Borregada

El eterno 'fútbol, pan y toros' del franquismo apenas ha cambiado: vive sus mejores momentos televisivos

Aficionados en las gradas del Santiago Bernabéu luchan por un balón lanzado por Theo Hernández.cordon press

El sábado, Cuatro dedicó cosa de una hora a los deportes dentro de su bloque informativo del mediodía. De esa hora, unos 50 minutos fueron para el fútbol. De esos 50 minutos, unos 40 fueron para el Real Madrid y el Barça. Unos cinco, para el Aleti, y a otros cinco o seis equipos los metieron con calzador en minuto y medio. A los otros deportes los trataron como si fueran coros y danzas.

Ya se sabe que somos un país de chiste, pero tampoco hace falta escenificarlo a cada rato.

Acusamos con razón a Franco de haber vertebrado du...

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El sábado, Cuatro dedicó cosa de una hora a los deportes dentro de su bloque informativo del mediodía. De esa hora, unos 50 minutos fueron para el fútbol. De esos 50 minutos, unos 40 fueron para el Real Madrid y el Barça. Unos cinco, para el Aleti, y a otros cinco o seis equipos los metieron con calzador en minuto y medio. A los otros deportes los trataron como si fueran coros y danzas.

Ya se sabe que somos un país de chiste, pero tampoco hace falta escenificarlo a cada rato.

Acusamos con razón a Franco de haber vertebrado durante 40 años una nación con —además de muy mala hostia y una gimnasia fascista que algunos, por ejemplo la Real Academia de la Historia, prefiere llamar “autoritaria”— el triple axioma pan, fútbol y toros. La cosa no venía estrictamente de Franco, sino del Pan y toros acuñado por el escritor León de Arroyal en 1792 en su panfleto Pan y toros. Oración apologética en defensa del estado floreciente de España. Luego se añadió el fútbol, que si Matías Prats y que si Di Stefano y que si Santiago Bernabéu y que si así tengo a la gente tranquilita y no se me desmanda y tal y cual. Bien.

Somos un país de borregos, pero tampoco hace falta mirar para otro lado como si no pasara nada porque pasar, pasa.

Que Ronaldo se tire un cuesco o que Neymar se eche un eructo no deberían regir los destinos de una nación seria. Que la peña, en la toalla y en la barra del bar, lo comente y lo estruje y lo repita y lo rebata hasta lo indecible da la medida de lo que somos. Una pandilla de botarates corriendo detrás de un balón. Y a mí me chifla el fútbol. Qué pensarán los que no pueden ni verlo.

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