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Los 33 días del papa Juan Pablo I

El 26 de agosto se cumplió el 40º aniversario del inicio de uno de los papados más cortos de la historia

1978, el año de los tres papas. Pablo VI moría con 81 años el 6 de agosto durante sus vacaciones en Castelgandolfo, tras 15 de papado. Su sucesor, Juan Pablo I, lo hacía tras sólo 33 días al frente de la Iglesia, dando paso a Juan Pablo II, que la dirigiría durante 26 años. En la imagen, el 25 de agosto de 1978, los 112 cardenales (por primera vez todos los países del mundo estaban representados) asisten a la misa 'Pro eligendo pontificem' antes de ser encerrados bajo llave en el cónclave. Pablo VI decretó antes morir que los cardenales estuvieran solos durante su encierro. Hasta entonces podían llevar dos o tres acompañantes si alegaban problemas de salud.François Lochon (Getty Images)
Un hombre lee en un periódico la lista de los papables en las escaleras de la basílica de San Pedro, el 26 de agosto de 1978, mientras se producen las primeras votaciones del séptimo cónclave del siglo XX. El diario 'La Repubblica' había publicado unos días antes un documento secreto del Ministerio de Exteriores italiano sobre los favoritos de la curia romana: los cardenales Bertoli, Bagio y Benelli. Pocos apostaban por Albino Luciani, aunque sí por un Papa que siguiera con las reformas del Concilio Vaticano II sin volver atrás. Se esperaba un largo debate pero apenas duró un día.Francois Lochon (Getty Images)
La plaza de San Pedro llena de gente que espera, el 26 de agosto de 1978, la señal de que los cardenales han llegado a un acuerdo. Cada dos votaciones (una sesión de escrutinio) las papeletas y las notas se queman en una estufa cuya chimenea da al tejado de la Capilla Sixtina. Si no ha habido acuerdo los papeles arden junto a paja húmeda, que produce humo negro. Si hay acuerdo, y el elegido acepta, las papeletas se queman junto a paja seca, que da humo blanco.Francois LOCHON (Getty Images)
Pocos meses antes, en mayo, Italia había vivido uno de sus episodios más tristes de su historia reciente, el secuestro y posterior asesinato por los terroristas de las Brigadas Rojas de Aldo Moro, presidente democristiano y quien fuera primer ministro italiano en dos ocasiones.François Lochon (Getty Images)
Un sacerdote escucha en la radio, en la plaza de San Pedro, la elección de Albino Luciani, el 26 de agosto de 1978. Los dos pontificados anteriores, el de Juan XXIII y Pablo VI, habían sido de cambio y renovación en la Iglesia debido al Concilio Vaticano II.La Iglesia se encontraba en medio de disensiones entre los sectores más conservadores que querían menos cambios y los más progresistas a quienes eso les sabía a poco.François Lochon (Getty Images)
Fumata blanca. El humo blanco sale de la chimenea de la Capilla Sixtina a las 19.20 del 26 de agosto de 1978, indicando que hay nuevo Papa. Las dos primeras fumatas habían sido negras. La segunda, blanca a ratos debido a un fallo técnico, causó confusión a nivel de mundial a pesar de contar con la ayuda de productos químicos y de la larga trayectoria de la Iglesia en este tipo de eventos. La tercera, la definitiva (según Radio Vaticana, gris clara, blanca sucia, casi blanca), fue una de las más largas y se elevó al cielo durante 56 minutos. De haber existido Twitter entonces más que arder se hubiera ahumado.AP
‘Habemus Papam'. Juan Pablo I, el papa de la sonrisa, bendice a la multitud que lo aclama en la plaza de San Pedro del Vaticano, el 26 de agosto de 1978. Fue el primer papa en elegir un nombre compuesto, honrando así a sus dos predecesores, Juan XXIII y Pablo VI. Cada papa puede escoger el nombre que desee, elección que se interpreta como una especie de programa de su pontificado. Desde hacía dos siglos los papas habían escogido sólo ocho nombres: Benedicto, Clemente, Gregorio, Inocencio, León, Pío, Juan y Pablo. Se dice que es el mayor secreto que cada cardenal lleva en su pecho cuando entra en el cónclave y la primera tentación de vanidad cuando se entera de la muerte del papa.Getty Images
El Papa número 263º de la Iglesia católica sale al balcón de la plaza de Vaticano en su primera aparición pública, una hora después de su elección, el 26 de agosto de 1978. Antes de dar la bendición ‘urbi et orbi’ (a la ciudad de Roma y al mundo entero) cantó en latín, demostrando lo que sus feligreses ya sabían, que Juan Pablo I cantaba muy bien. Tuvo que salir una segunda ocasión ante los aplausos de los 300.000 fieles que llenaban la plaza. Después, por decisión suya, se encerró con los 111 cardenales (de los que 81 habían votado a su favor) hasta el día siguiente.François Lochon (Getty Images)
