Columna

Gibraltar y Vox

La derecha española comulga con la británica y con los independentistas catalanes. Y todo por culpa de un partido que de momento solo está en las encuestas

El líder de Vox, Santiago Abascal, en Granada, el pasado 26 de noviembre. CRISTINA QUICLER (AFP)

La política de Estado le duró a la derecha española lo mismo que, según se dice, dura un caramelo a la puerta de un colegio. Pero es que esa medida del tiempo es de la posguerra. Ahora, en esta España de la abundancia, la de los municipios como Pozuelo o Sant Cugat, ningún niño se agacha por menos de una PlayStation. La medida del patriotismo ha ido cambiando de forma parecida.

Cuando sonaron las primeras alarmas sobre un acuerdo de Brexit sin la mención adecuada sobre Gibraltar, y cuando e...

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La política de Estado le duró a la derecha española lo mismo que, según se dice, dura un caramelo a la puerta de un colegio. Pero es que esa medida del tiempo es de la posguerra. Ahora, en esta España de la abundancia, la de los municipios como Pozuelo o Sant Cugat, ningún niño se agacha por menos de una PlayStation. La medida del patriotismo ha ido cambiando de forma parecida.

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Cuando sonaron las primeras alarmas sobre un acuerdo de Brexit sin la mención adecuada sobre Gibraltar, y cuando el ministro español de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, tocó a rebato a los europeos para que no tragaran con una minusvaloración de España, no tardó nada la derecha, por boca de Pablo Casado, en apuntarse a luchar de nuevo por el Peñón. Ahí estuvieron todos por ese tiempo que antes marcaba el caramelo. También Albert Rivera: si hay que dar la sangre por algo, que sea por Gibraltar.

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Pero algo pasó que significó que la postura de toda la derecha cambiara. Y ese algo se llama Vox. Y el héroe del minuto, Borrell, se tornó, por arte de magia, en un villano.

Sin que hubiera solución de continuidad, tanto Casado como Rivera se convirtieron en los grandes valedores de Theresa May en España, y sus explicaciones dirigidas al Parlamento inglés fueron aceptadas por los dirigentes de la derecha española sin el menor pero.

La sombra de Vox planea sobre ese cambio de actitud. Porque tanto el PP como Ciudadanos temen a la extrema derecha española, con razón. Hay que entenderles, porque quien tiene que temer a la extrema derecha es la derecha, no la izquierda. Y tanto el PP como Ciudadanos han echado sus cuentas y han concluido que pueden perder más por ahí que por el centro.

La derecha española se ha visto de golpe apoyándose en dos de los discursos que más odia: el de sus colegas ingleses, y el de un crecido Puigdemont, que ha dedicado sus mejores lindezas a Borrell, al que ha acusado, entre otras cosas, de supremacista.

El mundo al revés. La derecha española comulga con la británica y con los independentistas catalanes. Y todo por culpa de Vox, un partido que de momento solo está en las encuestas.

No hay nada nuevo en el frente de Gibraltar. En 1704 la flota asaltante era británica, y la infantería, catalana.

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