Cartas al director

Hagan el favor

Con demasiada frecuencia, en las salas de espera de los hospitales públicos, nos encontramos a niños pequeños corriendo, gritando o ambas cosas a la vez, mientras sus padres permanecen sentados mirándoles con cara de complacencia, y sus abuelos de orgullo. Todo ocurre debajo de una serie de carteles distribuidos generosamente por las paredes, donde se ve la imagen de una enfermera con el dedo índice sobre los labios y la leyenda: “Silencio, por favor”. En la misma sala, otros rótulos muestran un teléfono móvil con una raya diagonal. No hay que ser ninguna eminencia para deducir que hablar por ...

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Con demasiada frecuencia, en las salas de espera de los hospitales públicos, nos encontramos a niños pequeños corriendo, gritando o ambas cosas a la vez, mientras sus padres permanecen sentados mirándoles con cara de complacencia, y sus abuelos de orgullo. Todo ocurre debajo de una serie de carteles distribuidos generosamente por las paredes, donde se ve la imagen de una enfermera con el dedo índice sobre los labios y la leyenda: “Silencio, por favor”. En la misma sala, otros rótulos muestran un teléfono móvil con una raya diagonal. No hay que ser ninguna eminencia para deducir que hablar por él, allí, no está permitido. Bueno, pues parece que nadie se entera. Lo que prolifera es la mezcla de conversaciones inalámbricas. Hagan ustedes el favor.

Enrique Chicote Serna. Arganda del Rey (Madrid)

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