Voz (franquista) de la calle
En su artículo La voz de la calle del pasado día 23, Jorge M. Reverte alude a aquella multitudinaria voz —Valencia 62, Franco en cabeza— que a los de Múnich nos pedía “paredón”. Yerra: la voz de la calle respeta la métrica, y el octosílabo perfecto fraguó en “los de Múnich, a la horca”. El paredón fue —Madrid 75— para el díscolo cardenal Tarancón. Arte en la voz callejera, esta vez el grito rimaba. Voz ponderada: si para contubernistas reservaba lenta cuerda en garganta, se concedía al arzobispo muerte más rápida, esa “parada cardiaca” con que los médicos carcelarios (inteligente eufe...
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En su artículo La voz de la calle del pasado día 23, Jorge M. Reverte alude a aquella multitudinaria voz —Valencia 62, Franco en cabeza— que a los de Múnich nos pedía “paredón”. Yerra: la voz de la calle respeta la métrica, y el octosílabo perfecto fraguó en “los de Múnich, a la horca”. El paredón fue —Madrid 75— para el díscolo cardenal Tarancón. Arte en la voz callejera, esta vez el grito rimaba. Voz ponderada: si para contubernistas reservaba lenta cuerda en garganta, se concedía al arzobispo muerte más rápida, esa “parada cardiaca” con que los médicos carcelarios (inteligente eufemismo) certificaban los fusilamientos. La voz de la calle siempre ha sabido graduar.— Carlos María Bru. San Sebastián de los Reyes (Madrid).