Yo, aplicación

Hoy tenemos una personalidad social y otras digitales. ¿Y si en el futuro estas viven por nosotros?

Joaquin Phoenix interpreta a un hombre que se enamora del sistema operativo de su teléfono móvil en la película 'Her' (2013).

Hace ya unos cuantos años, mi amigo Pedro se empeñó en convencerme para que me sumergiera en el proceloso, y entonces desconocido para mí, mundo de las redes sociales. Me explicó (o yo entendí) que en pocos años cada uno de nosotros tendría una personalidad física y otra digital, que se parecerían bastante pero no serían exactamente iguales, y que cuidaríamos y cultivaríamos ambas de forma distinta, sin desatenderlas en ningún caso. Entonces no lo entendía del todo, pero me dejó un rato pensando. Hoy solo puedo decir que qué razón tenía el jodido.

Ya casi vivimos únicamente para nuestro...

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Hace ya unos cuantos años, mi amigo Pedro se empeñó en convencerme para que me sumergiera en el proceloso, y entonces desconocido para mí, mundo de las redes sociales. Me explicó (o yo entendí) que en pocos años cada uno de nosotros tendría una personalidad física y otra digital, que se parecerían bastante pero no serían exactamente iguales, y que cuidaríamos y cultivaríamos ambas de forma distinta, sin desatenderlas en ningún caso. Entonces no lo entendía del todo, pero me dejó un rato pensando. Hoy solo puedo decir que qué razón tenía el jodido.

Ya casi vivimos únicamente para nuestros yos digitales, y esto solo es el primer paso. En poco tiempo cada uno de nosotros pasará de tener una colección de perfiles en las distintas redes sociales a ser una sola aplicación que los junte todos

Ya casi vivimos únicamente para nuestros yos digitales, y esto solo es el primer paso. El otro día me dio por pensar que en poco tiempo cada uno de nosotros pasará de tener una colección de perfiles en las distintas redes sociales a ser una sola aplicación que los junte todos. Yo me pido App-itor, y lo dejo aquí por escrito para que quede constancia de que fui el primero y nadie me lo quite. Mi legión de seguidores se bajará esta App-itor y podrá seguir todas las hazañas, desvelos, alegrías y paridas varias que yo quiera compartir.

En poco tiempo, el algoritmo de mi aplicación se habrá familiarizado con mis rutinas, filias y fobias, gustos musicales, literarios y cinematográficos, pasiones deportivas, hábitos sexuales y demás. Tendrá tanta información sobre mí que cuando yo ya no esté podrá seguir solo. Por pura inercia, continuará compartiendo fotos de supuestas vacaciones estivales, jaleará las victorias de la Real y mostrará impaciencia y escepticismo ante el anuncio del estreno de la novena trilogía de Star wars. Quizá sea lo más cerca que vayamos a estar de la inmortalidad. Incluso en un mundo arrasado, sin oxígeno o cubierto de hielo, nuestras apps seguirán vivas. Siempre y cuando haya wifi, claro.

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