Cartas al director

Políticos ante la justicia

Para una democracia madura y sólida no es una buena noticia que algunos de sus políticos sean enviados a la cárcel. A los ciudadanos nos inquieta y desasosiega este hecho, por una razón muy simple: porque significa que no podemos fiarnos de quienes con nuestro voto deben velar por el bien común y el interés general. Ellos son precisamente los que más deberían actuar conforme a la ley y proceder de manera honesta y leal, y no como vulgares delincuentes. Si, además, estos malos políticos no reconocen su falta y afean o cuestionan interesadamente el proceder de la justicia, en los ciudadanos el d...

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Para una democracia madura y sólida no es una buena noticia que algunos de sus políticos sean enviados a la cárcel. A los ciudadanos nos inquieta y desasosiega este hecho, por una razón muy simple: porque significa que no podemos fiarnos de quienes con nuestro voto deben velar por el bien común y el interés general. Ellos son precisamente los que más deberían actuar conforme a la ley y proceder de manera honesta y leal, y no como vulgares delincuentes. Si, además, estos malos políticos no reconocen su falta y afean o cuestionan interesadamente el proceder de la justicia, en los ciudadanos el desconcierto se agranda. Sería importante reflexionar sobre qué es lo que falla en la política y en los políticos de hoy para que sea finalmente la justicia quien deba zanjar situaciones que en una democracia son intolerables y, sobre todo, evitables con los instrumentos del diálogo, la negociación y el espíritu de concordia.— Paz Benito del Pozo. Oviedo (Asturias).

Hoy, de nuevo, es necesario reafirmar que en España no hay presos políticos, sino políticos presos por violar las leyes, como le sucedería a cualquier ciudadano. Las fuerzas reaccionarias, aunque se disfracen de progresía e izquierdismo, son involucionistas.

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Un delito de secesión no puede salir gratis, los detenidos sabían a qué jugaban, si les hubiese salido bien hoy serían héroes de su patria, pero les ha salido mal. El riesgo mal medido produce estos efectos, son presos a la espera de juicio. Lo peor y más triste es que esto es malo para el conjunto de los ciudadanos, incluidos los catalanes.— Dionisio Rodríguez Castro. Villaviciosa de Odón (Madrid).

El ahora expresident Carles Puigdemont ha dividido a la sociedad catalana; ha dado pie a la mayor fuga empresarial de un territorio registrada en todo el mundo —2.000 empresas han cambiado su sede social e incluso fiscal en muy poco tiempo—; ha arrasado las instituciones catalanas y se ha burlado una y otra vez de leyes, sentencias, tribunales y del mismísimo Estado de derecho. Su ridícula fuga a Bélgica, huyendo de la justicia, ha sido la guinda surrealista a todos sus desafueros. Esta actitud, además, ha colocado en bandeja la entrada en prisión preventiva de Junqueras y de todos los demás exconsejeros que acudieron a la Audiencia Nacional al poner encima de la mesa un riesgo real de fuga. Si Puigdemont no hubiera huido, posiblemente ningún exconseller estaría ahora en prisión.

Estamos ante alguien que parece que se cree un iluminado, tocado para realizar una misión divina y que no atiende a razones, sin importarle incluso perjudicar a sus propios compañeros. Basta ya, Puigdemont.— Josep Ginés (Barcelona).

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