Coachella, el festival donde todos los famosos se quieren dejar ver

La cita de California, que cumple dos décadas, es un evento en el que marcas y 'celebrities' buscan estar en el candelero con grandes nombres de la música como excusa

Hailey Baldwin, Alessandra Ambrossio e Hiba Abouk, en Coachella 2019.INSTAGRAM/GTRESONLINE

Tan despatarrada como divina, melena al viento y sonrisa perfecta, Gigi Hadid aparece en su cuenta de Instagram comiendo patatas fritas. 47 millones de seguidores contemplan sobre el césped, bajo una carpa blanca y junto a un cubo de hielo para bebida a la supermodelo y ángel de Victoria's Secret posando en el célebre festival de Coachella. "Antes del festival, alimentada e hidratada, ¡gracias amigos!". No es una foto al a...

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Tan despatarrada como divina, melena al viento y sonrisa perfecta, Gigi Hadid aparece en su cuenta de Instagram comiendo patatas fritas. 47 millones de seguidores contemplan sobre el césped, bajo una carpa blanca y junto a un cubo de hielo para bebida a la supermodelo y ángel de Victoria's Secret posando en el célebre festival de Coachella. "Antes del festival, alimentada e hidratada, ¡gracias amigos!". No es una foto al azar. Es una colaboración muy pensada y (muy bien) pagada por parte de McDonald's. Y es el reflejo exacto de en qué se ha convertido Coachella.

El evento musical más famoso de Estados Unidos (con permiso del espíritu siempre independiente del Burning Man) es mucho más que, justamente, un evento musical. Este mes cumple 20 años de celebraciones músicales. Tiene lugar, desde 1999, el último fin de semana de abril —ahora ya son los dos últimos— en el Empire Polo Club de la ciudad de Indio, a dos horas de Los Ángeles y a media de Palm Springs. No es barato, ni accesible: 429 dólares (380 euros) las entradas de viernes, sábado y domingo; 999 (890 euros) el pase VIP. Pero, ¿cuál es precio de poder tomarse una copa al lado de Leonardo DiCaprio, bailar con Alessandra Ambrosio o montarse en la noria con Selena Gomez? 

Coachella se ha convertido en el lugar en el que están los famosos. The place to be, como se denomina en inglés a ese punto más aspiracional que físico en el que no falta nadie. Este año se han dejado ver por allí los hijos de Will Smith, Katy Perry y Orlando Bloom, Hailey Baldwin, Kylie Jenner o españoles como Hiba Abouk. En anteriores ediciones, allí han bailado y bebido Lindsay Lohan, Cara Delevingne, Paris Hilton, Brooklyn Beckham o Dulceida

En Coachella hay postureo. Sin duda. Pero también hay música: mucha y muy buena. El sonido es clave para entender por qué tantos rostros conocidos acuden a él. Pese a ser una cita eminentemente social, en su cartel siempre cuelgan los nombres de algunos de los grandes artistas del momento. Si en 2018 triunfaron The Weeknd, Eminem y sobre todo Beyoncé —cuya histórica actuación ha quedado recogida en un disco y un documental de Netflix, Homecoming—, este año están Childish Gambino, Ariana Grande, J Balvin, Wiz Khalifa, Bad Bunny, Janelle Monae y Tame Impala. Solange Knowles se cayó en el último minuto, y Rosalía fue uno de los grandes hits del primer fin de semana. 

Que Los Ángeles, epicentro del famoseo estadounidense, esté a apenas 200 kilómetros, también es clave. "Los famosos siempre han ido a Coachella por su cercanía a esta ciudad. Pero en los últimos años, con la irrupción de redes sociales como Twitter y Facebook se han convertido en las estrellas del festival", explicaba la editora de The Hollywood Reporter Shirley Halperin a la BBC.

Vista general del recinto de Coachella en 2019.CORDON PRESS

El festival se fundó por un enfado. Igual que el pueblo que le acoge se llamó así por un error. Sito en una zona con muchas conchas pequeña, a principios del siglo XX sus primeros habitantes decidieron llamar a la zona Conchilla. Pero un error en la impresión de sus carteles llevó a que la palabra se cambiara por Coachella y así se quedó, según cuentan la leyenda y el documental Coachella: The Film. El festival —con un primer cartel con Rage Against The Machine, Beck y Tool— empezó en 1999 gracias a la iniciativa de un inversor, Paul Tollett, que quiso hacerle la competencia al británico Woodstock. Vio posibilidades gracias a un enfrentamiento en 1993 entre Pearl Jam y la empresa Ticketmaster. La banda decidió cancelar un recital en Los Ángeles y buscar otro sitio: apostaron por el  Empire Polo Club de Indio y lo llenaron con 25.000 personas. Entonces, Tollett empezó a darle vueltas y creó el festival. "Esa primera edición solo generó pérdidas, pero la semilla que dejó Pearl Jam en 1993 ya estaba germinando", explica Rolling Stone.

De aquellos inicios a esta ingente exposición mediática han pasado años, famosos y, como no, el poder del dinero. Las marcas están más que presentes en el festival, con espacios específicos para ellas y como patrocinadores del evento. De hecho, buena parte de los rostros conocidos que viajan hasta allí, sobre todo los internacionales, lo hacen por invitación. Es un arreglo conveniente para todas las partes: para las firmas de moda y belleza porque logran una exposición inmensa en redes; para el festival porque encuentran quien pague, dé color al evento y, además, lo llene de famosos; y para actores, cantantes y modelos porque se apuntan al todo gratis. Un todo gratis que permite bailar al lado de Leonardo DiCaprio o comer patatas fritas con Gigi Hadid.

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