Del desengaño al desplome

Azares de la vida, también el movimiento 'indepe' que carcomió al PP se corroe

Mariano Rajoy junto a Fernando López Miras durante un momento del XVII Congreso Regional del Partido Popular en Murcia. Marcial Guillén (EFE)

El desengaño engendra la desbandada, y esta, el desplome. El problema es calcular a qué ritmo.

La crisis catalana machacó al PP. Lo dejó hasta sin grupo en el Parlament. Y propulsó al socio/rival, Ciudadanos, en toda España.

La sublevación de los pensionistas y de las mujeres le han desnudado de dos flancos clave. Ni propuestas vacías ni lazos morados oportunistas le valen. Tiene que chupar credibilidad de las víctimas de asesinatos, toma ética.

La dirigencia popular enmudece bajo la tediosa repetición de consignas hueras y los despavoridos concejales huyen en masa. Únicam...

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El desengaño engendra la desbandada, y esta, el desplome. El problema es calcular a qué ritmo.

La crisis catalana machacó al PP. Lo dejó hasta sin grupo en el Parlament. Y propulsó al socio/rival, Ciudadanos, en toda España.

La sublevación de los pensionistas y de las mujeres le han desnudado de dos flancos clave. Ni propuestas vacías ni lazos morados oportunistas le valen. Tiene que chupar credibilidad de las víctimas de asesinatos, toma ética.

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La dirigencia popular enmudece bajo la tediosa repetición de consignas hueras y los despavoridos concejales huyen en masa. Únicamente el bueno de Íñigo mantiene el tipo como puede. Esto es la desbandada. ¿Falta solo un hilillo para llegar al desplome?

El hilillo milagroso es Mariano, agotado de tanto dinamismo, exhausto de lanzar tanta propuesta creativa. ¿Por qué aguanta, si todos los suyos tildan (en privado) su liderazgo de desastre? Porque apenas nadie cree, ay, que sus rivales sean mejores.

Azares de la vida, también el movimiento indepe que carcomió al PP se corroe. Transita entre el desengaño y la desbandada y avizora el desplome. Al menos eso es lo que escriben gurús separatistas de distintas sensibilidades.

“La gente empieza a estar muy harta de todo esto [el procés], me cuentan que si se repiten las elecciones no irán a votar, y son precisamente los más motivados”, se hace eco Francesc-Marc Álvaro, analista de rancio abolengo pujolista.

Y es que “la situación ha derivado hacia el esperpento”; que “no nos pidan que entendamos este sainete”; que “si son incapaces, tiren la toalla”, exhorta a la dirigencia indepe Pilar Rahola, siempre la primera de ellos en otear los cambios de viento.

La bajeza moral ha desembocado ya en la Inquisición. La cúpula de la Assemblea Nacional Catalana, no contenta con sus irregularidades fiscales, su revelación de datos personales y sus manejos para desterrar candidatos de la base por ella malqueridos, ha vuelto este fin de semana a desmentir su afección a la democracia (directa), prohibiendo al verso libre cupero Antonio Baños que se presentara a presidente... por ejercer su oficio de periodista.

¿Falta un hilillo para el colapso? Quizá llegue con la promoción de Jordi Turull como aspirante a president: al fin, la vuelta a los conspicuos apellidos de la era pujolista más corrupta. Un brindis.

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