Adaro de Pradorey 2015: historia vegetal

Un tinto crianza de Ribera del Duero en el que la madura fruta negra silvestre integra en su golosina las notas balsámicas

La nueva etiqueta de Adaro, con la imagen de Javier Cremades, es más que un homenaje al fundador de la bodega. Supone la culminación de una idea: calidad máxima, precio mínimo, armonía entre continente y contenido.

Para ello han tenido que pasar varias añadas en una búsqueda del perfil expresivo de la mejor parcela entre sus ocho pagos. En este caso ha seleccionado la uva del Pago Salgüero, en la zona más alta y fría de Ribera del Duero. Suelos con alta concentración de arcillas calcáreas que permiten soñar con vinos elegantes, con cuerpo, y una frutosidad fresca. Un desafío en esta zo...

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La nueva etiqueta de Adaro, con la imagen de Javier Cremades, es más que un homenaje al fundador de la bodega. Supone la culminación de una idea: calidad máxima, precio mínimo, armonía entre continente y contenido.

Para ello han tenido que pasar varias añadas en una búsqueda del perfil expresivo de la mejor parcela entre sus ocho pagos. En este caso ha seleccionado la uva del Pago Salgüero, en la zona más alta y fría de Ribera del Duero. Suelos con alta concentración de arcillas calcáreas que permiten soñar con vinos elegantes, con cuerpo, y una frutosidad fresca. Un desafío en esta zona.

Adaro de Pradorey 2015

  • Bodega: Pradorey. Gumiel de Mercado (Burgos).
  • Teléfono: 947 54 69 00.
  • Web: pradorey.es.
  • DO: Ribera del Duero.
  • Tipo: tinto crianza, 15%.
  • Cepas: tinta fino (tempranillo).
  • Precio: 18 euros.
  • Puntuación: 9,5/10.

Para lograrlo hace falta que las cepas viejas marquen la pauta enológica. Este respeto por la historia vegetal no está reñido, sino todo lo contrario, con la más moderna enología, eficazmente dirigida por Francisco Martín: maloláctica en conos de roble de Nevers de 20.000 litros, crianza durante un año en barricas nuevas francesas y eslovenas, y el necesario mínimo reposo en botella.

El resultado es un tinto donde la madura fruta negra silvestre integra en su golosina las notas balsámicas, guarnecidas con el cálido punteado de las especias, y la profundidad de los torrefactos. Sabroso, tapiza la boca de dulce frutosidad, para terminar en un persistente y noble regusto a regaliz.

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