Fármacos y ejercicio
Cada vez que hacemos ejercicio se produce un maravilloso entramado de reacciones químicas, desde los músculos hasta el cerebro, pasando por el tejido adiposo o los huesos, que miles de años de evolución han perfeccionado y son difícilmente sustituibles por una simple pastilla. Los efectos del ejercicio no son equiparables a los de los fármacos —que por otra parte bienvenidos sean para curar enfermedades— pues en general mejoran con el aumento de la dosis, benefician a múltiples tejidos y carecen de efectos adversos a poco que se aplique el sentido común. Apenas si hay personas tan incapacitada...
Cada vez que hacemos ejercicio se produce un maravilloso entramado de reacciones químicas, desde los músculos hasta el cerebro, pasando por el tejido adiposo o los huesos, que miles de años de evolución han perfeccionado y son difícilmente sustituibles por una simple pastilla. Los efectos del ejercicio no son equiparables a los de los fármacos —que por otra parte bienvenidos sean para curar enfermedades— pues en general mejoran con el aumento de la dosis, benefician a múltiples tejidos y carecen de efectos adversos a poco que se aplique el sentido común. Apenas si hay personas tan incapacitadas para el ejercicio que deban sustituirlo por una pastilla. Nunca se es tan viejo ni tan frágil como para no poder contraer algunos músculos. Por ejemplo, en plena sesión de diálisis o en la misma cama del hospital, a través de electroestimulación. Para algo están los estudios médicos. Realizados por cierto en pacientes, no en ratones.— Alejandro Lucía. Villaviciosa de Odón (Madrid).