LGTBI

Las reinas de Beirut

Los espectáculos de 'drag queens' han adquirido una popularidad sin precedentes en la capital de Líbano. Para las protagonistas es, además de un divertimento, una forma de activismo

Andrea se prepara para su espectáculo en su habitación del apartamento familiar.Daniela Sala
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"La primera vez que me atreví a salir vestida de drag queen fue para una fiesta en una discoteca. Era la noche de Halloween de 2016. Temblaba y estaba muy nerviosa. Por fin, después de unas cuantas copas, me sentí más relajada y al final descubrí que era divertidísimo". Emma Graton (que pidió que nos refiriésemos a ella por el nombre de su personaje) procede de una ciudad del sur de Líbano, pero se mudó a Beirut, donde se licenció en Ciencias Políticas y Asuntos Internacionales. Un año después de esa primera noche, le pidieron que actuase en el mismo local ante 700 espectadores.

El mundo de las drag queens de Líbano, que durante mucho tiempo ha permanecido prácticamente en la clandestinidad, se está volviendo cada vez más popular y el número de artistas aumenta a un ritmo sin precedentes. Del puñado de hace tan solo tres años han pasado a ser unas 40 y la cifra sigue creciendo. Drag es el acrónimo de Dressed Resembling a Girl (vestida como una chica). Se dice que el término se remonta a la época de Shakespeare, cuando en el teatro los actores masculinos representaban papeles femeninos. No obstante, más allá de la actuación y el entretenimiento, hay mucho más; en especial, para las drag queens libanesas. En un país en el que la homosexualidad sigue siendo técnicamente ilegal, las reinas están en primera línea, desafiando la estigmatización y los estereotipos. "Lo admitamos o no, para todas nosotras, el drag es una forma de activismo", confiesa Emma.

El artículo 534 del Código Penal libanés, reliquia del Mandato francés, prohíbe cualquier acto sexual "que contravenga las leyes de la naturaleza", y durante mucho tiempo se ha utilizado para acosar y practicar detenciones en función de la supuesta orientación sexual o identidad de género. En julio de 2018, cuando un tribunal de apelación se negó a condenar a nueve detenidos en un suburbio de Beirut y dictó que "las personas homosexuales tienen derecho a tener relaciones humanas e íntimas con quien lo deseen, sin injerencias ni discriminación de ninguna clase en razón de sus inclinaciones sexuales", una oleada de entusiasmo recorrió la comunidad LGTB. Sin embargo, las fuerzas de seguridad del país siguen interviniendo una y otra vez en los actos pro derechos humanos relacionados con el género y la sexualidad, infringiendo así las garantías internacionales que protegen los derechos humanos, como informaba Human Rights Watch en una demanda presentada el pasado febrero ante las autoridades de Naciones Unidas en la materia.

Me gusta hacer lo que hago porque sé que estamos desafiando a la opinión pública Emma Graton, drag queen

"Me gusta hacer lo que hago porque sé que estamos desafiando a la opinión pública. El travestismo en sí mismo es entretenimiento y diversión. A veces, la gente que viene a los espectáculos trae a amigos que no pertenecen a la comunidad queer, y nosotros nos esforzamos por introducirlos a esta forma de arte al mismo tiempo que ponemos en entredicho los estereotipos de género", explica Emma. En sus propias palabras, su personaje es un "superhéroe de Oriente Próximo".

La cuestión no es tanto tener aspecto de mujer como permitir que aflore "la fantasía que hay en la mente de una mujer". Una fantasía que confiere un gran poder, como les ocurre a muchas drag queens. Además de actuar como reina, Emma también es activista y trabaja en Tayf, el centro comunitario de la Fundación Árabe para las Libertades y la Igualdad. La organización ofrece un espacio seguro a la comunidad LGTB y se dedica a la prevención del sida. Además, en el Orgullo de este año, Emma desfiló vestida de drag queen en el Orgullo Mundial de Nueva York portando una bandera de Líbano y en representación de su país. "El jovencito gay de Saida ha hecho realidad su sueño", publicaba en Instagram.

En mayo de 2019, mientras Emma desfilaba en Nueva York, una queen más joven actuaba en Beirut con ocasión del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia (IDAHOT, por sus siglas en inglés). Su nombre artístico es Ruby y pertenece a la última generación de reinas. Su primera actuación en público tuvo lugar en enero de 2019, pero ya había entrado en el universo drag años atrás en Arabia Saudí, antes de que su familia regresase a Líbano.

De vuelta a Beirut, por fin tuvo la oportunidad de vestirse de drag queen y actuar en ocasiones diferentes en fiestas privadas secretas. Un domingo por la tarde se estaba preparando para el baile, un acontecimiento que se celebra cada dos meses y reúne a unas 30 artistas que compiten en el escenario exhibiendo sus mejores galas y maquillajes, y su habilidades con el playback. "Cada vez que veo a Ruby salir a la luz es como si hubiese estado demasiado tiempo bajo el agua y por fin pudiese salir a la superficie y respirar", cuenta mientras trabaja en su maquillaje, una tarea que le puede llevar hasta cuatro horas.

