Nacionalismo e Historia

El reciente fallecimiento del gran historiador Josep Fontana ha desatado cierta polémica, a raíz del reconocimiento o crítica de una obra que al final de su vida se aproximó decididamente al nacionalismo catalán. Incluso su editor ha salido estos días a defender a su incomprendido editado, y de paso a enmendar la plana a los historiadores. Como historiador (y a ese descrédito, al parecer, he de añadir ahora el de ser profesor de la Universidad Rey Juan Carlos) me atreveré a señalar cómo, a pesar de la innegable calidad de la obra de Fontana, la concepción bien esencialista, bien excepcionalist...

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El reciente fallecimiento del gran historiador Josep Fontana ha desatado cierta polémica, a raíz del reconocimiento o crítica de una obra que al final de su vida se aproximó decididamente al nacionalismo catalán. Incluso su editor ha salido estos días a defender a su incomprendido editado, y de paso a enmendar la plana a los historiadores. Como historiador (y a ese descrédito, al parecer, he de añadir ahora el de ser profesor de la Universidad Rey Juan Carlos) me atreveré a señalar cómo, a pesar de la innegable calidad de la obra de Fontana, la concepción bien esencialista, bien excepcionalista, que de la nación, catalana o española, reflejó en su obra reciente, difícilmente tendría consideración en una historiografía que ha leído a Anderson, Gellner o Hobsbawm. Fue este último el que, de una manera contundente, llegaría a afirmar: “Ningún historiador serio de las naciones y el nacionalismo puede ser un nacionalista político comprometido, excepto en el mismo sentido en el que los que creen en la veracidad literal de las Escrituras, al mismo tiempo, son incapaces de aportar algo a la teoría evolucionista".

Manuel Burón. Madrid

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