Una jodida delicia

Pensábamos que la boda de El Escorial, que ayudó a pagar Gürtel, fue la cúspide de una ambición en la vida, pero era solo un primer peldaño

Alejandro Agag y, a la derecha, Alonso Aznar en una foto de su estancia en Ascot compartida por el segundo en Instagram.

Creía que nada podría impresionar más que la nueva moda de las sandalias con pelo o que los pingüinos de la Antártida ya naden en ibuprofeno. Pero curioseando en las fotos de Ascot, como el profesor Higgins en My Fair Lady al colarse por allí vestido de calle, tuve una visión. Igual que la señora que se encuentra con él y exclama: “Oh, qué desagradable sorpresa”, y es su propia madre. Creí que quienes yo veía eran el Sombrerero Loco y la Liebre, del mundo de Alicia, en uno de sus no cumpleañ...

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Creía que nada podría impresionar más que la nueva moda de las sandalias con pelo o que los pingüinos de la Antártida ya naden en ibuprofeno. Pero curioseando en las fotos de Ascot, como el profesor Higgins en My Fair Lady al colarse por allí vestido de calle, tuve una visión. Igual que la señora que se encuentra con él y exclama: “Oh, qué desagradable sorpresa”, y es su propia madre. Creí que quienes yo veía eran el Sombrerero Loco y la Liebre, del mundo de Alicia, en uno de sus no cumpleaños, y es que también les salían etiquetas de la ropa, pero no: eran Alejandro Agag y Alonso Aznar disfrazados para la ocasión. Para ser feminista bastaría el horror de que en Ascot obliguen a las mujeres a ponerse esas pamelas, pero con los hombres también es cierto que permite comprobar quién está dispuesto a gastarse una pasta en vestirse de Pimpinela Escarlata para colocar la foto en Instagram, y ya tenemos la respuesta: estos dos, por ejemplo. Pensábamos que la boda de El Escorial, que ayudó a pagar Gürtel, fue la cúspide de una ambición en la vida, pero era solo un primer peldaño, la vida sigue, así como la perseverancia en lo rancio errando en lo sofisticado. Entrar en política también sirve para pasar en una generación de Valladolid a Ascot. Con esas pintas, esta idea de lo que es triunfar, no es de extrañar que al hijo menor de Aznar, 27 años, no le funcione la aplicación de móvil que ha inventado para ligar. Lo mismo su socio, conocido empresario de la noche madrileña, que comentó así la foto: “Qué jodida delicia”. Qué jodida delicia. No me quito la frase de la cabeza. Si el ibuprofeno ha llegado a los pingüinos, por qué no iban a llegar el hijo y el yerno de Aznar a Ascot. A ver, por qué.

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