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‘Memento’, ‘Batman’, ‘Dunkerque’...: las películas de Christopher Nolan, de la peor a la mejor

Pocos directores tan controvertidos con este inglés, que acaba de estrenar Dunkerque . Hacemos un ranking de sus diez películas

Vale que la primera escena, la del avión, es de las que quitan el hipo. Vale que estaba pensada para ser vista en Imax y a lo más que llegamos es a verla en las viejas pantallas de nuestros cines (cuando no de nuestras teles), pero amigo Christopher Nolan: 1) no puedes dejar que tu hermano Jonathan y David S. Goyer escriban un guion con aroma parafascista; y 2) no te puedes gastar 230 millones de dólares y filmar la muerte más cara/ridícula de una protagonista en la historia del cine, por muy hija de Ghul que sea.Cordon
Un debut en blanco y negro, 16 milímetros y bajo presupuesto, muy en la estética 'indie' del Festival de Sundance que, por cierto, la rechazó. Nolan ya mezcla con inteligencia sus dos principales influencias (Stanley Kubrick y Alfred Hitchcock) y esa curiosidad cotidiana y malsana de 'Ocurrió cerca de tu casa', de los belgas Pooelvorde, Bonzel y Belvaux. Esta historia de ladrones tiene momentos maravillosamente inquietantes, pero a Nolan se le va mucho la mano pidiendo al espectador que se crea lo increíble
Aturdido por el éxito de 'Memento' (2000), un autor del calibre y ego de Christopher Nolan aceptó dirigir ¡¡un 'remake'!! Y encima ¡¡noruego!! Visto con perspectiva, es obvio por qué lo hizo: Will Dormer (interpretado por un Al Pacino en el último papel en el que no quedaba ridículo como héroe de acción) es ese locatis marca de la casa que siempre protagoniza sus filmes: un buen hombre, trabajador obsesivo, pero con unas dobleces enfermizas. El problema es que el villano, el difunto Robin Williams, no era creíble como manipulador telefónico de Pacino. La trepidante escena de la persecución en el aserradero presagiaba la habilidad de Nolan para rodar acción.Cordon
Christopher Nolan se siente aquí preparado para ser mejor que sus mayores, así que intenta mezclar en un solo filme '2001', de Kubrick, con 'Encuentros en la Tercera Fase', de Spielberg. 'Interstellar' llegó rodeado de la fanfarria de haber sido “aprobada por la NASA”. Probablemente sea la película que mejor define a Nolan: resulta apabullante en lo estético pero, cuando le toca centrarse en lo humanístico, los maestros todavía le quedan a años luz. Las poco emotivas historias de amor (entre astronautas, entre padres e hijos) demuestran que a Nolan le cuesta tener empatía con otros seres humanos.
Christopher Nolan le echa valor para hacerse con una 'bat-franquicia' moribunda en la que nadie tiene un ápice de fe y la convierte en el 'bat-patrón-oro' para el siglo XXI. Tal y como él entiende al superhéroe: más que un personaje de cómic es un personaje de Freud, así que le quita toda la diversión que le dio Tim Burton y le cuelga del cuello unas cuantas arrobas de culpa. A su indudable mérito estético se le añade el acierto de contratar al actor que mejor va a encarnar al héroe de comienzos del siglo XXI: un Christian Bale adamantino por fuera y de arenisca por dentro. Realmente, su aproximación a las adaptaciones fue algo novedoso para la época, lo que no justifica para nada, sin embargo, que la crítica británica empezara a hablar hasta la extenuación de Batman en términos 'shakesperianos'. La película está bien, pero está lejos de ser una obra maestra.Cordon
Probablemente sea la película fundamental para entender la primera década hollywoodiense de este siglo. Desde luego, a Nolan le abrió de par en par el estudio Warner y de medio Hollywood. Su segunda entrega de Batman llega en el momento perfecto: fuera de los cines, el mundo se desmorona por una crisis económica sin precedentes mientras los curritos ven cómo su dinero sirve para rescatar bancos sin capacidad de reacción; en las pantallas vemos un Gotham en el que también reina el caos. Nadie encarna mejor esa esquizofrenia de la crisis que Heath Ledger, que interpreta a un Joker que se autoproclama “agente del caos” y que es casi tan malvado como los malvados de la crisis (pero con un poco más de rímel). Por si faltaba algo, la muerte de Ledger por sobredosis (en enero de 2008, seis meses antes del estreno) empuja al filme a la categoría de culto.
