Un buen día me hice músico y desde entonces toco el fagot en una orquesta. Disfruto mucho con los programas que interpreta y, además, suena espléndidamente. Sin embargo, hace unos meses que los instrumentos de viento metal vienen diciendo que se quieren ir. No les gusta lo que oyen, al director no lo tragan y piensan que por libre lo harían mejor. Han decidido hacer un referéndum entre ellos para irse de la orquesta, llevándose los instrumentos... y la música. Al resto de la orquesta nos tachan de fascistas antidemócratas porque no aceptamos su referéndum. Les hemos dicho que lo democrático es...

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Un buen día me hice músico y desde entonces toco el fagot en una orquesta. Disfruto mucho con los programas que interpreta y, además, suena espléndidamente. Sin embargo, hace unos meses que los instrumentos de viento metal vienen diciendo que se quieren ir. No les gusta lo que oyen, al director no lo tragan y piensan que por libre lo harían mejor. Han decidido hacer un referéndum entre ellos para irse de la orquesta, llevándose los instrumentos... y la música. Al resto de la orquesta nos tachan de fascistas antidemócratas porque no aceptamos su referéndum. Les hemos dicho que lo democrático es que votemos entre todos. Nos tememos que la orquesta no suene igual si se van. Les hemos dicho que hasta el modesto triángulo es importante. También les hemos dicho que cada músico es libre de ir donde quiera. Donde suene mejor ese viento.

No sé por qué les cuesta tanto entenderlo. ¿Les suena?— Pedro Fernández Fernández. Córdoba.

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