La hipoteca de Pablo
Si alguien lo explica a fondo, igual todos aprendemos algo de este episodio singular
La compra del chalé de Pablo Iglesias e Irene Montero no incomoda a los partidarios de la propiedad privada (incluso limitada).
Ni a los defensores de la economía de mercado (incluso de verdad social); ni del derecho a la vivienda (para todos); ni a quienes crean que derechistas e izquierdistas tienen iguales prerrogativas y jamás las ideas condenan a la miseria individual o a la cutrez.
Porque reclamar los derechos de los desamparados no implica elogiar el desamparo. Vivan los humildes, muera la pobreza.
El debate se va situando donde debería: en la frustración de los fie...
La compra del chalé de Pablo Iglesias e Irene Montero no incomoda a los partidarios de la propiedad privada (incluso limitada).
Ni a los defensores de la economía de mercado (incluso de verdad social); ni del derecho a la vivienda (para todos); ni a quienes crean que derechistas e izquierdistas tienen iguales prerrogativas y jamás las ideas condenan a la miseria individual o a la cutrez.
Porque reclamar los derechos de los desamparados no implica elogiar el desamparo. Vivan los humildes, muera la pobreza.
El debate se va situando donde debería: en la frustración de los fieles de Podemos por una vivienda para unos excesiva (es estupenda, pero no enloquecida), que quebraría la promesa franciscana de Pablo e Irene y contrastaría con anteriores aspavientos propagandísticos. Que los fieles decidan sobre los apóstoles.
Como estos temas tan populares interpelan a todo quisque, más vale ser directos: muchos respiramos aliviados porque los líderes populistas primen los intereses de sus criaturas por encima de sus estereotipos ideológicos; porque su opción garantiza que no se expropiarán los dedales, si llegaran a mandar; porque ya decae el discurso de la casta, de la culpabilización a todos los demás, del falso purismo.
Pero también agradeceremos más transparencia bancaria con el crédito hipotecario contratado. Una hipoteca variable de 540.000 euros a 30 años a un tipo inicial nada raro del 2,1%, supondría una cuota de 2.700 euros largos mensuales, cuantía muy superior a los 1.600 euros notificados.
El tipo real prometido por la Caja de Ingenieros en sus simuladores está por debajo de eso y la cuota se acerca, pero no coincide, con la relatada. Serían 1.755 euros mensuales (desde el segundo año) en la fórmula Hogar 80; o 1.876 euros (los cinco primeros años; 1.770 euros, después) en la Hipoteca Mixta.
Claro que Pablo e Irene pueden ser clientes privilegiados que ofrezcan garantías más sólidas a los acreedores o cumplan condiciones adicionales (tarjetas, domiciliaciones, seguros asociados). O también podrían obtener mejores condiciones por constituir un reclamo comercial objetivo. O ser una base sobre la que mejorar las condiciones de todos los clientes de la caja ¿Y si no? Si alguien lo explica a fondo, igual todo queda más claro.