Cartas al director

Una mala noticia

En primer lugar, decir que respeto, como buen demócrata, la decisión judicial en Alemania que ha dejado en libertad provisional a Carles Puigdemont, pero en absoluto la comparto; es más, ha sido una decepción y una mala noticia. Dejando en libertad al expresident, Alemania hace un flaco favor al Estado de derecho en España. Por cierto, ¿alquilará otra mansión en Alemania sufragada con dinero público de todos los catalanes? Por otra parte, me asombran las palabras desde Junts per Catalunya diciendo que la candidatura de Puigdemont para presidir la Generalitat ha seguido viva desde el p...

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En primer lugar, decir que respeto, como buen demócrata, la decisión judicial en Alemania que ha dejado en libertad provisional a Carles Puigdemont, pero en absoluto la comparto; es más, ha sido una decepción y una mala noticia. Dejando en libertad al expresident, Alemania hace un flaco favor al Estado de derecho en España. Por cierto, ¿alquilará otra mansión en Alemania sufragada con dinero público de todos los catalanes? Por otra parte, me asombran las palabras desde Junts per Catalunya diciendo que la candidatura de Puigdemont para presidir la Generalitat ha seguido viva desde el primer día, ¿no habían presentado ya a Jordi Sànchez y a Jordi Turull y tenían en mente presentar a Elsa Artadi? ¿Nos podemos fiar de los que mienten de forma constante?— José A. Ávila López. Rubí (Barcelona).

La repentina decisión del tribunal alemán de poner en libertad a Carles Puigdemont no es tan apocalíptica. En nuestro acomplejado Estado democrático tendemos solo a ver las lindezas de nuestros socios comunitarios. Ahora constatamos que el sistema judicial germano también tiene sus grietas. Nuestra inquietud al seguir y gestionar los vaivenes de la montaña rusa independentista es universal. La justicia es compleja, no suele agradar a todos. Posiblemente nos seguirá sorprendiendo. Igual nos acaba decepcionando. En cualquier caso, el absurdo que transmite a la sociedad será complicado de borrar.— Manuel Martín Lobo. Sevilla.

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Otra cosa que deja clara la sentencia alemana es que, en España, no hay presos políticos.— Antonio Arias. Madrid.

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