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La pesadilla mexicana llega a su fin

Con el trámite de las solicitudes de asilo de los migrantes que viven en un campamento en México, a solo unos metros de EE UU, Biden busca acabar con una de las medidas más crueles de la Administración Trump

El improvisado campamento que se formó hace poco más de 18 meses, por fin ve una luz de esperanza. El jueves finalmente pudieron ingresar a Estados Unidos los primeros 27 migrantes que continuarán sus trámites de asilo en libertad.Hector Guerrero (El PAÍS)
Tras la emergencia desatada por la covid-19 las autoridades locales de la ciudad de Matamoros decidieron cercar el campamento y el control pasó a manos de las autoridades migratorias mexicanas.Hector Guerrero (El PAÍS)
En este lugar las familias migrantes han soportado temperaturas de más de 40 grados centígrados y, en los últimos días, intensas heladas debido a una ola de frío.Hector Guerrero (El PAÍS)
Los artículos religiosos cuelgan de las cercas a lo largo del campamento. En su interior la comunidad se ha organizado para poder tener al menos tres iglesias.Hector Guerrero (El PAÍS)
Un letrero del Instituto Nacional de Migración advierte de los peligros de cruzar nadando el Río Bravo, en los últimos meses al menos tres migrantes han muerto intentándolo.Hector Guerrero (El PAÍS)
En la madrugada del 25 de febrero empezó un censo para saber cuántos migrantes había en el lugar. El resultado fue de 750 personas.Hector Guerrero (El PAÍS)
Las autoridades y organizaciones civiles esperan que el campamento sea desmontado en cerca de 10 días.Hector Guerrero (El PAÍS)
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, intenta terminar con uno de los símbolos de la política migratoria de Donald Trump.Hector Guerrero (El PAÍS)
El sitio donde fueron encontrados los cuerpos de Óscar Martínez y su pequeña hija Valeria, que murieron ahogados al intentar cruzar nadando el río. Esta imagen es una de las tristes referencias de la travesía migrante.Hector Guerrero (El PAÍS)
Un joven observa el movimiento en el exterior, cuando las autoridades se preparaban para iniciar con la salida de las primeras 27 personas del campamento.Hector Guerrero (El PAÍS)
La promesa que esperan ver cumplida quienes permanecen allí es que en los próximos días sean ellos los que reciban el llamado y puedan abandonar el lugar.Hector Guerrero (El PAÍS)
Los casos prioritarios fueron seleccionados de acuerdo a su vulnerabilidad y condición de salud.Hector Guerrero (El PAÍS)
A pesar de que las organizaciones civiles intentaron mantener escuelas para los niños del campamento, la covid-19 obligó a suspender las actividades y los niños quedaron sin opciones de recibir clases.Hector Guerrero (El PAÍS)
Para Joe Biden acabar con el campo de refugiados de Matamoros era una de las prioridades de entre sus promesas migratorias. Su esposa Jill pudo comprobar en una visita que hizo en diciembre de 2019 la situación de precariedad en la que llevaban viviendo durante meses cientos de solicitantes de asilo, entre ellos muchas familias con niños pequeños, a solo unos metros de la ciudad texana de Brownsville.Hector Guerrero (El PAÍS)
Los cruces continuaron desde las primeras horas del viernes, con un grupo de más de 30 personas, en su mayoría niños con sus padres. Hector Guerrero (El PAÍS)
Los migrantes avanzan por el puente internacional.Hector Guerrero (El PAÍS)
Los migrantes fueron escoltados por personal del INM hasta que llegaron al lado estadounidense.Hector Guerrero (El PAÍS)
Algunas zonas del campamento ya comienzan a desmontarse.Hector Guerrero (El PAÍS)
Para Biden, terminar con el campo de refugiados de Matamoros, uno de los símbolos de las políticas más duras de Trump, era una prioridad. Pero mientras abre la puerta a este grupo, su equipo lanza el mensaje de que la frontera sigue cerrada a nuevos casos. Hector Guerrero (El PAÍS)