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Herederas de las ruinas

Una exposición, organizada por Oxfam Intermón en Barcelona, ofrece un recorrido por la vida de las mujeres en el conflicto silenciado de República Centroafricana

Mahamat Maharia tiene 18 años y es hijo de Sadia Bello. La muerte de su padre, el saqueo de su vivienda y la huida le han causado un trauma difícil de superar. La República Centroafricana vive una crisis silenciosa desde hace décadas, en la que se han sucedido de manera continua episodios de violencia. La última se inició en marzo de 2013, tras el golpe de Estado y la toma de poder del grupo seleka. Los cristianos, la mayoría religiosa del país, se organizaron en milicias de autodefensa conocidas como anti-balaka para combatirles, iniciando la nueva oleada de violencia. Ambos bandos han provocado una situación insostenible para la población civil, lo que ha añadido aún más miseria y desolación al país.Pablo Tosco/Oxfam Intermón
Un grupo de soldados de Zambia pertenecientes a la Misión de Naciones Unidas para República Centroafricana aterriza en Bria (República Centroafricana) como fuerza de control. La violencia ha destruido la ya escasa infraestructura y servicios del país. Más de la mitad de la población necesita ayuda y el 20% son desplazados internos o han huido al extranjero. Casi el 90% de ellos come una sola vez al día. La Unión Europea mantiene su compromiso de ayudar a la población en colaboración con organizaciones como Oxfam, uniendo esfuerzos para cubrir las necesidades básicas de los refugiados como la vivienda, la alimentación, la salud, la protección, el agua, el saneamiento y la higiene.Pablo Tosco/Oxfam Intermón
Malamokoyen junto a sus hijas en el campo de desplazados de Castor. Comparte refugio con otras 70 personas en una misma tienda. El campamento recibió a unos 10.000 desplazados al inicio de la crisis en diciembre de 2013. Oxfam Intermón provee de agua y letrinas a las familias que viven en este asentamiento esperando que se restablezca la seguridad y puedan volver a sus barrios. Desde 2013 la República Centroafricana se enfrenta a la peor crisis humanitaria desde su independencia en 1960.Pablo Tosco/Oxfam Intermón
Un grupo de niñas y niños duerme en el orfanato de Bercaille (República Centroafricana). La crisis político militar dejó sin familia a miles de menores. El campo de desplazados de Batangafo es el segundo más grande del país. Unas 24.000 personas, en su mayoría cristianos, han buscado refugio aquí huyendo de los enfrentamientos armados entre milicias ex seleka, peuls y anti balaka. La violencia estalló en diciembre de 2013 cuando la coalición rebelde seleka llevó a cabo un golpe de Estado en la capital, Bangui. El entonces presidente, François Bozizé, huyó a la República Democrática del Congo y Michel Djotodia se proclamó el nuevo presidente. Milicias anti balaka se formaron en respuesta a los ataques de los seleka y desde entonces la violencia se ha convertido en parte de la vida cotidiana de la población.Pablo Tosco/Oxfam Intermón
Un grupo de vecinos y vecinas del barrio de Bloc Sara, en Bangui (República Centroafricana), limpia las malezas en los alrededores de las ruinas de sus casas. Cuando la violencia mengua, dejan el campo de desplazados de Castor y se dirigen al barrio para intentar mantenerlo limpio. La crisis político-militar del 5 de diciembre de 2013, generada por una brutal espiral de violencia entre milicias seleka y anti balaka, dejó miles de muertes y causó el desplazamiento de casi un millón de personas, que aún siguen fuera de sus casas.Pablo Tosco/Oxfam Intermón
Clarice espera su turno para recoger agua en el punto de distribución del campo de desplazados de Batangafo (República Centroafricana), donde más de 24.000 personas buscaron refugio durante la escalada de violencia en 2015.Pablo Tosco/Oxfam Intermón
Un grupo de mujeres recogen agua en un punto de distribución instalado por Oxfam en el campo de desplazados de Batangafo (República Centroafricana).Pablo Tosco/Oxfam Intermón
La familia Bercaille junto a la avioneta que sirve de refugio en el campo de desplazados del aeropuerto de M'Poko, en Bangui (República Centroafricana). Más de 28.000 personas llevan tres años viviendo en condiciones de extrema vulnerabilidad tras haber huido de sus viviendas por la escalada de violencia que se inició el 5 de diciembre de 2013.Pablo Tosco/Oxfam Intermón
Josephine Mbette reza entre las ruinas de su casa destruida. Cuando la violencia mengua, regresa a limpiar las hierbas y a recoger vegetales silvestres para comer. Hoy vive en una tienda en el campo de desplazados de Mukassa, en Bangui (República Centroafricana), donde 1.383 personas aún se refugian. Huyó de su vivienda en el barrio de M'Poko la noche del 5 de diciembre de 2013, cuando las fuerzas seleka quemaron su casa y mataron a sus vecinos.Pablo Tosco/Oxfam Intermón