El cardenal Felici coloca uno de los broches metálicos que recuerdan los clavos de Cristo en el palio papal (una especie de cinta alredor del cuello) a Juan Pablo I el 3 de septiembre de 1978. El papa Luciani quiso una ceremonia simple y renunció al rito de coronación, lo que planteó un problema de denominación a los liturgistas que rápidamente encontraron un nombre: fiesta de la inauguración del pontificado. Fue el primero en inaugurar su pontificado sin utilizar los símbolos del poder papal, la tiara (la triple corona carga de joyas que simboliza a la Iglesia triunfal, el poder espiritual y el poder temporal de los papas) o la silla gestatoria. Un gesto de humildad que recibió el aplauso mundial. El Papa, que quería ser el de los pobres, había empezado con buen pie.Keystone (Getty Images)
Vista de la plaza de San Pedro el 3 de septiembre de 1978, en la solemne ceremonia de inauguración del papado celebrada por última vez al atardecer como era costumbre. A partir de Juan Pablo II tendría lugar por la mañana. El mayor problema de la inauguración lo planteó la presencia del dictador argentino, el general Jorge Rafael Videla, que provocó graves incidentes en las calles de Roma. Durante la ceremonia, transmitida por televisión en color, el mundo entero pudo leer “Videla verdugo” en un cartel izado por 25 globos de colores.François Lochon (Getty Images)
Albino Luciani (con una cruz en la imagen) junto a otros seminaristas. Nacido en Forno de Canale, entre Venecia y la frontera austriaca, el 17 de octubre de 1912, se convertía en el primer papa en nacer en el siglo XX y el último en morir en el siglo pasado. Su padre era un albañil socialista, emigrante durante años en Suiza y que su vuelta trabajó como artesano del vidrio en Murano, que respetaría la decisión de su hijo de ser sacerdote. El futuro papa estudió teología en la Universidad Gregoriana de Roma y fue uno de los primeros obispos nombrados por Juan XXIII en 1958. Desde 1969 era patriarca de Venecia, donde llegó con la fama de ser el pastor de los pobres y disolvió las organizaciones más progresistas, como la Federación Universitaria de Católicos Italianos, porque se habían negado a hacer la campaña contra el divorcio. En los centros industriales de Mestre, cerca de Venecia, combatió a los sacerdotes obreros.François Lochon (Getty Images)
Albino Luciani, en el centro con un libro abierto, en 1932 en el Seminario Gregoriano de Belluno. Decía de sí mismo: “Soy sólo un pobre hombre acostumbrado a realizar cosas pequeñas y en silencio”. En 1973 fue nombrado cardenal por Pablo VI.Eric Vandeville (Getty Images)
Albino Luciani, en su etapa de patriarca de Venecia. Cuando tomó posesión del este cargo, dijo: “Vengo sin dinero y así deseo marcharme”. Vendió el anillo de oro que le había regalado Juan XXIII y autorizó a los párrocos a que vendieran joyas de sus parroquias.David Lees (Getty Images)
El papa Pablo VI saluda al público congregado en la plaza de San Marcos en Venecia, en presencia de su gran amigo y sucesor el cardenal Albino Luciani, en una visita a la ciudad en 1972. Otros dos papas del siglo XX, Pío X y Juan XXIII, habían sido también patriarcas de Venecia.Gianni Giansanti (Getty Images)
Juan Pablo I recibe el juramento de fidelidad del cardenal polaco Karol Wojtyla, quien sería su sucesor tras ser elegido por el cónclave el 16 de octubre, el primero no italiano desde 1523, tomando el nombre de Juan Pablo II.Reuters
Juan Pablo I fue un acérrimo defensor del Opus Dei. Gran amante de la literatura y buen conversador que se ganaba a todo el mundo con su simpatía, bondad y sencillez. Su elección fue fruto de un compromiso entre conservadores, moderados y progresistas. Gustaba a quienes no querían un papa diplomático, ni un hombre de la Curia o a uno demasiado amigo de la izquierda, pero procedente él mismo de la clase obrera. Humanizó el papado dejando de ser el "nos" propio de los papas y hablar en primera personal del singular.François Lochon (Getty Images)
Unas mujeres leen, en septiembre de 1978, carteles en los muros del Vaticano en los que se da la bienvenida a la elección de Juan Pablo I.François Lochon (Getty Images)
Juan Pablo I en el encuentro con los periodistas un día después de su elección en el que leyó su discurso programático. La elaboración de este mensaje, muy elaborado y lleno de citas, se realizó de manera colegiada durante el cónclave, abriendo el camino de la participación de los obispos en la Iglesia, una exigencia de los más progresistas. Una muestra de que el Papa, aunque conservador, iba a ser menos tradicional de lo esperado.François Lochon (Getty Images)
El Papa es conducido por los sedarios poniificios en la llamada silla gestatoria en su toma de posesión como obispo de Roma en la archibasílica de San Juan de Letrán, catedral de la diócesis romana el 3 de septiembre. Juan Pablo I, a quien convencieron de utilizarla para poder ser visto por la multitud tras haber renunciado a su uso en la inauguración de su papado, fue el último en ser llevado a hombros en este trono ceremonial, que sería sustituido por el papamóvil.Getty Images
