Los libros de la Feria
Me pidió mi nieto de 7 años que le llevara a la Feria del Libro madrileña. Lo he hecho en esta calurosa mañana de sábado. En una caseta la gente se apelotonaba en largas colas, hasta tal punto que creía que estaría firmando el mismísimo Cervantes resucitado, pero no, firmaban varios concursantes de un célebre concurso de cocina. Mi nieto no me ha dicho nada, pero no habría sabido qué decirle si me hubiese preguntado qué han hecho de importante esos “escritores” como para vender tantos libros y que se aguante mucho tiempo buscando una dedicatoria suya. Es el mundo que estamos haciendo, nosotros...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
Me pidió mi nieto de 7 años que le llevara a la Feria del Libro madrileña. Lo he hecho en esta calurosa mañana de sábado. En una caseta la gente se apelotonaba en largas colas, hasta tal punto que creía que estaría firmando el mismísimo Cervantes resucitado, pero no, firmaban varios concursantes de un célebre concurso de cocina. Mi nieto no me ha dicho nada, pero no habría sabido qué decirle si me hubiese preguntado qué han hecho de importante esos “escritores” como para vender tantos libros y que se aguante mucho tiempo buscando una dedicatoria suya. Es el mundo que estamos haciendo, nosotros solos, sin otras malas influencias.
Dionisio Rodríguez Castro
Villaviciosa de Odón (Madri