Todos perderemos

La inacción política de un lado y la unilateralidad aderezada con desobediencia institucional de otro no han sido una respuesta exitosa

Parlamentarios y concejales de EH Bildu, junto a un centenar de ciudadanos, han escenificado hoy una votación en la Plaza del Ayuntamiento de Pamplona en apoyo al referéndum de Cataluña del 1-OJESÚS DIGES / EFE

Ocho de cada diez catalanes quiere que se celebre un referéndum de autodeterminación, aunque menos de un 50% esté a favor de la independencia. Al mismo tiempo, una amplia mayoría (61% según Metroscopia) no considera que el 1O vaya a ser reconocido fuera de los partidos que lo promueven. Lo sabremos con certeza en 48 horas, pero todo parece indicar que lo del domingo no se parecerá en nada a una votación plena ni válida.

La semana que viene, mientras algunos canten victoria y otros debatan cómo seguir adelante, una pregunta seguirá, perentoria, entre todos: ¿qué puede hacerse ante el con...

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Ocho de cada diez catalanes quiere que se celebre un referéndum de autodeterminación, aunque menos de un 50% esté a favor de la independencia. Al mismo tiempo, una amplia mayoría (61% según Metroscopia) no considera que el 1O vaya a ser reconocido fuera de los partidos que lo promueven. Lo sabremos con certeza en 48 horas, pero todo parece indicar que lo del domingo no se parecerá en nada a una votación plena ni válida.

La semana que viene, mientras algunos canten victoria y otros debatan cómo seguir adelante, una pregunta seguirá, perentoria, entre todos: ¿qué puede hacerse ante el consenso catalán en torno a un referéndum legal?

La inacción política de un lado y la unilateralidad aderezada con desobediencia institucional de otro no han sido una respuesta exitosa. Es cierto que en situaciones como esta, el Estado suele salir ganando: por algo es una institución total y soberana, propietaria del monopolio de la violencia. Pero la victoria no sale gratis, sino que se paga en polarización. Más aún cuando hay otros dispuestos a sumarse a la coalición a la contra por compartir enemigos: por ejemplo, la izquierda (que se pretende) insurrecta.

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¿Qué camino se debería transitar a partir del lunes, pues? Uno distinto al que, mucho me temo, se acabará tomando. En lugar de profundizar en las estrategias actuales, sus líderes deberían volver a estimar los costes que enfrentan. Porque, a pesar de victorias plausibles en el corto plazo (en el plano legal, en el político, en la opinión pública), si persiste la situación actual, a largo plazo nadie puede ganar. Cada día que pase sin reconstruir los puentes que ya cayeron, y que hoy por hoy parece que pasan por incluir un referéndum legal y pactado en el menú de opciones, aumentará la factura que todos tendremos que pagar al final.

Para terminar, el sintagma “referéndum legal” incluye una doble advertencia: en el sustantivo, para quienes se niegan a que exista un voto que sí, sería un fracaso para los intentos de mantener el equilibrio definido hace cuarenta años. Y, sobre todo, en el adjetivo: “legal”, para quienes ahora pretenden saltárselo, directos al vacío. @jorgegalindo

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