La carne de conejo es, junto con el pollo y el pavo, una saludable alternativa de carne blanca. Es suave, de color rosado, fácil de digerir y buena para dietas bajas en calorías y grasas. Y uno de los ingredientes más vinculados a los antiguos habitantes de la península ibérica. Se cree que el término Hispania procede de un vocablo fenicio que significaba "tierra rica en conejos".
Puede proceder de caza menor o de granja. La carne de estos últimos es más grasa, rosada y tierna. Cuanto más jóvenes, mejor para guiso. Los más viejos suelen acabar como paté o terrinas. Los de monte, también llamados conejos de campo o silvestres, tienen una carne más dura, rojiza, sabrosa y con un menor aporte de grasa.
El conejo de monte solo puede degustarse durante la temporada de caza, que abarca otoño e invierno. El de granja está disponible todo el año.
Elija el más fresco
En el mercado, los conejos suelen venderse sin piel, pero enteros. Antes de comprar, comprueba que las articulaciones de las patas tienen cierta movilidad. Es indicador de que la carne está fresca. Observa también el color: mejor cuanto más rosada. Al llegar a casa, consérvala en el refrigerador.
Congelada por entero aguanta un año. Nueve meses si lo haces despiezado. Cuanto más tiempo pase, la calidad irá cayendo. Para descongelarlo, lo mejor es dejarlo que coja temperatura lentamente en la nevera.
Olvídate de las digestiones pesadas
En España los conejos para el consumo de carne se sacrifican a una edad relativamente joven. Esto da como resultado una carne tierna y fácil de digerir debido un menor contenido en colágeno. Cada 100 gramos aportan 20,7 gramos de proteína de alta calidad y superior a la de otros animales, como el pollo. Y eso con solo 132 cal/100 gramos, un reclamo perfecto si tiene la guerra declarada a la báscula.
Es una carne con solo 5,3 gramos de grasa por cada 100 gramos. Si eres de estómago delicado, te gustará saber que ese escaso aporte lipídico hace que su digestión sea muy liviana, que no quita para que toda la población pueda disfrutar de este suave manjar. "Además, es baja en grasa saturada y en sodio. Dos cualidades que la hacen todavía más indicada cuando al sobrepeso se unen la hipertensión arterial y la dislipemia", explica la doctora Susana Monereo Megías, jefa de la sección de Endocrinología y Nutrición del Hospital Gregorio Marañón.
Unos 100 g de carne de conejo cubren, en un adulto sano, el 54% de la CDR de vitamina B3 o niacina (8,6 mg), necesaria para el normal funcionamiento del metabolismo energético, el sistema nervioso y las mucosas. También proporcionan el 400% de las recomendaciones de vitamina B12 (10 mcg), necesaria para la creación de normal de los glóbulos rojos y clave para el proceso de división celular; y el 30% de las recomendaciones de vitamina B6 (0,42 mg), que contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario y nervioso.
Idónea para deportistas
Los requerimientos energéticos del deportista dependen de la modalidad deportiva, de la duración de su práctica y de la intensidad con la que se realice. En aquellos deportes donde predomina la fuerza muscular, como la halterofilia, los requerimientos pueden llegar a 2 g/kg/día o lo que es lo mismo, 225% de la Cantidad Diaria Recomendada (CDR) para personas sedentarias. Pero, a la vez, estas personas activas huyen de alimentos que conlleven digestiones pesadas.
En un estudio del Centro Andaluz de Medicina del Deporte, junto con el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Granada y la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de la Universidad de Granada se evaluó el efecto de introducir carne de conejo en la dieta semanal de 25 deportistas aficionados a razón de tres veces por semana. Observaron incrementos en el VO2 max, en la velocidad máxima en la cinta de correr, mejoras en la frecuencia cardíaca máxima y en el cociente respiratorio máximo. Los artífices del estudio valoraron notablemente la reducción significativa de los valores de proteína C reactiva (PCRhs), considerado un marcador inespecífico de inflamación. No obstante, estos datos no son significativos para establecer una relación causa efecto.
También su un alto contenido en fosforo (220 mg/100 g), esencial para el funcionamiento normal de huesos y dientes, potasio (360 mg/100 g), que contribuye al normal funcionamiento de los músculos y selenio (17 mcg/100 g), un mineral con cualidades antioxidantes que protege las células del daño oxidativo. Este dato es especialmente relevante, ya que está comprobado que el ejercicio físico intenso genera en el organismo sustancias altamente oxidantes.
Buena aliada del táper
Asumámoslo: no todos los alimentos quedan ricos al recalentarse. Eso limita bastante el menú de la tartera para llevar a la oficina y aumenta las tentaciones de bajarse al bar de la esquina a tomar lo que haya en el menú. Emilio Martínez de Victoria Muñoz, catedrático de Fisiología señala que "la carne de conejo posee una gran versatilidad gastronómica con la que se pueden preparar platos adecuados para su calentamiento en microondas, como las patatas guisadas con conejo, la paella de conejo o los canelones de conejo". En el caso de los platos fríos, cita la ensalada campera con conejo. Es una carne que acepta bien las especias para quitarle tristeza al recalentado. Pruebe con el tomillo, el romero, la pimienta negra y hasta la canela para los platos a base de arroz.
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