Mi primera donación
Hace pocos días doné sangre en un hospital de Madrid. Una amiga me invitó a acompañarla y de paso hice mi primera donación. El trato fue muy bueno. Dos enfermeras se encargaron de que estuviéramos cómodos durante los 30 minutos que duró la extracción. En ese tiempo, ambos reflexionábamos sobre el insignificante esfuerzo que suponía pasar por allí, y el valor que tenía esa bolsa que nos estaban retirando. Quizá en ese momento no somos conscientes de la importancia que tiene. Pero cuando alguien de tu entorno necesita sangre y recibe una bolsa de un donante, percibes una sensación de cálida huma...
Hace pocos días doné sangre en un hospital de Madrid. Una amiga me invitó a acompañarla y de paso hice mi primera donación. El trato fue muy bueno. Dos enfermeras se encargaron de que estuviéramos cómodos durante los 30 minutos que duró la extracción. En ese tiempo, ambos reflexionábamos sobre el insignificante esfuerzo que suponía pasar por allí, y el valor que tenía esa bolsa que nos estaban retirando. Quizá en ese momento no somos conscientes de la importancia que tiene. Pero cuando alguien de tu entorno necesita sangre y recibe una bolsa de un donante, percibes una sensación de cálida humanidad y te envuelve un profundo agradecimiento. Y la mejor forma de hacer real ese agradecimiento es ser el próximo donante.— Juan Sánchez-Cano. Madrid.