Columna

Sentimiento de culpa

Parece que la Parca se hallaba a su espalda, aguardando la oportunidad de darle un empujoncito

Un sanitario sosteniendo una taza de muestra de orina.Getty Images

Un amigo mío salió del médico con un envase de plástico esterilizado en el que tenía que hacer el primer pis de la mañana. Me telefoneó desde el coche para preguntar si el primer pis de la mañana era el de las seis o el de las ocho. Opiné que el de las seis y ahí quedó la cosa. Esto fue un miércoles por la tarde. A primera hora del jueves, mi amigo murió de un infarto. Me acerqué a su casa para dar apoyo a la viuda y al cabo de un rato tuve la necesidad de ir al baño. Entonces vi sobre el lavabo el frasco esterilizado con el primer pis de la mañana de mi amigo. El primer pis de la mañana puede...

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Un amigo mío salió del médico con un envase de plástico esterilizado en el que tenía que hacer el primer pis de la mañana. Me telefoneó desde el coche para preguntar si el primer pis de la mañana era el de las seis o el de las ocho. Opiné que el de las seis y ahí quedó la cosa. Esto fue un miércoles por la tarde. A primera hora del jueves, mi amigo murió de un infarto. Me acerqué a su casa para dar apoyo a la viuda y al cabo de un rato tuve la necesidad de ir al baño. Entonces vi sobre el lavabo el frasco esterilizado con el primer pis de la mañana de mi amigo. El primer pis de la mañana puede ser el último de la vida.

Cuando regresé al salón, donde la viuda atendía a los allegados, me contó que mi amigo había expirado en la cocina, al agacharse para recoger una bolsita de té verde que se le había caído al suelo. Parece que la Parca se hallaba a su espalda, aguardando la oportunidad de darle un empujoncito. Pues bien, ahí estaba yo, escuchando un relato fascinante sobre las postrimerías, cuando a la viuda le vino a la memoria el frasco de plástico para la orina. Fíjate, dijo, lo tengo en el baño, no sé qué hacer con él. Le sugerí que lo guardara en la nevera a lo que asintió de forma mecánica antes de preguntar si yo le había aconsejado tomar el pis de las seis de la mañana. Le dije que sí con un sentimiento de culpa preventivo, pues supe enseguida que ella le había exhortado a recoger el de las ocho. A partir de ese instante se creó entre los dos una tensión opaca que no supe aliviar. Te hacía caso en todo, concluyó con rencor.

Al despedirme, me entregó el envase esterilizado rogándome que lo arrojara a un contenedor de plásticos que había en la esquina. Pero me lo llevé a casa y ahora no sé qué hacer con él.

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