Cómo escribir las cosas más feas del mundo sobre la gente que quieres

La joven Lize Spit está detrás del ‘El deshielo’, una historia de venganza, sexo y crueldad que ha puesto patas arriba el mundillo literario belga

Lize Spit, fotografiada para ICON en IED Master Madrid, con un peinado tan enmarañado (y tan estudiado) como su debut literario.Anton Goiri

A principios de 2016, Lize Spit (Viersel, Bélgica, 1988) llegó a pensar que la literatura se le había ido de las manos. “Varios periodistas fueron a mi pueblo y empezaron a preguntar a la gente por mí y por las cosas que aparecían en mi libro”, explica. “Me enfadé mucho, porque yo había escrito una novela, pero algunos medios la trataban como una autobiografía y publicaban reportajes con fotos de calles y casas del pueblo, contando dónde había sucedido tal cosa o dónde había muerto tal personaje. Incluso hablaron con mi maestra de primaria para preguntarle si yo era tan rara como en el libro”....

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

A principios de 2016, Lize Spit (Viersel, Bélgica, 1988) llegó a pensar que la literatura se le había ido de las manos. “Varios periodistas fueron a mi pueblo y empezaron a preguntar a la gente por mí y por las cosas que aparecían en mi libro”, explica. “Me enfadé mucho, porque yo había escrito una novela, pero algunos medios la trataban como una autobiografía y publicaban reportajes con fotos de calles y casas del pueblo, contando dónde había sucedido tal cosa o dónde había muerto tal personaje. Incluso hablaron con mi maestra de primaria para preguntarle si yo era tan rara como en el libro”.

Lize Spit es una mujer risueña y amable de cuya pluma ha salido uno de los ajustes de cuentas más virulentos de la literatura reciente. El deshielo (Seix Barral) se mantuvo durante varios meses en lo alto de la lista de ventas de la Bélgica flamenca con una historia de iniciación protagonizada por una chica de la edad de Lize que, como Lize, pasa su infancia y adolescencia en un pueblo pequeño y cotilla.

“Cuando empecé a escribir esta novela quise tomar distancia, y creé un protagonista que era un hombre de 50 años. Pero sentía como si me estuviera inventando cosas. Ni yo me lo creía. Así que le dejé ser mujer y vivir en mi pueblo, porque para mi primera novela quería escribir sobre cosas de las que estuviera segura”. Especialmente porque, como ella misma reconoce, su debut literario no es fruto de la acumulación de referencias, sino de la intuición. “No tengo escritor favorito, y sé que es algo raro. Escribo según mi voz interior, y aplico algunas técnicas que aprendí estudiando guion, pero nada más. No estoy orgullosa de no leer, porque hay que leer. Soy como una carnicera vegetariana, y sé que es algo egoísta”, comenta.

"Puedes escribir las cosas más feas del mundo sobre la gente que quieres. Claro que les haces daño, y es trágico, pero es imposible moverse sin herir a alguien. Si no fuera escritora quizás los heriría de otra manera”

La imagen de la vida rural que ofrece Spit es cruda, violenta y casi tremendista. “Mi intención no era juzgar, sino contar cómo es la vida en un pueblo tan pequeño. Y es cierto que hay cosas muy buenas, pero también mucho cotilleo. En un pueblo uno es aceptado en función de su capacidad para contar chismes de los demás. Cuando la gente ve llegar un coche de policía, se va detrás para saber qué ha pasado. Ese tipo de cosas es lo que cuento. El deshielo narra la historia de una venganza, pero puede que el libro sea mi propia venganza”.

Aunque la venganza no es estrictamente familiar, la novela sí refleja la vida diaria de una familia al borde del desastre. “Cuando la terminé, se la di a mi familia. No sabían lo que estaba escribiendo y quise que la leyeran antes de que llegara a las tiendas, porque sabía que iba a afectarles”. ¿No se planteó el dilema antes de escribir la novela? “Siempre tengo discusiones internas entre mi parte de escritora y el resto de identidades: hermana, hija, novia… Todas luchan entre ellas, y así es como nace el libro. La escritora siempre gana, pero no es fácil”.

Lize tuvo que pedir permiso a su hermana, que padeció un trastorno obsesivo compulsivo en su niñez, para trasladar su experiencia al personaje de la hermana pequeña de la protagonista. “A mis padres no les pedí permiso, porque son mis padres y su vida también es la mía. Es su responsabilidad”.

Tomar esa decisión le costó casi tanto como escribir la novela. En total, nueve años de trabajo. “En la vida hay que elegir: o vendes ropa o escribes un libro. O lo escribía sin concesiones o no había libro. Y es duro, porque puedes escribir las cosas más feas del mundo sobre la gente que quieres. Claro que les haces daño, y es trágico, pero es imposible moverse sin herir a alguien. Imagino que si no fuera escritora quizás los heriría de otra manera”.

¿Eso incluye la violencia extrema de muchas de las escenas? “Cuando era pequeña, de día sufría por las cosas que me pasaban, pero de noche estaba entusiasmada porque sabía que saldría una buena historia. Era mi manera de protegerme. Durante años me dije que de todas mis vivencias haría una buena historia. Y después de esos años, pensé que o escribía o todo ese tiempo habría pasado en balde”.

Sobre la firma

Más información

Archivado En