Opinión

El populismo de Rajoy arropa el embarazoso himno de Marta Sánchez

El presidente del Gobierno y Rivera celebran la cursi versión que protagonizó la cantante

Marta Sánchez, el 14 de febrero, con ocasión de la rueda de prensa que protagonizó antes de su concierto en el Teatro de la Zarzuela. En vídeo, su actuación.Vídeo: JUAN NAHARRO GIMENEZ

Tenemos costumbre -y a veces razón- de relacionar a Pablo Iglesias con el populismo, pero Mariano Rajoy se está adhiriendo a cualquier oportunidad de fervor popular, no ya legislando de cuerpo presente sobre la prisión revisable permanente, sino tratando de recuperar el liderazgo del patriotismo, hasta el extremo de identificarse con la versión...

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Tenemos costumbre -y a veces razón- de relacionar a Pablo Iglesias con el populismo, pero Mariano Rajoy se está adhiriendo a cualquier oportunidad de fervor popular, no ya legislando de cuerpo presente sobre la prisión revisable permanente, sino tratando de recuperar el liderazgo del patriotismo, hasta el extremo de identificarse con la versión del himno de España que protagonizó Marta Sánchez en el Teatro de la Zarzuela.

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Ha decidido nuestro presidente firmar un tuit con sus iniciales. Y atribuirse como todo populista acostumbra el sentimiento y la opinión de la ciudadanía. “Muy buena iniciativa. La inmensa mayoría de los españoles nos sentimos representados. Gracias, Marta".

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Anda necesitado Rajoy de restaurar su imagen. Y no está claro de cuál estudio demoscópico ha concluido que la “inmensa mayoría de los españoles” comparte la cursi, ñoña y sentimentaloide letra que ha escrito Marta Sánchez. Resulta hasta embarazoso reproducir algunos pasajes, pero es necesario hacerlo para documentar la fechoría como se debe.

"Vuelvo a casa, a mi amada tierra, la que vio nacer mi corazón aquí. Hoy te canto para decirte cuanto orgullo hay en mí, por eso resistí. Crece mi amor cada vez que me voy, pero no olvides que sin ti no sé vivir. Rojo, amarillo, colores que brillan en mi corazón y no pido perdón".

Puede que el himno español necesite una letra. Y puede que hasta necesite otra música, pero la aportación letal de Sánchez a una marcha bastante mediocre -la Marcha de granaderos- desluce o desdibuja cualquier posibilidad ambiciosa de recuperar la batalla de la propaganda o de la iconografía. Se hace uno independentista. O se aferra a La Marsellesa, antes de sentirse representado por esta degradación más propia del Festival de la OTI que de la euforia con que Rajoy ha encontrado una conexión desesperada con sus súbditos.

Es legítimo, necesario, el debate del patriotisimo. Tanto como pueda serlo el del complejo hacia el himno, la bandera, los colores, pero la solución gelatinosa de Marta Sánchez y el apadrinamiento de Rajoy, como si fuera Luis II de Baviera respecto a Wagner, trastornan cualquier expectativa de credibilidad. Daban ganas de llorar al escuchar la versión. Y no de emoción, sino de congoja, de pavor hacia la impunidad de semejante profanación.

Conviene ser muy duros. De lo contrario, comenzará una gran campaña de adhesión a la letra de Sánchez. Y terminará inscribiéndose oficialmente en la amalgama del himno, pues el Gobierno popular es bastante hortera y podría consumar la tragedia cultural, más todavía cuando Albert Rivera ha decidido igualmente identificarse con la ocurrencia musical de Marta Sánchez.

Ha escrito un tuit el líder de Ciudadanos bastante similar al de su rival político. Y lo ha hecho incurriendo en el mismo oportunismo y populismo de cuantos ha abusado Rajoy, así es que el antagonismo que aleja al PP de Cs podría concederse una trágica tregua con la que habilitar la aportación de Marta Sánchez al himno nacional.

Entendería que Piqué se resistiera a interpretarlo. Y que le secundaran en el despecho los demás compañeros. No por renegar de la patria ni de la bandera ni del escudo, sino como reacción coral y enmudecida contra el mal gusto y el sabotaje. Se diría que la letra de Marta Sánchez se la ha inducido Puigdemont como una represalia que ha fertilizado en oído nulo de Rajoy.

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