La hora azul

El cementerio de pateras de Barbate es el testimonio de las aspiraciones de cuantos se juegan la vida para buscar en Europa una vida mejor

Varias pateras usadas por inmigrantes amontonadas en el puerro de Barbate (Cádiz). PACO PUENTES

Este cementerio de pateras en Barbate (Cádiz) es testimonio de las travesías del Estrecho de los casi 27.000 migrantes que han llegado a España por mar este año. Es el medio más utilizado, aunque el ingenio manda: otros recurren a motos de agua, tablas de surf, lanchas de juguete o neumáticos de camión. A cada modalidad le corresponde una tarifa. En los enormes y desvencijados barcos de madera que zarpaban de Libia hacia Italia, también había varios precios. La bodega era más barata que cubierta. El que más ...

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Este cementerio de pateras en Barbate (Cádiz) es testimonio de las travesías del Estrecho de los casi 27.000 migrantes que han llegado a España por mar este año. Es el medio más utilizado, aunque el ingenio manda: otros recurren a motos de agua, tablas de surf, lanchas de juguete o neumáticos de camión. A cada modalidad le corresponde una tarifa. En los enormes y desvencijados barcos de madera que zarpaban de Libia hacia Italia, también había varios precios. La bodega era más barata que cubierta. El que más paga, más posibilidades tiene de sobrevivir cuando las cosas se tuercen. Los traficantes libios ya no usan aquellos buques, sino botes de madera o lanchas de goma, que los barcos de rescate inutilizan en alta mar. Las marcan con un número, las rasgan o queman y las hunden.

Como el impresionante vertedero de chalecos salvavidas –de calidad infame, más bien pasaportes a la muerte— de la isla griega de Lesbos, estas embarcaciones amontonadas dan idea del negocio de los que se lucran con la imperiosa necesidad de quien huye de una persecución o con las esperanzas de quien pretende prosperar. Conviene no olvidar que el tráfico de migrantes es un negocio descomunal.

Las embarcaciones apiladas en Barbate fueron construidas a conciencia, como diseñadas para cruzar esa línea donde los dos continentes casi se tocan. No alcanzan velocidades altas ni cubrirían grandes distancias pero son suficientemente sólidas para transportar a un centenar de migrantes hacinados. Aunque aumente el riesgo, optimiza el negocio.

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La imagen fue tomada a la hora azul, ese momento del día mágico para todo fotógrafo. Esos minutos cuando el sol se acaba de poner y la luz se transforma a un dorado que se degrada en añil, precisamente el color característico de las pateras que vienen de Marruecos. El tiempo entre la luz y la oscuridad absolutas. La travesía en patera es una especie de hora azul vital. Ese momento en que una persona aspira a dejar atrás todo aquello de lo que huye y alcanzar aquello a lo que aspira, unas horas o unos días en los que se lo juega a todo o nada.

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