Anissa Krana y Robyn Hoes durante su espectáculo en una discoteca de Beirut.Daniela Sala

Ruby pensaba que, en el IDAHOT, tenía que transmitir un mensaje urgente, y movió los labios como si cantara al son del tema Russian roulette, de Rihanna. "Le pedí a un amigo que subiese al escenario y me pusiese unas esposas. Quería abordar el tema de que nosotras, como miembros de la comunidad LGTB, estamos asustadas. Corremos el riesgo de que nos detengan y se nos discrimina por nuestro aspecto. Pero, a pesar de todo, aquí estamos y no vamos a irnos a ningún sitio". La artista cuenta que, cuando miraba al público, lo veía emocionarse. "Vi que la gente se daba la mano y, al final, se formaba una verdadera comunidad. Sé que, codo con codo, podemos llegar lejos. Estoy impaciente por que llegue el futuro".

En el drag y el maquillaje, Ruby encontró una forma de autoexpresión que hacía que se sintiese poderosa, hasta el punto de que decidió presentar la idea de una serie de clases de maquillaje a Helem (sueño, en árabe), una ONG pro derechos LGTB que también gestiona un espacio seguro para la comunidad. "Cuanto más afirma la sociedad que está mal, más siento que es bueno para mí. Los demás no pueden decirme quién soy. Impartir clases de maquillaje no es más que una manera de reunir a personas que pueden sentir lo mismo. El drag es una combinación bonita que me da poder, paz y valor".

Cuando surge el tema de la popularidad sin precedentes que han adquirido recientemente los espectáculos drag, las artistas atribuyen el mérito sobre todo al famoso RuPaul y el increíblemente popular concurso de talentos RuPaul's Drag Race que presenta en la televisión estadounidense. No obstante, en Líbano, el drag tiene raíces más profundas. La mayoría de reinas libanesas crecieron viendo a Bassem Feghali, un humorista que alcanzó la popularidad a comienzos de la década de 2000 imitando a actrices y cantantes de sexo femenino. Además, actualmente las drag queens de Líbano se han propuesto la misión de sacar a la luz pública a las minorías sexuales y de género del mundo árabe y rendir homenaje a los ídolos locales y regionales.

La mayoría de reinas libanesas crecieron viendo a Bassem Feghali, un humorista que imitaba mujeres famosas

Un sábado por la tarde, un grupo de reinas se reunía en un apartamento en Beirut. La mayoría de ellas vivía en el piso y se estaba preparando para un espectáculo. Otras solamente habían ido para apoyar a sus compañeras mientras se vestían y maquillaban. Anis llevaba más de una semana trabajando en su número e insistió en incluir también canciones árabes. "Tenemos música muy tradicional divertida y bailable capaz de arrastrar a la gente a lugares felices. Me encanta utilizar memes, notas de voz y chistes en árabe. En nuestra cultura hay cosas que se consideran tabú, sobre todo porque nunca hablamos de ellas. Podemos romper esa barrera sin renunciar a nuestra cultura árabe", reivindica Anis, resaltando que eligió un nombre artístico árabe: Anissa Karana, un juego de palabras que suena como "estoy borracha".

En la habitación de al lado, Mustafa, conocido como Latiza Bombé, está sentado junto a Roby Hoes y Demetria Corset intercambiando sugerencias sobre el maquillaje que se están aplicando. Mustafa cuenta que la primera vez que se vistió de chica fue gracias a sus amigas trans. Y añade: "Yo me sentía fuera de lugar. Lo vivía de manera diferente que ellas. Para mí lo importante era transformarme y actuar, más que la identidad de género". A través de Youtube y del programa de RuPaul, Mustafa aprendió cada vez más sobre el drag, y al final nació Latiza.

Hace poco, Latiza, Robyn y Demetria han formado el grupo House of Latiza (La Casa de Latiza). En la cultura drag, el concepto de casa remite a la experiencia de las reinas de la década de 1980 en Nueva York, donde las casas eran "una manera totalmente nueva de vivir, muy estructurada y autoprotectora", especialmente para las personas negras, latinas, o que procedían de grupos muy marginalizados. "Ya éramos amigas, así que sucedió con naturalidad. Siempre hemos estado y estamos a disposición las unas de las otras. Somos una familia". Durante el día, Mustafa estudia en la universidad y trabaja como encargado de una tienda. "Antes no me sentía a gusto siendo Mustafa. Latiza me ayudó en mi vida diaria. Ella lo entendió. Me enseñó que soy la reina".

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