Cartas al director

Si quieres llegar a ser algo en la vida...

A menudo converso con un chico de 27 años que trabaja en la cafetería de abajo de mi casa por un cutre sueldo a final de mes. Y aun así, intenta prepararse las oposiciones de este año a Correos y Telégrafos porque, como dice él, “hay que asegurarse un futuro”. Y quizá su grado en Arquitectura Naval y en Ingeniería Forestal no ofertan al año las vacantes necesarias para poder optar a un puesto digno y justificado después de todos los años de duro esfuerzo y sacrificio. “Por eso me gano la vida como puedo”, me comenta con cierto malestar mientras sostiene la bandeja bajo su brazo. Los jóvenes de...

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A menudo converso con un chico de 27 años que trabaja en la cafetería de abajo de mi casa por un cutre sueldo a final de mes. Y aun así, intenta prepararse las oposiciones de este año a Correos y Telégrafos porque, como dice él, “hay que asegurarse un futuro”. Y quizá su grado en Arquitectura Naval y en Ingeniería Forestal no ofertan al año las vacantes necesarias para poder optar a un puesto digno y justificado después de todos los años de duro esfuerzo y sacrificio. “Por eso me gano la vida como puedo”, me comenta con cierto malestar mientras sostiene la bandeja bajo su brazo. Los jóvenes de hoy en día poseen más estudios universitarios que la media superior hace una década. Es decir, son la generación perdida entre los estudios universitarios y la falta de empleo digno y cualificado. Contraria a la de sus padres, que gozaban de una mayor experiencia, son por tanto las cobayas del laboratorio de los ECT (sistema europeo de transferencia de créditos) bajo el amparo de la voz de una madre que por miedo al fracaso reza: “Si quieres llegar a ser algo en la vida, estudia”.— Ismael Mariño Martínez. Pontevedra.

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