Muere la marquesa de Moratalla en plena batalla de sus hijos por su fortuna

Los dos herederos de Soledad Cabeza de Vaca y Leighton, uno biológico y uno adoptado, llevan años enfrentados en una amarga batalla judicial por los 150 millones de euros en juego

La marquesa de Moratalla, en el Prix de la Ville de Toulouse de 2006.©ABC

El de Soledad Cabeza de Vaca y Leighton no ha sido un final tranquilo. La marquesa de Moratalla, una de las aristócratas más ricas de España, famosa criadora de caballos y maestra del bridge, ha fallecido este miércoles en su residencia de Bayona a los 87 años sin haber logrado que se resolviera la amarga batalla judicial que enfrenta desde hace años a sus dos hijos, uno biológico y otro adoptado, por su inmensa fortuna estimada en más de 150 millones de euros.

Ni siquiera su muerte ha servido para acercar a los hermanos. El menor, Germán de la Cruz, de 38 años, dio a conocer e...

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El de Soledad Cabeza de Vaca y Leighton no ha sido un final tranquilo. La marquesa de Moratalla, una de las aristócratas más ricas de España, famosa criadora de caballos y maestra del bridge, ha fallecido este miércoles en su residencia de Bayona a los 87 años sin haber logrado que se resolviera la amarga batalla judicial que enfrenta desde hace años a sus dos hijos, uno biológico y otro adoptado, por su inmensa fortuna estimada en más de 150 millones de euros.

Ni siquiera su muerte ha servido para acercar a los hermanos. El menor, Germán de la Cruz, de 38 años, dio a conocer en un comunicado la muerte de su madre “rodeada de sus familiares cercanos y empleados fieles” en el Domaine de Coumères, su residencia en las afueras de Biarritz de donde ya apenas salía. Poco después, Forester Labrouche, el hijo mayor —y el único biológico— de la marquesa, de 65 años, reclamó una autopsia para conocer las causas concretas del deceso, según el diario Sud-Ouest. Una petición que ha dejado “estupefacto por su indecencia” al hijo adoptivo de Cabeza de Vaca, de origen colombiano, dijeron sus abogados al diario regional.

La decisión está en manos ahora de un magistrado, como lo han estado en los últimos tiempos todas las cuestiones de una familia antaño discreta —la marquesa siempre rehuyó a la prensa— pero que en los últimos años se ha dedicado a lavar sus trapos sucios en los tribunales.

Soledad Cabeza de Vaca y Leighton (Londres, 1930) era la segunda hija de Antonio Cabeza de Vaca y Carvajal, descendiente del conquistador español Álvar Núñez Cabeza de Vaca, marqués de Portago y Moratalla y quien fue considerado un héroe por el bando franquista durante la Guerra Civil. Su madre, Olga Beatrice Leighton, era una enfermera angloirlandesa que se casó con el aristócrata español poco después de enviudar de Frank J. Mackey, cofundador del banco HSBC, del que heredó una gran fortuna que aportó a su segundo matrimonio y que está en el origen de la amarga disputa entre sus herederos.

Fue el hermano mayor de Soledad, Alfonso, Fon, marqués de Portago, playboy y famoso piloto de Ferrari —moriría en un rally en 1957— el que introdujo a la marquesa en el mundo de la hípica en el que acabaría haciéndose un nombre a la misma altura que el príncipe Aga Khan o el emir de Dubái. En los años cincuenta le regaló a su hermana pequeña una yegua, Cassandra, con la que Soledad iniciaría una exitosa trayectoria como criadora de caballos purasangre con los que ganó las principales carreras de Francia, en un palmarés que suma más de 5.000 victorias.

La disputa familiar por la millonaria herencia, que además incluye valiosos caballos y posesiones inmobiliarias, se remonta a los años noventa. El primogénito de la marquesa, Forester Labrouche, y su esposa, Stéphanie, acusaron entonces a Soledad Cabeza de Vaca y a los gestores suizos de la fortuna que había heredado de su madre, a la muerte de esta en 1980, de esconder un testamento de Olga Leighton que lo favorecía. El enfrentamiento, que se libró en varios tribunales de Francia, Suiza, Inglaterra y Liechtenstein, todos los cuales desestimaron las demandas, fue subiendo de tono mientras madre e hijo se distanciaban. El pasado verano alcanzó el punto culminante cuando Labrouche acusó a su hermanastro Germán, adoptado por la marquesa en los años ochenta, de “secuestrar” a su madre, que para entonces ya sufría alzhéimer, con el objetivo de hacerse con el control total de la fortuna familiar. Este aduce un poder firmado en 2012 en Suiza por la marquesa que le encomendaba sus asuntos si llegaba a tener sus facultades mermadas. Tras varias audiencias a puerta cerrada, la última hace solo unos días, una juez de tutela de Bayona había fijado para el 12 de enero su decisión sobre la gestión de la fortuna de la marquesa.

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