33 días después de su elección Juan Pablo I aparecía muerto al amanecer del 29 de septiembre de 1978. Según las fuentes oficiales murió de un infarto de miocardio y fue encontrado por su secretario privado John Magge (al menos sobre lo segundo, el Vaticano no dijo la verdad, fue una monja quien encontró el cadáver). El anuncio de la Santa Sede de que no se le practicaría una autopsia y las contradicciones en la versión oficial abrían la puerta a todo tipo de teorías, incluyendo, como no podía ser de otra manera, la del asesinato. El cuerpo fue colocado el 30 de septiembre en la sala Clementina del palacio Apostólico, donde más de 100.000 personas le rindieron homenaje tras pasar horas haciendo cola.François Lochon (Getty Images)
Los restos de Juan Pablo I fueron trasladados desde la sala Clementina hasta la basílica de San Pedro, el 30 de septiembre de 1978, acompañado por unas 60.000 personas. Un cortejo fúnebre de guardias suizos, obispos, cardenales, la coral de la Capilla Sixtina, miembros de la prefectura vaticana, familiares y autoridades acompañaban al catafalco, transportado por 12 sedarios. Su cadáver permaneció expuesto ante el altar de la Resurrección en la basílica hasta el 4 de octubre, cuando se celebró el funeral.Getty Images
Cola de fieles para visitar la capilla ardiente en la basílica de San Pedro. Una de las prioridades del Papa en su corto mandato habría sido investigar el estado de las cuentas vaticanas. Luciani ya se había enfrentado con el arzobispo norteamericano Paul Marcinkus, el todopoderoso responsable de las finanzas vaticanas, por la venta de la Banca Cattolica del Veneto, al Banco Ambrosiano (controlado por la mafia y cuyo derrumbe fue un escándalo financiero), propiedad de Roberto Calvi, el banquero de Dios (que aparecería ahorcado bajo un puente en Londres en 1982).François Lochon (Getty Images)
El cuerpo del Papa en la basílica de San Pedro el 30 de septiembre de 1978. Las sospechas sobre la muerte no natural de Juan Pablo I fueron investigadas por David A. Yallop en su libro “En nombre de Dios”, en el que sostiene la tesis del envenenamiento. En el libro, un cardenal del que no da el nombre (en realidad, un amigo personal del Papa, Gianni Gennari), desvelaba detalles diferentes a los de la versión oficial.François Lochon (Getty Images)
Según Gennari, el Papa habría muerto por la ingestión de una fortísima dosis de un vasodilatador recetado por teléfono por su médico personal de Venecia. La noche de su muerte, del 28 al 29 de septiembre de 1978, Juan Pablo I estaba muy agitado por una dura discusión mantenida con el cardenal francés Villot, secretario de Estado, sobre los cambios que iba a introducir en la Curia y rodearse de personal de su confianza. Por la mañana, una monja, Vicenza Taffarel (no su secretario como se dijo) lo encontró muerto. Esta monja dio dos versiones, la primera que lo que encontró en el baño, vestido, la segunda que lo encontró sentado en la cama (ante su escritorio, según la familia), reclinado sobre el costado derecho y con un papel en la mano con los cambios que iba a hacer (según el Vaticano con el “Kempis”, un libro sobre la espiritualidad). Sobre la mesita de noche, el vaso con el que bebió el medicamento. Según la autopsia, una dosis fortísima, que le provocó un infarto fulminante.Mondadori Portfolio (Getty Images)
Nueve años después de su muerte, Diego Lorenzo, exsecretario particular del Papa, sorprendió a todos revelando en un encendido debate con Yallop en la televisión italiana que Juan Pablo I había tenido dos días antes de su muerte un fuerte dolor en el pecho que podrían presagiar un infarto. También confirmó que al Papa se le había hecho la autopsia (lo que el Vaticano había negado).Mondadori Portfolio (Getty Images)
Unas 50.000 personas asistieron bajo la lluvia a los funerales por el Papa en la plaza de San Pedro el 4 de octubre de 1978, cinco días de su muerte, cuyos restos reposaban en un sencillo ataúd de ciprés, adornado con una sencilla cruz de ébano. Ante el temor de posibles ataques terroristas, la Secretaría de Estado vaticana pidió que no asistieran jefe de Estado y de Gobierno. 93 cardenales concelebraron el funeral.François Lochon (Getty Images)
Un sacerdote suelta una paloma en la iglesia de Saint Leonard en Boston (Estados Unidos) en homenaje al Papa, el 4 de octubre de 1978, el día siguiente del funeral en el Vaticano. Su muerte, tras apenas un mes de papado, conmovió a al mundo entero y supuso un jarro de agua fría al optimismo que la elección de Luciani había significado.Getty Images
Los cardenales participantes en el nuevo cónclave entran en la Capilla Sixtina el 14 de octubre de 1978 para elegir al siguiente Pontífice. Tras dos días de deliberaciones, de aquí saldría el nombre del polaco Karol Józef Wojtyla. De 58 años, el más joven del siglo XX, y con fama de deportista, tal vez los cardenales quisieron asegurarse un Papa con un mejor estado de salud. El papado de Juan Pablo II, casi 27 años, fue el tercero más largo de la Iglesia católica.EFE