la Paz, del arquitecto italiano Michele De Lucchi, que une desde 2010 el casco antiguo de Tiflis y los nuevos barrios, o el auditorio del parque Rhike (en la imagen, con el neoclásico palacio presidencial al fondo). Es una macroestructura tubular de Massimiliano y Doriana Fuksas, el segundo proyecto de la pareja de arquitectos italianos en la ciudad del Cáucaso. Inaugurado en 2016, sus dos cuerpos, conectados entre sí, acogen un teatro con 566 asientos y una sala de exposiciones. a golpe de arquitectura espectáculo.getty images