En los albores del nuevo milenio, o eras de 'Memento' o eras de 'Réquiem por un sueño'. Christopher Nolan y Darren Aronofsky luchaban a brazo partido por ser los directores más estetas, formalistas y molones del siglo XXI. En 'Memento', su segunda película, Nolan enfrenta con osadía el concepto de linealidad que gobierna el cine. Película esquizofrénica, original y generacional, 'Memento' tiene legiones de seguidores que la consideran una obra maestra. Parodiada hasta el exceso (recomendamos, muy encarecidamente, su versión Bollywood, titulada 'Ghajini') sigue siendo un hito de lo que significa el montaje cinematográfico.
Esta es la más clásica de sus películas, y no solo por tratarse de un filme de época. Estamos ante una clase magistral de cómo entiende Nolan el cine. Nada más empezar, con ese lírico plano de chisteras en medio de un bosque, el director nos dice, explícitamente: “Quiero que estés atento”. Y ya no nos suelta, mientras enuncia lo que vamos a ver a continuación, esto es, las tres partes en las que divide un truco de magia. Es evidente el paralelismo que Nolan traza entre los ilusionistas y su trabajo como cineasta, como también que tal vez se trata de su filme más contenido. Lo cual no deja de resultar paradójico, si tenemos en cuenta que la ambición de los magos en la historia, pero también en el cine, es asombrar al espectador. Y, además, sale David Bowie haciendo de Tesla, qué demonios. Un 9 en el Nolanómetro
Años antes de Netflix, Christopher Nolan ya dijo lo que tenía que decir acerca de cómo entendía el cine en este filme de tesis realizado entre el segundo y el tercer Batman. Con todo el morro del mundo, Nolan se apropia de ideas visuales de Satoshi Kon (el pase a diferentes realidades mediante ascensor) y Stanley Kubrick (cómo rodar la gravedad cero) o Alfred Escher (el desdoblamiento de edificios) en una aventura a los confines de la mente, propia de sus primeros trabajos. Lo sorprendente es que le funciona, no tanto como aventura (hay momentos en que a uno le duele la cabeza intentando seguirla), sino como reflexión sobre la naturaleza del cine en la época de la realidad virtual. Nolan concibe el cine como las operaciones del traumatizado DiCaprio (sí, también tiene problemas con la mujer) y sus amigos: un sueño colectivo. Y si no os gusta esta teoría, las quejas a Mark Cousins, que es el que la pronuncia en el epílogo de la monumental serie 'La historia del cine'.Cordon
Tenía que pasar que, en su obsesiva carrera en pos de sus mayores (sobre todo Stanley Kubrick y Steven Spielberg), Christopher Nolan acabará por adentrarse en el cine bélico. Lo que no esperábamos, desde luego, es que lo hiciera de esta manera tan magistral. Nolan, tal vez por lo gravedad del asunto retratado, renuncia por una vez a su grandilocuencia, hecho que queda demostrado por la atípica duración del filme para lo que viene siendo su filmografía (apenas 100 minutos). Como en 'Memento' u 'Origen', el director juega con el espectador mezclando tres líneas temporales constantemente, de forma y manera que 'Dunkerque' se convierte en un angustioso contrarreloj por salvar el pellejo. Ayudan, y no poco, un magnífico tratamiento del sonido (con un Hans Zimmer más que inspirado) y una fotografía de Van Hoytema de Óscar. Al final, el filme se convierte en un ejercicio constante de suspense (¿se ahogarán los soldados? ¿derribarán ese caza? ¿volará el entrañable barquito de recreo por los aires?), que tiene al espectador arañando los brazos de su butaca constantemente hasta quedarse sin uñas. Por primera vez, el egocéntrico director roza el talento de sus ídolos en una obra que es, sin lugar a dudas, una de las mejores películas de cine bélico de la historia.