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México y Guatemala, una frontera fracturada

La última crisis migratoria de Centroamérica se recrudece en la frontera entre México y Guatemala

Una camioneta de una iglesia evangélica local llegó al sitio a regalar tortillas a los migrantes. Era el único alimento que habían podido conseguir en cantidad.Hector Guerrero (El País)
Por la mañana el hambre se agudizaba sobre el puente fronterizo y los migrantes se aglomeraban en las camionetas de voluntarios guatemaltecos que llegaban al puente con alimento.Hector Guerrero (El País)
En otro vehículo un tamal y una pieza de pan por persona. Hector Guerrero (El País)
Por la mañana el calor supero los 30 grados centígrados y los migrantes se refugiaban bajo sus tiendas improvisadas con plásticos y telas. Hector Guerrero (El País)
Una pareja hondureña se protege del sol con la bandera de su país. Hector Guerrero (El País)
Al pasar las horas la desesperación se acrecentaba entre los más de mil migrantes que permanecían sobre el puente en sus campamentos improvisados. Hector Guerrero (El País)
La idea de abandonar el puente y cruzar por el rio Suchiate comenzó a tomar fuerza entre los migrantes que conforman la caravana centroamericana. Hector Guerrero (El País)
Finalmente, pequeños grupos comenzaron a llenar las improvisadas balsas, ayudándose unos a otros para cruzar la fuerte corriente del rio fronterizo.Hector Guerrero (El País)
El terreno a las orillas del río es fangoso y resbaladizo, debido a esto los migrantes colocaron algunas de sus prendas de ropa para caminar sobre ellas y no resbalar. Hector Guerrero (El País)
Durante el cruce por el río las mujeres y los niños tenían una prioridad. Hector Guerrero (El País)
Poco a poco, las balsas que a diario se usan para el tráfico comercial habitual del río Suchiate comenzaron a desbordarse con los migrantes que bajaban del puente.Hector Guerrero (El País)
Los jóvenes voluntarios llevaban de un lado a otro por más de 6 horas las balsas en su máxima capacidad. Hector Guerrero (El País)
Familias de migrantes se acumularon en las orillas del río, pidiendo ayuda para poder cruzar en alguna de las balsas.Hector Guerrero (El País)
Al pasar el tiempo y ser insuficiente el número de balsas los hombres comenzaron a cruzar nadando tomados de una cuerda. Hector Guerrero (El País)
Debido a las altas temperaturas, al sol y al cansancio, una gran cantidad de niños han sufrido deshidratación. En la imagen, un padre llora al lograr que elementos del Instituto Nacional de Migración mexicano le permita el ingreso para que atiendan médicamente a sus hijos.Hector Guerrero (El País)
Ante la preocupación de que el caudal aumentara y tuvieran que pasar una noche más varados en Guatemala, muchos migrantes cruzaban el río con su ropa en bolsas de basura.Hector Guerrero (El País)
La familia López, proveniente del departamento de Ocotepeque, Honduras, espera poder cruzar en una balsa todos juntos.Hector Guerrero (El País)
Las balsas siguieron saliendo repletas de personas hasta que la corriente del río lo permitió.Hector Guerrero (El País)
Arriba del el puente fronterizo. una gran cantidad de migrantes continúan pegados a la cerca de fierro que bloquea el ingreso a México.Hector Guerrero (El País)
Pegado a la cerca, un padre llora con su hija en brazos. La niña se ha desmayado por la falta de agua y las horas de calor.Hector Guerrero (El País)
Jóvenes cruzan el río colgándose de la verja por el lado exterior a más de 20 metros de altura.Hector Guerrero (El País)