Atlanta, emulando a Hollywood

El festival de cine celebra su 39 edición mientras los rodajes en la ciudad rivalizan con los de California

Marquesina del Plaza Marquee, sede del Festival de Cine de Atlanta (ATLFF), en Georgia (Estados Unidos).Doobius.org

Atlanta se ha convertido en uno de los centros más importantes de producción audiovisual norteamericana debido a las ventajas fiscales que ofrece a la industria cinematográfica. Cada vez más estudios de cine, directores, actores, productores y artistas audiovisuales se instalan en la capital de Georgia, que se va transformando, para muchos, en una suerte de nuevo Hollywood: ATLwood. En este marco, el Festival de Cine de Atlanta (ATLFF), el principal de la ciudad, está ce...

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Atlanta se ha convertido en uno de los centros más importantes de producción audiovisual norteamericana debido a las ventajas fiscales que ofrece a la industria cinematográfica. Cada vez más estudios de cine, directores, actores, productores y artistas audiovisuales se instalan en la capital de Georgia, que se va transformando, para muchos, en una suerte de nuevo Hollywood: ATLwood. En este marco, el Festival de Cine de Atlanta (ATLFF), el principal de la ciudad, está cerca de cumplir cuatro décadas y sigue creciendo cada año.

Celebrado desde 1976, el ATLFF es uno de los selectos festivales que califica para los Premios Oscar de la Academia. De las 3.761 producciones a concurso que recibió este año, seleccionó 62 largometrajes y 91 cortos que se proyectan desde el pasado día 20 y hasta el 29 de marzo. “La variedad de las películas este año incluye historias procedentes de todo el mundo y creo que nuestra selección representa una muestra de lo mejor del cine independiente”, dice Kristy Breneman, directora creativa del certamen.

Escena de 'Gabor', una de las películas incluidas en la sección Passport Series, dedicada al cine latinoamericano.

La muestra de Atlanta da un amplio espacio a la producción LGBT y al cine realizado por mujeres. Este año el invitado especial ha sido James Franco, nominado al Oscar como Mejor Actor por 127 Hours y conocido por sus papeles en Pineapple Express y The Interview. Franco promocionaba la película I am Michael, basada en la historia real de Michael Glatze, el editor de la popular revista XY de San Francisco. Glatze (Franco) era un icono de la comunidad gay y tenía una relación sólida con su pareja Bennett (Zachary Quinto). Tras experimentar un percance de salud, Glatze se obsesiona con la religión, renuncia a su homosexualidad, se convierte en pastor y se casa con una mujer (Emma Roberts). Esta exploración sobre el conflicto entre valores religiosos tradicionales, crisis existencial e identidades marginadas centra la proyección con la que se inauguró esta 39 edición del ATLFF.

Otros filmes que resaltan este año son While We’re Young, dirigida por Noah Baumbach, que cuenta con las interpretaciones de Ben Stiller y Naomi Watts; Love & Mercy, el biopic de Brian Wilson, de los Beach Boys, con John Cusack y Paul Dano. Y para seriéfilos, se proyectará el debut de la quinta temporada de Juego de Tronos. El festival tiene además un perspectiva internacional y Latinoamérica tiene un lugar privilegiado este año en la Passport Series, que incluye seis largometrajes: Gabor (Bolivia/España), Farewell (Brasil), Dólares de Arena (República Dominicana/Argentina/México), Café (México), Edén (México/USA) y La Luciérnaga (Colombia). También se proyectan una variada selección de cortometrajes sobre “maneras de mirar en América Latina”.

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“El ATLFF ha tenido una fuerte tradición de mostrar trabajos de artistas emergentes de América Latina, pero este año es el primero en que hemos formalizado y centralizado nuestra programación latinoamericana para que sea intencional y definida dentro del festival”, dice la directora creativa del festival.

Además de las proyecciones, el festival también incluye charlas y encuentros con los cineastas, after-parties y happy hour diarios. Y como siempre sucede en este tipo de eventos, hay un intercambio abrumador de tarjetas de presentación pero también divertidos espacios para tomar cócteles perfectos a base de whisky amargo de Angostura con rodajas de naranja y limón. Eso que llaman Old fashioned.

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